El mundo según Dante. |
Nota. Estos apuntes forman parte de un trabajo para filología hispánica sobre la Divina Comedia.
Ya hemos
comentado en el apartado anterior el carácter ontológico de la Divina Comedia que no se limita sólo una
vía teológica, sino que en base a esta proyecta un orden social. Es muy
interesante analizar, a través de la distribución geográfica de infierno,
purgatorio y paraíso y de las personas que en él se encuentran una parte de
este orden más allá de la noción del Estado-Iglesia y de un ideal moral.
Al lector
contemporáneo Dante le resulta inclusive cruel. La idea del tormento eterno ya
es difícil de asumir para quienes hemos sido educados en una sociedad prudente
en la imposición de penas frente a los delitos además de para que estas no sean
inhumanas ni supongan un trato degradante. Sin embargo, de la Divina Comedia lo que nos descorazona de
los cantos del infierno es que no hay clemencia, no hay justificación o
exculpación ni desesperación que absuelva de la cólera de la Dios. Pier de la
Vigna, por ejemplo, se suicida no precisamente "por gusto", ni
siquiera por un proceso depresivo agravado, sino por miedo, para cesar las
torturas a las que estaba siendo sometido en los calabozos imperiales. Estas
circunstancias no le sirven de nada, acaba en el infierno.
Infierno de Dante. |
Otro episodio
particularmente impactante, por el que de hecho Dante fue hasta criticado en su
época, es la ubicación que impone a Bruneto Latini en el infierno. Hay que
suponer que la homosexualidad de este hombre docto era, como en tantos otros,
un secreto a voces, del que nadie hablaba públicamente para no manchar la
reputación de un ciudadano ilustre. A menudo cuesta entender el criterio,
porque en el purgatorio, el peregrino encontrará a homosexuales que sí podrán
llegar al cielo. ¿Qué les distingue de los del infierno? En ningún momento se
le aclara al lector. Pero no es eso lo que aquí nos interesa tanto como la
contundencia implacable del castigo. Aunque no termine de argumentarlo
pormenorizadamente, si Dante cree, por las razones que sean, que alguien ha
pecado gravemente lo condena, sin importar el afecto que le tuviera. De hecho
el saludo a Bruneto por parte del peregrino es de los más afectuosos de toda la
obra.
Tampoco es
"excusa" haber nacido antes de Cristo. Todos los no bautizados
-excepción hecha de los antiguos profetas y primeros padres que serán llevados
por Cristo al cielo- están el Limbo. Nunca tendrán la posibilidad de salvarse. En
su conversaciones celestiales, Beatriz y otros santos le convencen inclusive de
que no es excusa no ser cristiano por haber nacido en el Ganges y no haber oído
nunca el nombre de Cristo. Fuera del culto cristiano no hay salvación posible.
Incluso en el
paraíso vemos que el primer círculo lo forman personas que han roto contra su
voluntad sus votos religiosos. Ciertamente por estar en el paraíso ya se
sienten satisfechos y ya no aspiran a más. No obstante, no deja de ser
llamativo que se les "eche en cara" haber sido obligados a quebrar
sus promesas a Dios.
Sin embargo,
esta justicia tan estricta parece admitir excepciones. Ya hemos citado al
emperador Trajano, un pagano en el cielo. Pero más interesante resulta
testimoniar la presencia de Saladino y Averroes no en el infierno, sino en el
limbo. ¿Por qué? ¿No deberían estar enterrados en una tumba, con las piernas
llameantes junto a Epicuro, Mahoma y el resto de cismáticos y heréticos? Más
chocante es aún que la custodia de la puerta del purgatorio quede en manos de
Catón de Útica, quien no sólo es pagano sino suicida.
