Fray Melchor era uno de tantos
vástagos de las familias de conversos españoles que a finales del S.XVI tomó
una vocación religiosa. Su padre, aunque de mala reputación religiosa, formaba
parte de la aristocracia mercantil de Burgos, hecho que permitió al joven
Melchor tener relaciones permanentes con Brujas o Londres. En la última ciudad
se hallaba el joven Melchor cuando tuvo su primera aparición divina. Tomó los
hábitos de San Francisco de Asís y volvió a España. Su intención inicial era
irse a propagar al África, pero al ver los monasterios españoles, le pareció
más urgente la reforma de estos que la conversión de nuevos fieles.
Dios le había dicho: “Tu eres
Melchor, a quien desecharán los edificadores, pero que muy pronto serás piedra
angular del edificio.” Esto le dio fuerzas para ser osado, hasta el extremo de
no temer el martirio.
San Juan de la Cruz
Una vez en la Península, muchas
de las primeras “beatas” empezaron a rodearle. Gentes como la madre Juana de la
Cruz, Sor María de Santo Domingo, apodada la Pirdrahita, o la madre Marta. La
condición de beatas de estas mujeres reconocidas por la iglesia, protegerá al
osado predicador cuando empiece a hacer sus predicciones. Si bien en un
principio es ignorado, en el momento que las mujeres que le siguen empiezan a
adoptar primigenios estilos de vida “iluminista”, reafirmados luego por los
místicos de la segunda mitad del siglo; la iglesia solicitará una
investigación. Ésta se agrava ante lo osado de sus profecías y a que muchos
conversos le siguen como a un líder.
Este fraile se ha atrevido a
anunciar la caída de la silla de San Pedro y la marcha del futuro pontícife a
Jerusalén, la tierra que verdaderamente mana leche y miel. Pronostica un
reinado de paz y felicidad. Se atreve a añadir que es voluntad de Dios que la
Tierra Santa no sea recuperada por la fuerza de las armas, sino de manera
pacífica.
Fray Luis de León
En circunstancias normales la inquisición, rapaz y sanguinaria, hubiese quemado a este hereje o le hubiese torturado hasta conseguir que se retractase de su fe. Afortunadamente, encontró dos poderosos aliados. Uno de ellos fue su amigo Fray Andrés, persona cercana al cardenal Cisneros, quien además de obispo de Toledo y máxima autoridad religiosa en España, ostentaba de facto el gobierno de Castilla como regente. El otro, fray Juan De Cazalla. Éste eminente erasmista simpatizaba con fray Melchor por razones más ideológicas que personales. También él creía muy necesaria la reforma de la iglesia, y, aunque se mostró poco abierto al misticismo, a la fuerza tuvo que simpatizar con él, pues su hermana María De Cazalla, fue de las primeras “iluministas” españolas.
Cardenal Cisneros
Fray Andrés y fray Juan enviaron
sus respectivos informes al cardenal Cisneros. En estos se constaba que, pese a
los indicios de herejía, no se podía hablar tampoco de obras maléficas. Las
profecías de fray Melchor entraban en la línea trazada por Bovelles, Santa
Brígida, Santa Catalina de Siena y Sant Vicent Ferrer. En más de una ocasión,
había dudado de sus convicciones y había recurrido al confesionario como
cualquier hijo bienintencionado de la iglesia. No había pues motivos para
condenarla.
Una última cosa quedaba por
tratar. Una de las profecías de fray Melchor conectaba directamente con otra de
San Francisco. Según los términos de antes, un verdadero pontícife habría de
venir para derrocar al pseudopapa que reinaba en Roma y restaurar el verdadero
orden cristiano. La cuestión es que fray Melchor precisó que este futuro papa
pertenecía a la orden de los franciscanos, como Cisneros. Fray Andrés, en su
informe, rechazó esta profecía, aunque paradójicamente aconsejó a Cisneros que
intentase hacerse con la tiara pontificia. Fray Cazalla ni siquiera menciona
esta profecía en su informe, pero ello no era requisito sine qua non para
expresarle su deseo de verlo pronto convertido en líder espiritual del
cristianismos.
Sepulcro de Santa Teresa de Jesús
Fray Melchor terminó sus días
tranquilo, en un confortable olvido. Su presencia histórica en el S.XVI quedó
eclipsada por las figuras de San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús e
incluso, fuera del grupo místico, por ascetas como fray Luis de León. Sin
embargo, no deja de se muy característico de la naturaleza española que muchos
“iluministas”, monjes y hasta clérigos de buena posición en la jerarquía
pusiesen en el prelado franciscano de Toledo, durante algunos años, unas
esperanzas casi mesiánicas que pretendían erigirlo en reformador de la iglesia
y del mundo; todo por una profecía cuyo autor era desconocido para la mayoría.
El fenómeno, ya sin profecía, volvió a repetirse años después. Cuando Carlos I
pudo hacerse con el título de Emperador, muchos volvieron a hacer corro a su
alrededor considerándolo redentor del cristianismo y restaurador del imperio de
Carlomagno.
Tumba del Cardenal Cisneros en Alcalá de Henares.
Una cosa distinguió a Cisneros
del hijo de Juana I la loca: nunca abandonó la realidad, ni se permitió
endiosarse por los aduladores más o menos bienintencionados que pudiesen
congregarse entorno a él. Confesor de Isabel la Católica y dos veces regente
del reino, además de otras tantas de presidente de la Junta de Castilla, el
cardenal sabía muy bien que, por grande que fuese su poder en la Península,
ganar un conclave quedaba totalmente fuera de su alcance; y menos aún alcanzar
el trono de San Pedro a la fuerza para luego llevarlo a Jerusalén mediante la
paz.
Els segles XV-XVII l'era dels grans cardenals a Europa. Ara sembla que algun cardenal messetari pretén recuperar-la. D'il·luminats no en falten.
ResponderEliminarMolt bona reflexió Clidice. La veritat és que no se m'havia acudit. ;)
EliminarLa frontera entre la il·luminació i l'heretgia no existeix. Qualsevol il·luminat està fora de l'ortodòxia sigui del tipus que sigui.
ResponderEliminarMalgrat tot, curiós aquest Melchior que va tenir la gran habilitat (potser per això va ser profètic) de nedar i guardar la roba en aquella època! Molts van tastar la foguera...
S'ha de saber ser hàbil en aquesta vida. Jajaja. Sí que tens raó, sí en això que entre la il·luminació i l'heretgia no hi ha diferència.
EliminarMuy interesante la aproximación a un periodo en el que, como suele ocurrir, los grandes árboles no dejar crecer con su sombra a otros que, en otro contexto, podrían progresar y afirmarse en su presente para poder ser futuro. Bajo San Juan de la Cruz o Fray Luis de León yacen olvidados otros nombres, eclipsados.
ResponderEliminarInteresante ese Cisneros, que vino a ser una especie de humanista católico muy a tener en cuenta para entender el periodo.
Todo el artículo me salió a propósito del ensayo de Batallion "Erasmo y España". De los muchísimos temas que se abordaban en él quería escribir sobre alguna curiosidad, poco conocida. Fray Melchor, en ese sentido, me pareció una opción óptima.
EliminarHe visto en facebook que has hecho un nuevo hallazgo de tu querido Quiroga Pla. ¡Enhorabuena!