Para D... que vio al mero
Mientras la niña lo mira
el remolino de emoción
tiñe sus ojos
¡Que grande!
Se agota el recelo
y del miedo nace la
admiración.
Esa boca inmensa
burbujea silente.
Tal vez le habla a ella.
Al otro lado del cristal
el firmamento de sus
escamas brillantes
luce en su lomo negro,
un
pedazo de noche,
a nado entre aletas
en el azul de la pecera.
Tal vez le alegran las visitas.
Y sonríe
En el infinito de su
amnesia
la sinfonía de formas
marinas se agita
Música muda.
Pero de nuevo
mira el cristal.
Ahora siente la angustia
del preso en su jaula.
Y le cae una lágrima.
Pasa el tiempo. Esta
mañana
sus cuerpos lucen como
claraboyas
vueltas del revés.
Masacre.
Su sangre pudre el agua.
Muertos de avaricia negligente.
sin gritos de agonía
su armonía desaparece.
21 de Agosto de 2015
Eduard Ariza
Un poema molt tendre, pero... ¡esa foto, caray!
ResponderEliminarLa crueldad de ver al mero muerto...
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