domingo, 31 de marzo de 2013

"La Regenta" ¿la mujer infiel?



El lector de La Regenta de Leopoldo Alas “Clarín” se sumerge en la densidad de una obra donde muchas veces no termina de asimilar por completo la complejidad de sus descripciones, ni los gestos sutiles que encierra la verdadera intención del autor detrás de éstas y de los pasajes narrativos.
De entre estas múltiples sutilezas que dotan a la novela de su colosal rango literario, por esta vez, prefiero centrarme en uno que conjuga las dos vocaciones vitales del Clarín: la literatura y la ley.
¿Verdaderamente recrea el escritor el tópico de la mujer infiel como parece en apariencia? Si la analizamos, nos damos cuenta de la opresiva atmósfera en que fluyen las emociones de Ana Ozores, la regenta, con el sexo opuesto.

Leopoldo Alas "Clarín" (1852-1901) escritor y catedrático de Derecho Civil.

Su marido, Víctor Quintanar la protege con paternal devoción. No en vano su mujer, sinceramente agradecida, lo describe siempre como “la madre que nunca tuve”. Tan inusual definición para un marido queda explicada por impotencia de don Víctor quien ni siquiera ha compartido cama con su esposa.
La desesperación de su celibato impuesto arrastra a Ana Ozores a la iglesia, donde intenta dar alivio a sus ataques de histeria y depresiones, con una pasión mística. El magistral Fermín De Pas, su confesor, se enamora de Ana. No del todo feo, a excepción de su algo prominente apéndice nasal, el ejercicio físico ha dado al magistral un cuerpo hercúleo, cuyo vigor no puede exponer su feligresa, hacia quien sus hábitos y el pudor social le imponen otro tipo de impotencia, más nociva incluso que la de don Víctor.
Merece la pena aclarar que Ana tampoco corresponde nunca a los sentimientos de don Fermín. Sí se rendirá, tras muchas vacilaciones, a los encantos del seductor Álvaro Mesía. Según se deduce de la narración, pierde su virginidad con él, ya que hasta ese momento no se mencionan anteriores experiencias sexuales de la protagonista. Sin embargo, cuando, a través de las intrigas de don Fermín, Álvaro mate a Víctor en un duelo, y huya inmediatamente, Ana se sumirá en una nueva desolación al comprender cuan frívolos eran los afectos de su amante y lo vacías que estaban sus promesas de amor.


 Los dos tomos de La Regenta de la Primera Edición (1884-1885)

A este triángulo amoroso de cuatro vértices, se puede añadir un quinto: Petra, la doncella de Ana. Representa la antítesis de la protagonista, no sólo por su condición social y su amoralidad, sino por su relación con los hombres que rodean a la regenta. Se entrega con lascivia, sin romanticismo alguno, a Álvaro. Incluso se acuesta con Fermín de Pas; sabe emplear la lujuria del clérigo para ponerse a servir en su casa. Hasta al impotente Quintanar consigue tentarlo en varias ocasiones, si bien, por razones obvias con él nunca se produce la consumación sexual.
No corresponde ahora extenderse demasiado en analizar la idiosincrasia de las relaciones entre los personajes de la novela. Basta con este breve apunte sobre la claustrofobia vital que impone a Ana Ozores su matrimonio, para referirnos a una interpretación sorprendentemente extendida entre la crítica que sugiere que, así como Zola reclama jornadas laborales justas y seguras, y salarios dignos en Germinal, Clarín aboga en La Regenta por una ley del divorcio.
Aunque a lo largo de su carrera como jurista Clarín destacó por sus ideas reformistas sobre estos y otros puntos de la legislación, se peca de superficial quien cree que La Regenta reivindica algo tan concreto. Se trata más bien de una profunda reflexión, más filosófica que política, sobre la forma de vida de la mujer en España. La mujer desgraciada que cae constantemente en la depresión y la histeria hasta resolver arriesgarse a abandonar las convenciones sociales, para aspirar a la porción de felicidad que todo ser humano merece.

Portada de la edición de 1884 ilustrada por Joan Llimona.

