lunes, 16 de septiembre de 2013

Apuntes: Seutonio



Le he dedicado muchas horas de lectura a la historiografía clásica, un género interesante por diversas razones. Evidentemente el interés histórico es la primera. Las páginas de Herodoto, Tácito o Salustio contienen una época vista con posterioridad a los sucesos que exponen, pero relatadas por quienes todavía pertenecían a esas civilizaciones.
No faltará quien diga que el historiado moderno poco interés encuentra en la vieja historiografía clásica. Ni quien replique que la deshumanización del ensayo histórico de nuestros días ha apartado de ellos al gran público y lo ha reducido a lecturas de autoconsumo para los propios historiadores.

Portada de Los Doce Césares

Sea como sea, aunque hoy se afirme lo contrario, el historiador romano y griego no se despreocupa por la economía ni mucho menos por las leyes. Simplemente explica la historia desde la voluntad de los grandes hombres y no desde su productividad financiera. No obstante, recoge cualquier factor que explique el desarrollo de su sociedad. Por convicción, no separa con claridad los límites entre la leyenda y la historia. En ocasiones, como Tácito, recoge la versión mítica de los sucesos junto a otras más verosímiles. Pero entendamos que para el historiador clásico renunciar a sus dioses, por increíble que su intervención entre los hombres sea, hubiese sido tan traumático como para el moderno historiador cristiano negar por completo la divinidad de Cristo.

Ilustración de Seutonio en Las Crónicas de Núremberg.
 
La tradición, la descripción de los discursos, los sucesos bélicos y las pequeñas anécdotas que casi rayan el costumbrismo son la base de esta forma de narrar la historia. ¿Qué no se rige por las pautas modernas? Cierto. Pero consigue sus objetivos: preservar la memoria colectiva de su pueblo, como una verdadera memoria y no una lista de cifras, de tal modo que aún hoy la revivimos los sucesos de entonces; y agradar a sus lectores, a quienes en última instancia se dirige.
El estilo, no obstante, no siempre es diáfano. Algunos historiadores componen sus crónicas con una pesada densidad. Son muchos quienes para empezar a explorar este género recomiendan empezar por César y sus Comentarios de la Guerra de las Galias. Personalmente, quizá porque yo lo hice así, recomiendo antes Los Doce Césares de Seutonio. Su texto ocupa un periodo de tiempo más dilatado, lo que le concede más dinamismo que a la narración de César, además, aunque, por razones obvias el lector actual no lo perciba, su latín es más pulcro.

Los Doce Césares de Seutonio.

La obra se compone de doce pequeñas biografías de los primeros emperadores romanos. Empieza con Julio César. Prosigue con la dinastía Julio-Claudia: Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón. Recoge también a los cuatro césares del año 68-69, o año de los cuatro emperadores: Galba, Otón, Vitelio y Vespesiano. El último junto con sus hijos, Tito y Dominiciano forma la dinastía Flavia que cierra la obra.
Este periodo de la historia de Roma no sólo suscitó el interés de Seutonio. Tácito dedica también a los doce primeros césares sus Anales e Historias. Pero el enfoque de Seutonio es íntimamente biográfico, sin divagar demasiado en los grandes eventos históricos. Sus retratos de cada emperador siempre mantienen la siguiente estructura: vida antes de reinar, su reinando enumerando primero las grandezas seguidas de los abusos, los vicios y las perversiones tanto en el ámbito público como en el privado, y finalmente la muerte y exequias.

 Bustos de Julio César, Augusto y Tiberio.

Su criterio narrativo suele gozar de una notable objetividad. Tiene sus prejuicios, especialmente hacia las obscenidades sexuales, la promiscuidad y la homosexualidad del emperador si gozaba de otro hombre, por decirlo en palabras actuales, como pasivo; lo que, por cierto, era muy frecuente. Salvando estos puntos de su moral, sus elogios suelen argumentarse tan bien como sus críticas. Su único favoritismo hacia Otón se explica porque el padre del historiador luchó por este emperador que apenas reinó treinta días.

Efigie de Otón, único emperador a quien Seutonio ennoblece deliberadamente.

Seutonio es un maestro en mezclar sucesos históricos con anécdotas. Su obra goza de un elevado nivel de concisión exquisito. En su conjunto es un buen punto de partida para quien desee aproximarse o simplemente conocer un poco la historiografía clásica.

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