Los zarpazos del poder
parecen embriagados por rosas de cocaína.
Sueña el despotismo la pesadilla ajena.
Por eso a veces el alma se viste de miel.
Para redimir la cobardía,
los nenúfares de metal se niegan a ahogarse.
Flotan en las calles.
Florecen
en las plazas.
Las cadenas se hartan de sangre.
Entonces las palabras dan voz a la tela
y un coro descompasado
compone improvisados himnos de libertad.
El murmullo se hace grito.
Del cansancio brota la valentía
y
se hará oír
aunque se vomite sangre en el asfalto.
Ahora la protesta
(ya
habrá tiempo de silencios).
Por un instante el medio de la derrota
se eclipsa
y
hasta el dolor de la herida
se duerme soñando justicia.
1 de Agosto de 2015
Eduard Ariza
Algunes imatges del que representa una manifestació han estat molt ben trobades.
ResponderEliminar"y hasta el dolor de la herida
se duerme soñando justicia"
Moltes gràcies Galderich!! Ha estat un poema que s'ha escrit amb molta calma i reflexió, més metòdica que no pas sentimentalment.
EliminarMoltes gràcies Galderich!! Ha estat un poema que s'ha escrit amb molta calma i reflexió, més metòdica que no pas sentimentalment.
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