 
Las similitudes entre Ana Ozores y Emma Bovary resultan innegables, aunque hay matices que no se deben ignorar. Ambas se unen por el hastío vital y infelicidad conyugal. No obstante, Ana se diferencia de Emma su deseo de ser madre. Tampoco comparte con la protagonista de Flaubert esa tendencia a la ensoñación que le hace creer que el mundo es una novela. Ana Ozores sencillamente es víctima de la hipersensibilidad a la que la ha conducido su sentimiento de perpetuo abandono. Además, caben muchas dudas acerca de que Clarín pretendiese recrear en su personaje el tópico de la mujer infiel, pues quien lea atentamente se dará cuenta de que el escritor no ve en absoluto a la desgraciada joven de ese modo.
Debemos tener en cuenta la legislación del matrimonio en 1885, año de publicación de la novela. Por aquella época seguía en vigor la Ley de Matrimonio Civil de 1870, a falta de que en 1888 se aprobase por fin el tardío Código Civil Español, que fue incapaz de armonizar con los diferentes derechos forales.


Facsímil de la Ley de Matrimonio Civil de 1870 1/3

 
El Art. 4.2 de esta ley del Sexenio Liberal determina que, para contraer matrimonio, es imprescindible: “No adolecer de impotencia física, absoluta ó relativa, para la procreación con anterioridad á la celebración del matrimonio y de una manera patente, perpétua é incurable”.
Este precepto, heredero de la primera Ley de Matrimonio de España aprobada bajo el reinado de Isabel II, también fue recogido tácitamente con posterioridad en Código Civil, dentro del grupo de "errores de identidad" (Art. 73.4). Actualmente resulta anacrónico, pues difícilmente, hoy en día, se llega virgen al matrimonio por lo que cada vez es menos frecuente que alguien se tome, como en el caso de Ana Ozores con una decepcionante sorpresa después de haberse atado legalmente. Pero en una época donde la primera consumación sexual de la pareja se daba a partir de la noche de bodas, parecía lógico señalar en la impotencia masculina una causa de nulidad, si ésta era previa al matrimonio.


Facsímil de la Ley de Matrimonio Civil de 1870 1/3


Que nadie se equivoque, la ley de 1870 determina que el matrimonio es “perpétuo é indisoluble” en su Art. 1. No se habla de una posibilidad de divorcio, sino de declarar nulo el matrimonio, lo que para el derecho significa que éste nunca ha existido.
Téngase presente que la posibilidad de la nulidad por falta de consumación marital queda recogida también en el derecho canónico. Éste va incluso más allá, pues no sólo entiende la no consumación como causa de nulidad, sino como efecto de la mista. Incluso en la actualidad, la nulidad religiosa declarada por un tribunal eclesiástico católico sigue restituyendo la virginidad en los cónyuges. Particularmente divertidas de leer son las sentencias de tribunales eclesiásticos que, por los intereses políticos de las épocas, sentenciaban como nulos matrimonios de diferentes monarcas y otras personalidades, a fin de que estos pudiesen volver a casarse. La capacidad de estos tribunales para restituir a ambos cónyuges la virginidad, a pesar del leve inconveniente de que hubiese hijos de por medio, mediante complejos (y arbitrarios) procedimientos eclesiásticos es sin duda llamativa cuanto menos.

 Ilustración de la La Regenta de Joan Llimona

Un catedrático en derecho civil de la Universidad de Oviedo, como Clarín, no podía desconocer los términos de la ley vigente para el matrimonio. Así pues, cabe preguntarse por qué Clarín señala con tanto empeño que Ana y Quintanar nunca han compartido cama, lo que convierte su matrimonio en nulo a ojos del derecho.
La única explicación posible apunta a que precisamente el jurista que junto al escritor conformaba la personalidad de Clarín se apiadó de la protagonista y mediante un subterfugio legal, poco visible para la mayoría de los lectores, la absolvió del delito de adulterio, pues no se puede ser adúltero de un matrimonio que legalmente es inexistente. El jurista va incluso más allá, a través del personaje de Frigilis, quien en el desenlace de la novela actúa como un buen abogado, al consiguir que Ana herede las posesiones de su marido y la pensión de viuda. Se trata de otro principio jurídico básico, si un negocio jurídico (incluido el matrimonio) es declarado nulo, la parte que ha obrado de buena fe, en este caso Ana de quien nada indica que conociese la impotencia de su marido antes de casarse, puede defender sus propios intereses en el momento de deshacer el negocio, e incluso solicitar una indemnización a la otra parte.


