que desliza al olvido
las angustias de los sucesos tristes.
A veces eterniza
los efímeros rastros
de la felicidad en nuestra vida.
Entonces vuelvo a verte…
Vas vestida de fiesta.
Tu vestido negro sabe que atrae
Cuando se pliega en tu silueta.
La voz de tus ojos de niña mala
siempre supo esconderse
por
la noche
Cada vez que recuerdo
como hablaban tus miradas marrones
siento el remordimiento
de no haber confesado
el dolor de tu perpetua ausencia.
La parte de mi silencio que echó
tu tiempo de mis horas…
la parte de tu tiempo que adquirí
como un premio fortuito
recuerdan la caricia de tu presencia
y mi peor pecado:
que es la dureza de tu cruel distancia.
27 de abril de 2013
Eduard Ariza
"La parte de mi silencio que echó
ResponderEliminartu tiempo de mis horas"
Muy buena forma de decir lo que se intuye pero ninguna formulación certera puede comunicar. Aquí está la fuerza de la poesía.
La distancia cruel acaba siendo la consecuencia de un pecado aconfesional: su causa, ese desahuciador no decir cuando hay que hablar. Sutil y sugerente.
Muchas gracias por tus amables palabras. Hace tiempo que no consigo escribir nada que me satisfaga demasiado en poesía. A ver si últimamente hay más suerte.
Eliminar