Como latidos en los
peldaños, suenan los pasos
mientras el arte que
transmuta estaño en comida
agita sus zumbidos.
La estatua del vacío
se llena de luz, para
edificar lo profundo:
El espacio y los colores.
Ahora todo está a
punto.
El tiempo en ocasiones
pesa demasiado,
electriza la sangre y
duerme la voluntad
en el sueño del impulso.
Si el rastro en plata
que sombrea los cometas se
hiciera carne
(y la palabra se hiciera
conciencia)
serían como ella.
El deslinde aromático de
avellanas y tierra roja
marca el fin del vacío
y el inicio de su presencia.
Después las primeras
palabras -en lengua de nubes-
se derraman fugaces en
púrpura...
Ahora todo
está bien.
(Algún día haré de las
palabras pintura
y en el marmóreo blanco
del papel
fotografiaré tu cuerpo [de
escándalo].
[Tal vez desnudo].
Pero hoy no.)
25 de setiembre de 2015
Eduard Ariza
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