Facsímil de la Ley de Matrimonio Civil de 1870 1/3

Bien es cierto que ni la ley de 1870 ni la vigente redacción del Código Civil permiten a un cónyuge, cuyo matrimonio se ha declarado en nulidad, el derecho a una pensión de viudedad. Si bien, cabe entender que el jurista Clarín, muy discreto en su influencia sobre el trabajo de novelista, no quiso enquistar la narración con tecnicismos legales y abandonó los efectos resultantes de la acción del derecho, a una velada alusión a los principios de la ley, casi simbólica. 



Bibliografía Consultada

ALVAR, Carlos. MAINER, José-Carlos. NAVARRRO, Rosa. Breve Historia de la literatura. Alianza Editorial. Madrid. 2012.
Alas "Clarín", Leopoldo. Pipá. CATEDRA Letras Hispanas. Madrid. 2010. Ed. Ramos-Gascón, Antonio.
Alas "Clarín", Leopoldo. La Regenta. Debolsillo. Sant Llorenç d'Hortons (Barcelona). 2007. Ed. Torres Nebrera, Gregorio.
Codigo Civil Español. Tecnos. Septiembre 2012. Ed. Erdozain López, José-Carlos y Bercovitz Rodríguez-Cano, Rodrigo.

lunes, 25 de marzo de 2013

Pies de foto a los "Episodios Nacionales"


Aunque nunca haya escrito ninguna entrada sobre Benito Pérez Galdós, es uno de mis escritores preferidos. Quizá la falta de lectura de textos teóricos sobre su obra haya supuesto el principal obstáculo para mí de caras a escribir sobre él.
Las muchas novelas de él que he leído han supuesto largas horas de felicidad en las que entraba en el mundo de este autor que construyó una realidad para sus personajes a partir del S.XIX español, en ocasiones más perfecta y real que la misma realidad. Me supone un acto arriesgado escribir acerca de él y su obra, pero prometo hacerlo más adelante.
Por ahora apartermos el texto teórico, pues lo que sigue son unos meros pies de foto para acomapañar a los 46 "Episodios Nacionales". Su lectura, que he hecho de manera salteada me ha gratificado a lo largo de más de tres años. Cualquiera de los volúmenes (y todos en conjunto) son una magnífica lectura.

Primera Serie (1873-1875) recrea los sucesos acaecidos en España desde la batalla de Trafalgar en 1805 hasta 1812 con la aprobación de la Constitución de Cádiz y la derrota francesa en la batalla de los Arapiles.

Con este libro se inician las memorias de Gabriel Araceli que constituyen la Primera Serie. Aquí se recrean los sucesos de la batalla naval de Trafalgar (1808) que se salva con la derrota de la armada franco-española frente a la inglesa.

Este episodio gira entorno al absurdo mundo que había en la corte del rey Carlos IV, un mundo de lujo palatino aislado de la realidad, donde quien en verdad gobernaba era Godoy.

La caída de Godoy y la abdicación de Carlos IV en su hijo Fernando VII el 19 de Marzo de 1808, durante el conocido como "Motín de Aranjuez" abren el volumen. Se cierra con el alzamiento civil del 2 de mayo del mismo año contra los invasores franceses en Madrid, seguido de los famosos "Fusilamientos de La Moncloa" un día más tarde.

La caída de Godoy y la abdicación de Carlos IV en su hijo Fernando VII el 19 de Marzo de 1808, durante el conocido como "Motín de Aranjuez" abren el volumen. Se cierra con el alzamiento civil del 2 de mayo del mismo año contra los invasores franceses en Madrid, seguido de los famosos "Fusilamientos de La Moncloa" un día más tarde.

Tras la derrota de Dupont, Napoleón supervisa él mismo una invasión a gran escala a España para someterla por completo. Galdós centra la acción de este episodio en la estancia del emperador en la ciudad madrileña de Chamartín, donde nadie quiso salir a verle, ni siquiera por curiosidad.

