Le he dedicado muchas horas de lectura a la historiografía clásica, un
género interesante por diversas razones. Evidentemente el interés histórico es
la primera. Las páginas de Herodoto, Tácito o Salustio contienen una época
vista con posterioridad a los sucesos que exponen, pero relatadas por quienes
todavía pertenecían a esas civilizaciones.
No faltará quien diga que el historiado moderno poco interés encuentra en
la vieja historiografía clásica. Ni quien replique que la deshumanización del
ensayo histórico de nuestros días ha apartado de ellos al gran público y lo ha
reducido a lecturas de autoconsumo para los propios historiadores.
Portada de Los Doce Césares
Sea como sea, aunque hoy se afirme lo contrario, el historiador romano y
griego no se despreocupa por la economía ni mucho menos por las leyes. Simplemente
explica la historia desde la voluntad de los grandes hombres y no desde su
productividad financiera. No obstante, recoge cualquier factor que explique el
desarrollo de su sociedad. Por convicción, no separa con claridad los límites
entre la leyenda y la historia. En ocasiones, como Tácito, recoge la versión
mítica de los sucesos junto a otras más verosímiles. Pero entendamos que para
el historiador clásico renunciar a sus dioses, por increíble que su
intervención entre los hombres sea, hubiese sido tan traumático como para el
moderno historiador cristiano negar por completo la divinidad de Cristo.
Ilustración de Seutonio en Las Crónicas de Núremberg.
La tradición, la descripción de los discursos, los sucesos bélicos y las
pequeñas anécdotas que casi rayan el costumbrismo son la base de esta forma de
narrar la historia. ¿Qué no se rige por las pautas modernas? Cierto. Pero
consigue sus objetivos: preservar la memoria colectiva de su pueblo, como una
verdadera memoria y no una lista de cifras, de tal modo que aún hoy la
revivimos los sucesos de entonces; y agradar a sus lectores, a quienes en
última instancia se dirige.
El estilo, no obstante, no siempre es diáfano. Algunos historiadores
componen sus crónicas con una pesada densidad. Son muchos quienes para empezar
a explorar este género recomiendan empezar por César y sus Comentarios de la
Guerra de las Galias. Personalmente, quizá porque yo lo hice así,
recomiendo antes Los Doce Césares de Seutonio. Su texto ocupa un periodo
de tiempo más dilatado, lo que le concede más dinamismo que a la narración de
César, además, aunque, por razones obvias el lector actual no lo perciba, su
latín es más pulcro.
Los Doce Césares de Seutonio.
La obra se compone de doce pequeñas biografías de los primeros emperadores
romanos. Empieza con Julio César. Prosigue con la dinastía Julio-Claudia:
Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón. Recoge también a los cuatro césares
del año 68-69, o año de los cuatro emperadores: Galba, Otón, Vitelio y
Vespesiano. El último junto con sus hijos, Tito y Dominiciano forma la dinastía
Flavia que cierra la obra.
Este periodo de la historia de Roma no sólo suscitó el interés de Seutonio.
Tácito dedica también a los doce primeros césares sus Anales e Historias. Pero el enfoque de Seutonio es íntimamente biográfico, sin divagar
demasiado en los grandes eventos históricos. Sus retratos de cada emperador
siempre mantienen la siguiente estructura: vida antes de reinar, su reinando
enumerando primero las grandezas seguidas de los abusos, los vicios y las
perversiones tanto en el ámbito público como en el privado, y finalmente la
muerte y exequias.
Bustos de Julio César, Augusto y Tiberio.
Su criterio narrativo suele gozar de una notable
objetividad. Tiene sus prejuicios, especialmente hacia las obscenidades
sexuales, la promiscuidad y la homosexualidad del emperador si gozaba de otro
hombre, por decirlo en palabras actuales, como pasivo; lo que, por cierto, era
muy frecuente. Salvando estos puntos de su moral, sus elogios suelen
argumentarse tan bien como sus críticas. Su único favoritismo hacia Otón se
explica porque el padre del historiador luchó por este emperador que apenas
reinó treinta días.
Efigie de Otón, único emperador a quien Seutonio ennoblece deliberadamente.
Seutonio es un maestro en mezclar sucesos históricos
con anécdotas. Su obra goza de un elevado nivel de concisión exquisito. En su
conjunto es un buen punto de partida para quien desee aproximarse o simplemente
conocer un poco la historiografía clásica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario