(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y blancos días."
Jorge Luis Borges, Ajedrez
Portada de Don Sandalio, jugador de ajedrez, de don Miguel Unamuno.
Unamuno, ególatra como pocos, vivió angustiado por la inmortalidad de su
ser y la definición del mismo. Decía que la identidad se divide en cuatro yo:
el yo que los demás creen que somos, el yo que pretendemos que los demás crean
que somos, el yo que creemos que somos, y el yo que realmente somos.
Su novela breve, o nívola como él llamaba a sus obras, Don
Sandalio, jugador de ajedrez (1930) aborda esta idea de la diversidad de
identidad de un mismo individuo. Su texto se compone de una serie de cartas del
narrador, quien en apariencia se identifica con el propio Unamuno, dirigidas a
su “querido don Felipe”. El ficticio epistolario, fechado entre verano y
finales de año de 1910, recoge la relación del narrador con don Sandalio, un
hombre a quien conoce en el casino y con quien mata el tiempo jugando al
ajedrez. La relación entre ambos se describe como de mera cortesía, más allá de
intercambiar los saludos antes de sentarse frente al tablero, no se dicen
prácticamente nada. Sin embargo, don Sandalio en ocasiones se ausenta del
casino, hasta que terminará por no volver.
Miguel de Unamuno (1864-1936).
Durante las ausencias, el narrador va descubriendo inquietantes
informaciones, siempre incompletas y muy sesgadas, sobre su contrincante. Lo
primero que descubre es que don Sandalio ha perdido a un hijo, después que está
en la cárcel y por último que ha muerto en la cárcel. Finalmente conoce al
yerno del misterioso personaje, quien le asegura que el padre de su mujer
sentía por él un tierno afecto y que valoraba en gran medida sus consejos. Tales
palabras dejan desconcertado al narrador. No sólo le sorprende que don
Sandalio, con quien tan poco había hablado, lo apreciase tanto, es que no
recuerda haberle aconsejado nunca nada. Sin embargo, parece que por fin podrá
saber quién era rival sobre el tablero, que motivos lo llevaron a prisión y de
qué murió allí, pero en ese momento, para sorpresa del lector, se niega a saber.
El narrador hace tiempo que ha comprendido que no echa de menos a don
Sandalio, sino a “mi don Sandalio”, a la imagen que había construido en su
cabeza sobre el hombre real. Las últimas cartas de la nívola recogen las
quejas del narrador a don Felipe a quien le reprocha su insistencia para que
escriba una novela sobre esta historia.
Unamuno en su escritorio.
Como en toda obra el autor bilbaíno, los rasgos autobiográficos están bien
presentes, después de todo Unamuno siempre escribió hacia adentro, tanto en el
narrador cuya persona se asimila a la del autor, como en el propio don
Sandalio, más sutil en este último, especialmente en el rasgo de la pérdida del
hijo. Sin embargo, la historia de don Sandalio proviene en su mayor medida de
la imaginación, no de una anécdota vivida. En su epílogo, Unamuno aborda la
cuestión de identidad, empezando por la del propio narrador a quien hasta el
momento se ha dado por sentado que era la misma persona que él. Después aborda
la cuestión de don Sandalio ¿quién es en verdad? ¿realmente tiene una
identidad? Incluso plantea al lector si realmente existe don Felipe.
Monumento conmemorativo a Miguel de Unamuno en Salamanca.
La cuestión va mucho más allá del juego de espejos cervantino, la identidad
se convierte en un enigma de tanta profundidad filosófica como los
planteamientos de Kant, Schopenhauer o Kierkegaard, sólo que expuestos con
sencillez. ¿El hombre existe en sí mismo o se reduce a una proyección de quien
lo observa? ¿Es un compendio de proyecciones? ¿Tiene una identidad en sí mismo,
una sustancia propia? Unamuno parece decantarse por una definición ambigua de
la identidad del ser, dependiente de la percepción ajena. Si bien, en la línea
de Schopenhauer, esto no impide al “yo” haberse creado su propia visión del
mundo, imagen que depende de él y que con él habrá de desaparecer, si la
inmortalidad no existe.
No obstante, junto al enigma filosófico de ser, la historia de don Sandalio nos muestra un duelo entre dos hombres. Después de todo, cualquier relación entre dos personas es una lucha de estrategia e inteligencia, para conocer de verdad a nuestro interlocutor.
No obstante, junto al enigma filosófico de ser, la historia de don Sandalio nos muestra un duelo entre dos hombres. Después de todo, cualquier relación entre dos personas es una lucha de estrategia e inteligencia, para conocer de verdad a nuestro interlocutor.
Excelente
ResponderEliminarMuchas gracias por comentar y por el halago.
EliminarExcelente
ResponderEliminarSería interesante rastrear la influencia del Bartleby de Melville en el don Sandalio de Unamuno