Entre 1808-1809 caer Zaragoza, una de las pocas ciudades españolas que había sabido oponer resistencia a la invasión francesa. Los horrores del cerco y la desesperación humana centran la intrahistoria (o historia de los personajes no históricos) del espisodio.

La ciudad catalana de Gerona también contó entre las pocas que resistió la ocupación napoleónica. Pequeña y aislada cayó tras una encarnizada resistencia en el diciembre de 1809. Este episodio destaca por su capacidad expresiva de patetismo exaltado, particularmente cuando escenifica la desesperación del hambre. Además, inicia las descripciones de Galdós sobre los catalanes, pueblo por el que el autor canario sentía un entrañable afecto y una gran admiración como se testimonia a lo largo de su extensa obra.

1812: Cádiz es la única ciudad española que no ha sido ocupada. A pesar del cerco, en ella se reunen importantes personalidades del la península y las colonias para redactar la primera constitución de España.

Durante este episodio Galdós ponen en contacto al joven Gabriel Araceli con el famoso guerrillero Juan Martín "El Empecinado". Recrea así la guerra de guerrillas que desgastó al ejercitó francés durante los más de seis años que duró la ocupación de España.

Con la batalla de los Arapiles (1812), victoria decisiva de las fuerzas anglo-españolas sobre los franceses, se cierra la Primera Serie.


La Segunda Serie de "Los Episodios Nacionales" (1875-1879) recre el convulso reinado de Fernando VII.
En lo personal, Galdós quedó bastante descontento con el resultado de esta obra, y al final del último volumen de la serie "Un faccioso más y algunos frailes menos..." promete no volver a practicar la novela histórica.

 
El título de "El equipaje del rey José" encubre con gran ironía como los franceses saquearon gran parte del patrimonio artísitco y cultural del país en su retirada.
En este episodio sucede la decisiva batalla de vitoria en 1813 que pone fin a la ocupación francesa.
Se abre el conflicto entre liberales y reaccionarios que va a marcar el curso del S.XIX en España.

"Memorias de un cortesano de 1815" recoge de la mano del personaje de Piapaón el ambiente en la corte de Fernando VII, quien pese a jurar la constitución de 1812, no dudó en dar un golpe de estado para restaurarse como monarca absolutista.
En este episodio se alude vagamente a la inminente pérdida de la colonias de ultramar.

"Memorias de un cortesano de 1815" recoge de la mano del personaje de Piapaón el ambiente en la corte de Fernando VII, quien pese a jurar la constitución de 1812, no dudó en dar un golpe de estado para restaurarse como monarca absolutista.
En este episodio se alude vagamente a la inminente pérdida de la colonias de ultramar.

Bajo el nombre de "El Grande Oriente" era conocida una de las principales logias masónicas españolas. En este episodio se refleja el convulso inicio del periodo constitucional y como los liberales actúan de un modo excesivamente represivo en lugar de conciliador.

El 7 de Julio de 1822 trató el rey de dar un golpe de estado para acabar con el régimen constitucional. Frustrado el golpe por el general Riego, Fernando VII ordenó a su guardias deponer las armas, bajo amenaza de una regencia impuesta por las Cortes.

Las conspiraciones de Fernando VII por fin surtieron efecto y al fin. Frustrados sus intentos de golpes internos, el rey buscó el apoyó de otro borbón, Luis XVIII de Francia, quien en 1823 envió al ejército de los Cien Mil Hijos de San Luis a España. La ocupación del país fue muy rápida, y se saldó con la derrota liberal y la restauración de la monarquía absoluta.

Conocido como "el año del terror" 1824 marca una fecha fatídica en la historia española: la represión con forma de ahorcamientos masivos sobre los liberales o simples sospechos de opositores a la restauración.

