No cabe duda de que Cela pretende describir la complejidad humana de
una sociedad, una sociedad de posguerra, en La Colmena (1951). Es
preferible, no obstante, evitar hablar de “relaciones humanas”. Francamente,
definir los contados roces y frecuentes fricciones de la novela como
“relaciones” puede dar pie a muchas confusiones. Si se usa este concepto aplicando
su idea en la novela psicológica de principios de S.XX o en la
realista-naturalista decimonónica, vemos que la convivencia, tal como don
Camilo la muestra en esta obra, entre su centenar de personajes (por cierto,
ninguno de ellos cura o militar) se distancia bastante como aparece en los
otros géneros. Aquí las relaciones humanas no se basan en vínculos profundos de
emociones enraizadas cuya sofisticación permite sostener la trama argumental de
la novela. Más bien parecen contactos ocasionales fruto de la casualidad, y,
tal vez, con este último término “contactos” fuese hablar de la convivencia de
los personajes de La Colmena.
Don Camilo José Cela (1916-2002), autor de La Colmena y Premio Nobel de Literatura en 1989.
La falta de profundidad no es incompatible con lo vínculos que se
establecen, ni siquiera con la ola de emotividad que se desata al final, cuando
los personajes se entera de la nueva caída en desgracia de Martín Marco que él
ignora. Aunque el autor no pretenda escenificar “las relaciones humanas”, para
prosificar la esencia del Insomnio
de Dámaso Alonso, debe configura
toda la psicología trágica de una sociedad; la psicología no existe sin las
emociones.
Lev Tolstoi (1828-1910), autor de Guerra y Paz
¿Qué papel ocupa la literatura en esta sociedad? Las quejas de Martín
Marco sobre el maltrato que sufren los intelectuales como él muestran cuan
arrinconada queda la cultura en este Madrid de miseria. La escasa aparición
sólo de tres escritores a lo largo de la novela escenifica esta tendencia. Esta
dosis tan menguada de metaliteratua se presenta, además, de manera muy curiosa,
siempre al servicio del retrato psicólogico colectivo, que representa el
personaje o la escena concreta en el que aparece.
Friedrich Nietzsche (1844-1900), autor de La Aurora.
Tolstoi no aparece por la palabra escrita sino en la representación de
esmalte coloreada de la sortija que lleva Celestino Ortiz, dueño de un pequeño
bar en la calle Narváez. De ideas próximas al anarquismo, don Celestino luchó
en la guerra civil al lado de Cipriano Mera, dirigente de la CNT. Si lleva una
imagen de Tolstoi es porque el célebre escritor ruso fue asimilado por el
movimiento anarquista dadas sus convicciones pacifistas, su oposición al
servicio militar obligatorio, sus críticas a la iglesia (recuérdese que Tolstoi
murió excomulgado), y sus convicciones del establecimiento de un libre albedrío
social mediante la bondad natural de los hombres (que les daba la religión;
aunque esto siempre lo omitió el movimiento anarquista, dado su postulado
ateísta). Paradójicamente, el tabernero, que lleva la imagen de un devoto
cristiano en el dedo, lee, bajo la barra del bar, “con devoción”, un
destartalado volumen de La Aurora de Nietzsche, un libro censurado en la
época.
Carmen Laforet (1921-2004), autora de Nada.
Tolstoi y Nietzsche convergen en don Celestino para explicar la
contradicción social de tantas mentes de la época. También muestran la
imposibilidad de materializar los elevados ideales en el mundo de la postguerra.
Martín Marco acusa al tabernero de hipócrita por leer La Aurora, pero querer cobrarle la cuenta para pagar el impuesto, ahora que sabe
que no tiene dinero. Más tarde, durante su delirante monólogo, el joven y
desquiciado poeta admite que antes que lo perdurable hay que comer; más que los
libros, le valdría la pena un diente de oro que pudiese vender.
Imagen alta y tierna de consuelo,
aurora de mis mares de tristeza,
lis de paz con olores de pureza
¡precio divino de mi largo duelo!
Martín Marco recita estos versos a Pura en el capítulo sexto. Este
cuarteto pertenece a los Sonetos
Espirituales (1917) que
Juan Ramón Jiménez dedicó a su esposa, Zenobia Camprubí. El poeta mogareño
recibe una gran admiración entre los escritores durante la posguerra. No es
coincidencia que Carmen Laforet ponga unos versos suyos de anteprólogo en Nada (1945) ni que sea el único autor citado en La Colmena. Pura no sabe
quién es Juan Ramón, tampoco entiende los deseos que Martín enmascara tras
estos versos de amor.
Juan Ramón Jiménez (1881-1958) con su esposa Zenobia Camprubi (1916-1956)
En la España de posguerra la cultura o no se entendía o se desconocía.
Nunca se hicieron esfuerzos para invertir esta tendencia que perdura desde
entonces.
És ben cert que la incultura perdura i perdó pel ripi.
ResponderEliminarM'ha encantat el teu article que m'imagino deu procedir de les teves lectures de facultad i dels treballs que n'has de fer.
Mai he pogut connectar amb Cela i no és per motius personals ja que jo m'esforço sempre en separar l'obra del personatge. Vaig llegir-li un recull d'articles "Cajón de sastre" i -jo era molt jove- em vaitg adonar del seu talent i riquesa lingüística. Vaig intentar després "La colmena" i certa falta d'acció me'l va fer deixar. Ara penso que devia ser un precedent de "Vidas cruzadas" de Carver però ho dic sense aprofundir-hi.
Un plaer llegir-te bevolgut Eduard!
Jo crec que sempre hi ha autors que encara que reconeguem que són bons, per uns motius o altres, no acabem d'entrar a la seva obra. Això és un problema menor.
EliminarDe fet, "La Colmena" no l'hem treballat aquest any. La vaig llegir per plaer. Em va sorprendre la presència d'aquests tres autors en ella. Així que vaig decidir fer-ne un breu escrit, que d'altra banda no sé si té uns fonaments massa sòlids.
Moltes gràcies Gloria.
Está muy bien este detalle, Eduard, de ese fragmento de vida que, según Cela, pretendía ser su Colmena. Por encima de las polémicas que pueda suscitar Cela, esta obra es, como mínimo una de las mejores expresiones de la transición entre la angustia existencial y la literarura social. En ese aparente no pasar nada, pasa todo lo que pasaba... Tú has focalizado la lectura en un aspecto sobre el que, habitualmente, no se centra la atención. La obra, más conocida,seguramente, por la versión cinematográfica de Mario Camus, recoge muy bien la tristeza de los versos de Juan Ramón Jiménez que Martín Marco le recita a la prostituta Pura. Metaliteratura en la novela social.
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