El poeta Dante, al fondo, la montaña del Purgatorio, sobre ella el Paraíso Terrenal. |
En estos casos
excepcionales podemos afirmar que si existe una cierta "ponderación"
en la determinación de dónde se ubica al personaje. En el caso de Trajano su
reputación de gobernante ejemplar pesa demasiado para un Dante defensor del
Imperio para dejarlo en el Limbo. Averroes se salva por el alto valor de su
obra, cuya traducción tras la toma de Toledo, contribuyó a redescubrir gran
parte del saber clásico para la Europa cristiana. Del mismo modo, Saladino
representa un ideal de caballero incluso para un cristiano. Catón, por su
parte, personifica el modelo del hombre estoico tan valorado en la época
medieval por el cristianismo, que veía en el estoicismo el carácter a adoptar
frente a las pruebas a que Dios somete a los hombres en su vida cotidiana.
Un breve
análisis de la geografía del infierno y el purgatorio dantescos nos revela
algunos datos de interés. Los primeros círculos del infierno recogen la
lujuria, la gula, la avaricia, la prodigalidad, así como la ira y la pereza. Vemos
en ellos una serie de pecados que se cometen más por exceso que por verdadera
voluntad.
A partir de ahí,
descendemos a otros pecados más graves, las diversas formas de violencia como
los suicidas -violentos contra sí mismos-, los blasfemos -violencia contra
Dios-, o la sodomía -violencia contra la naturaleza. Un círculo por debajo, en
el octavo, Dante ubica las diversas formas de fraude. Es interesante constatar
la abundante presencia de "aduladores" y malos consejeros que el
poeta ubica en sitúa profundo círculo sometiéndolos a los más crueles castigos.
Son los responsables de la desviación del poder imperial.
Pero el pecado
más grave para Dante es la traición. Esto debe ponerse en relación con el
mandato cristiano de "dar bien por mal". Nada hay más opuesto a
Cristo que dar mal por bien.
Como podemos ver
en el purgatorio no tienen cabida los últimos pecados. Se trata de pecados
característicos del exceso, en palabras de Mira, y que únicamente causan daño
al propio ser, sin tener una víctima específica fuera del yo. Así pues los
círculos del purgatorio distribuyen a soberbios, envidiosos, iracundos -que no
violentos-, perezosos, avaros, a quienes pecaron de gula y diversas formas de
lujuria leve.
El Infierno de Dante. |
Incluso en los
tres primeros círculos del paraíso encontramos formas de inconstancia
-voluntarias o no-, los iracundos y los amantes. Podemos ver que los pecados
más leves, aquellos que se comenten involuntaria simplemente por abandonarse a
los impulsos primarios no impiden entrar en el cielo.
Es interesante
ver que las esferas cuarta, quinta y sexta del paraíso se reservan a sabios,
guerreros de la fe y buenos gobernantes. Ciertamente encontramos entre ellos a
muchos teólogos monásticos y santos, pero también figuras laicas que
simplemente ejemplifican valor militar o el arte del buen gobierno.
Los tres últimos
círculos recogen las máximas virtudes de cristianismo: quienes llevaron una
vida contemplativa, aquellos que representan las cumbres de la iglesia, el
primer móvil -noción claramente aristotélica- y el empíreo, la morada de Dios.
Otro dato de interés es el contraste entre la sima más profunda del infierno,
con la cima más alta del cielo. En ambos lugares impera una atmósfera estética,
pero frente a la primera donde la rigidez del hielo apenas permite a Lucifer
rumiar a sus víctimas por la eternidad, el primer motor estático en su
solemnidad impulsa el mundo irradiándolo de virtud.
Dante |
En síntesis, el
sistema de justicia que Dante brinda al lector y que se plasma en la
distribución geográfica de los lugares recorridos por el peregrino es absoluto.
Al lector contemporáneo se le antoja incluso despótico, sin embargo es la
plasmación de las aspiraciones morales de una época. Aspiraciones que en caso
de quererlas criticar con precisión, debemos esforzarnos por entender, en lugar
de condenarlas a primera vista.
Eduard Ariza Ugalde
Bibliografía Consultada
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