Pese a todo, Fernando VII introdujo algunas medidas reformistas, tales como la creación de un consejo de ministros.
Este suceso enfureció a los sectores más reaccionarios que se vieron ligeramente apartados del poder y empezaron a organizar motines de los conocidos como "los apostólicos".
Este episodio trasncurre en Solsona, Catalunya. En él se ve como la nobleza de espíritu de un joven reaccionario se ve defraudada por las conspiraciones de camarilla que rodean el alzamiento apostólico. Aunque liberal convecido, Galdós nunca quiso que su obra fuese un panfleto maniqueo, donde unos eran los buenos y otros eran los malos. Trató siempre de reflejar las pasiones y razones humanas siempre bullentes bajo los actos de los hombres.

Fernando VII tiene una hija, Isabel II, a la que hace jurar como Princesa de Asturias, tras derogar la ley Sálica. Centran la acción de la novela las conspiraciones cortesanas que consiguen que vuelve a aprobarla durante una enfermedad, para luego volver a derogarla definitivamente, así como la figura del infante don Carlos, a quien los apostólicos ven cada vez más claro como su candidato al trono.

Finalmente muere Fernando VII. Su hermano Carlos, desde el exilio, no reconoce los derechos de su sobrina Isabel II de apenas tres años, al trono, ni el gobierno de su cuñada, María Cristina de Borbón, reina regenta.
Se abre así una guerra civil en el país: la primera guerra carlista.

La Primera Guerra Carlista y las regencias de María Cristina de Borbón y del general Espartero centran la acción de la tercera serie (1898-1890).
Con ella vuelve Galdós a la novela histórica, con la que se había desencantado tras descubrir en las posibilidades experimentales del naturalismo frances en 1880. En sus "Memorias de un desmemoriado" habla el autor de "un olvido", en referncia a su interrupción de los "Episodios Nacionales".
Esta serie y las dos que la siguen se caracterizan por unas formas narrativas mucho más maduras y elaboradas.

 
 La figura del caudillo carlista, el general Zumalacárregui, abre la tercera serie. Su temprana muerte en el cerco carlista a la ciudad de Bilbao, supuso un duro golpe para la causa del pretendiente Carlos (V).

Mientras la guerra avanza por las tierras vascas, el mundo rural catalán y el levante, María-Cristina de Borbón inica una tímida transición al régimen constitucional con la aprobación del "Estatuto Real", sucedáneo de constitución.
Entre los muchos hombres a quienes encarga gobierno destaca Mendizábal, famoso por su desamortización.

En 1836, se da un golpe de estado en el palacio de la Granja, donde María-Cristina pasa unas vacaciones con sus hijas.
La conspiración liberal obedece a rencillas internas a Mendizábal e Isturiz, pero surte efecto y la reina arrestada por un grupo de oficiales proclama la Constitución de 1812. Si bien, como todo era una comeida pactada, en seguida se reforma la constitución en el punto la regencia, dado que el texto gaditando imponía que esta fuese ejercida por cinco personas en vez de por una sola. Un año después se aprueba la Constitución de 1837.
Mientras tanto, los carlistas, que han instalado su capital en la localidad de Oñate padecen sus primeras derrotas.

La batalla de Luchana constituyó una nueva derrota para la causa carlista cuyos adeptos trataron, una vez más sin éxito, de tomar Bilbao.

El general Cabrera, famoso por sus métodos sanguinarios, es el único caudillo carlista que sigue obteniendo victorias para Don Carlos en el Maestrazgo, región rural próxima a Castellón. Este episodio nos aproxima al tenebroso personaje.

"La Estafeta romántica" recoge la vida intelectual de Madrid durante los trágicos años de la guerra, y particularmente en 1837, cuando se teme que una expedición carlista comandad por el mismo don Carlos pueda saquear la ciudad.
Entre otros episodios importantes, se recogen en este volumen la muerte del periodista y escritor M. J. Larra.
1839, viendo la imposibilidad de ganar la guerra, el general carlista Maroto firmó en Vergara la paz con el general liberal Espartero. El pretendiente tuvo que exiliarse a Francia.
Un año después las fuerzas de Cabrera deponían las armas en Cataluña. La Primera Guerra Carlista había terminado.

