Sólo
la luz
como
un fantasma al final del espejo.
Caricia
de la negrura,
desliz
inoportuno de la vida
explicada
en función del enigma.
Tantas
horas confiadas
al
abrazo del olvido
que se
devuelven
con
la sangre del alma
en
un piso de sombras grises
penumbras
rodas y obsesiones sinuosas.
Trabajo,
dignidad del que piensa
y
conciencia del esclavo. Lujo es la alegría.
en
la jauría del vacío.
Quien
besa el aire
esculpe
en saliva una trampa
para
encerrarse a sí mismo
con
la morfina de la ilusión
en este manicomio
calle
X nº 32.
Dilemas
morales o crucigramas de revista
tanto
da. Al final:
Sólo la luz.
27
de agosto de 2015
Eduard
Ariza
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