 
Una vez acabada la guerra, María Cristina de Borbón, liberal por necesidad que no por convicción se convirtió en una "moderada". Su acción de gobierno trató de limitar la acción de las cortes y sobre todo de los municipios.
Ante este panorama, el general Espartero, apoyado los los liberales más radicales, forzó la abidación de la regenta que marchó para Nápoles. Él mismo se convirtió en regente de España.
Aunque anecdótica, la historia del Montes de Oca, conspirador en favor de María Cristina de Borbón, llamó el interés de Galdós que decidió dedicarle un volumen en esta serie.

Con el nombre de ayachucos (que alude a una derrota española en las luchas por la independencia de las colonias americanas) se conoce despectivamente a los soldados que sirven al general Espartero.
Este espisodio recoge los años de la desastrosa regencia de Espartero.

1843, Espatero es depuesto y se envía al exilio. Isabel II se convierte en reina.
Debe casarse con su primo Francisco de Asís, con fama de afeminado, homosexual e impotente.

La Cuarta Serie de los "Episodios Nacionales" (1902-1907) abarca todo el reinado de Isabel II desde 1843 a 1868.
Galdós sintió siempre una gran simpatía personal por la reina. Ésta se fortaleció todavía más cuando durante la redacción de esta serie se entrevistó con ella en 1904 en su exilio en Francia.
Veía el novelista a Isabel II como una figura trágica, huérfana de padre a temprana edad, separada de su madre a los diez años, atrapada en un mundo de conspiraciones cortesanas y palaciegas que no le supierona consejar una correcta forma de gobernar, casada con un marido a quien no amaba (Galdós no quiso profundizar demasiado en los truculentos entresijos morbosos de la relación) y finalmente destronada y exiliada por su pueblo.

En 1848 se suceden las revoluciones liberales por toda Europa. Su eco en España aunque muy débil se deja oír y la Constitución de 1845, de carácter moderado, empieza a ser mal vista.

Nárvaez, hombre fuerte del reinado de Isabel II fue presidente del gobienro en múltiples ocasiones. Líder de la facción moderada sus periodso de gobierno ser marcaron por el mantenimiento del status quo e incluso medidas de carácter reaccionario.

Aunque apartado del poder, Nárvaez siguió gobernando a la sombra. Mientras tanto la reina Isabel II empezó a depender más y más de los que Galdós llama "los duendes de la camarilla", cortesanos y frailes que pululaban por la corte.
Otros autores, refeljaron un mundo que Galdós sintió reparos en recrear: las perversiones sexuales de la reina, famosa por todo tipo de escándalos. Veanse obras como "La Corte de los milagros" de Valle-Inclán, o las pinturas de los hermanos Bécquer "Los Borbones en pelota" que caricaturizan estos hechos tan morbosos.

Este volumen se centra en la revolcuión de 1854, que echó del poder a los moderados y devolvió a Espartero al poder, en esta ocasión como presidente del gobierno.

O'Donell fue, junto a Narváez y Espartero, el otro gran presidente del gobierno de Isabel II. Llegó al poder en 1856, después de derrocar a Espartero.
Su primer gobierno de cuatro años seguidos, unos de los más largos del S.XIX, se fundamentó en la Unión Liberal que buscaba conciliar los intereses de moderados y radicales en un sólo partido, no siempre con el fin de obedecer al interés popular.

Este volumen recrea, con ojos muy críticos, la ocuapacion española de Tetuán en Marruecos, junto con otras ciudades del norte de África. La narración, realizada por un poeta, goza de una dolorosa expresividad lírica ante las injusticias presenciadas. Galdós nunca aprobó la expansión colonial.


1860, el hijo de Carlos (V), Carlos (VI) trató de realizar un pronunciamiento militar en Sant Carles de la Ràpita, en el sur de Cataluña, donde los carlistas llevaban tiempo guerrenado en las zonas rurales.
Con este fracaso se puso fin a la Segunda Guerra Carlista.

Una de las novelas más originales y más desastrosamente olvidadadas de Galdós es "La vuelta al mundo en la Numancia".
El buque de guerra "La Numancia" fue enviado a hacer la guerra a las alejadas aguas del Perú, en uno de los más disparatados delirios de O'Donell.
La narración recrea la dura vida en el mar y aquella guerra, más inútil y estúpida que la mayoría de las guerras. El barco viajó por muchos sitios de gran exotismo, de hecho volvió a España dando la vuelta al globo por el Atlántico. Además de la recreación del paisaje costense del Perú, recoge este episodio una elaborada descripción de las Filipinas y una interesantísima recreación de Thatí.

El general Prim merecía un episodio con su nombre. Artícife de la Revolución de 1868, trató de dar un golpe previo en 1865 que fracasó. El espíritu liberal que cristalizó tres años más tarde, harto de la cadena de gobiernos corruptos orquestados según el arbitraje de Isabel II, se refleja en esta novela, al tiempo que se nos aproxima a la figura del héroe del Sexenio Liberal.

Parece que fue a raíz de la entrevista que mantuvo con Isabel II en su palació parisino del exilio cuando Galdós tomó el gusto por apodarla "la de los tristes destinos".
Tras las sucesivas muertes de O'Donell y Narváez, la reina, "grande en desgracia" en palabras el escritor canario, es destronada por la revolución de septiembre de 1868.
La caída de la casa de Borbón y el inicio del Sexenio Liberal ocupan los asuntos narrativos de esta novela.

La Serie Quinta (1908-1909), también conocida como Serie Final de los "Episodios Nacionales" quedó incompleta.
Además Galdós tuvo que dictar la mayor parte a causa de su cada vez más pronunciada ceguera. Sin embargo, se aprecia en el texto la empeñada ilusión del autor en escribir una obra genuina. El Sexenio Liberal y la Restauración habían sido una constante a lo largo de las más importantes novelas de Galdós, véase, por ejemplo, "Fortunata y Jacinta" o "La Desheredada". Parece obvio lo mucho que le ilusionaba poder incluir estos sucesos históricos que había vivido en primera persona en sus "Episodios Nacionales".

Tras la partida de Isabel II se aprueba la Constitución de 1869, primera en garantizar el sufragio universal masculino. Sin embargo, la nueva Carta Magna mantenía la forma de estado monárquica, de modo que hubo de iniciarse la búsqueda de un rey.

Prim, que llegó a ser presidente del gobierno, encontró un rey en la persona de Amadeo de Saboya, hijo menor de Víctor Manuel II de Italia, quien termina aceptado la corona de España.
Para desgracia del nuevo monarca, su principal valedor que no otro que el general Prim, muere asesino prácticamente el día que el llega a España. El país se precipita a una situación dramática.

Amadeo I reinó entre 1870 y 1873. Galdós trata de condensar su caótico reinado en esta novela.
Poco querido por su pueblo, este rey estrangero de buena voluntad se sitió pronto solo y aislado. La inestabilidad política se convirtió en una constante. Para colmo estallaron dos guerras: la de la independencia en Cuba y la tercera guerra carlista en País Vasco y Navarra.

El 11 de febrero de 1873 por la noche Amadeo I abdica del trono de España. Ese mismo día se proclama la Primera República, poco querida y aún menos entendida por los ciudadanos.
El nuevo régimen murió el 3 de enero del año siguiente. En menos de un año de vida se sucedieron cuatro gobiernos; a la guerra en Cuba y a la nueva y a la nueva guerra carlista se sumó la insurrección cantonalista.
Los personajes protagonistas de esta serie viven las tribulaciones de este régimen y experimentan la indiferente sensación de inestabilidad política.
 
La ciudad de Cartagena fue el más duro núcleo de la insurrección nacionalista. Y fue en Sagunto donde el general Martínez Campos realizó el pronunciamiento que restauraba a Alfonso XII en el trono de España.
Después de que el 3 de enero de 1874 el general Pavía cerrase el parlamento, el país quedó en un estado de ambigüedad en cuanto a la forma de estado. El general Serrano tomó el poder. Durante este periodo se sofocó la insurrección cantonalista y la tercera guerra carlista.

Alfonso XII entra tirunfante en Madrid en 1875. Del gobierno y la redacción de la nueva Constitución de 1876 se encarga Cánovas Del Castillo, que da nombre al último volumen de los "Episodios Nacionales".
Esta novela recoge el ambiente social de los primeros años de la Restauración, así como algunos episodios anecdóticos de la misma, tales como la prematura muerte de la reina María De las Mercedes.