A sus ochenta años, Philip Roth ha legado a la humanidad una voluminosa
obra diversificada en numerosos estilos de narración. La prosa es su dominio y
esperemos que antes de que deje este mundo, Estocolmo tenga a bien concederle
el máximo galardón de la literatura.
Némesis, el nombre de la diosa griega de la venganza, ha encabezado un
sinfín de obras literarias de distinto estilo, temática y género. Desde el S
XIX la reinterpretación de la divinidad clásica vinculada en exclusiva al contexto bélico ha permitido vincularla venganzas militares y amorosas, colectivas y personales, se ha vinculado a destinos
trascendentes y se ha zambullido en la cotidianidad.
Philip Roth
El tema central de esta novela corta es el sentimiento de
culpa absurdo que antes o después todos sentimos en la vida por esta o aquella razón. Su protagonista,
Bucky Cantor, ejerce de profesor de educación física en la década de los
cuarenta, en Estados Unidos. Su trabajada musculatura le ha hecho ganarse el respeto y la
admiración de sus alumnos. No obstante, le queda una frustración personal: pese
a su buen físico, un defecto de visión de nacimiento le ha impedido alistarse.
El joven arrastra un gran complejo a causa de esto. Cree que ha decepcionado a
su abuelo que lo crió y se siente culpable por no poder ayudar a su país.
Aunque las recetas financieras del presidente Roosevelt van dando sus frutos, en esta
década en que Estados Unidos todavía se está recuperando de la gran depresión.
Mas si con la carestía económica el país no tuviese bastante, las epidemias de
la polio hacen estragos a lo largo y ancho de su territorio. Aunque hombres de
edad avanzada, el propio presidente entre ellos, la pueden llegar a padecer, es entre los más
jóvenes sobre todo los niños entre quienes se produce el mayor número de víctimas.
Víctima de la polio, F D Roosevelt quedó en silla de ruedas poco antes de llegar a la Casa Blanca en 1933.
Las escuelas se han convertido en un núcleo de contagio. Cuatro chicos de
Cantor mueren por esta causa. Las diferentes formas por las que las familias
expresan en dolor de estas pérdidas exploran la psicología humana frente a
estas pérdidas irreparables. Cuando el profesor las visitas para transmitir su
pésame encuentra desolación, ira, ofuscación, abatimiento...
Típico en estos ambientes de histeria colectiva es que la sociedad busque
culpables. La narración de Roth expone como los perjuicios y el medio se
mezclan para dar lugar a las tesis más inverosímiles. Estar en el S XX no
impide a la población suscribir teorías que en nada en envidian a las pruebas de brujería que la
inquisición aportaba en el medievo. Se acusa a los italianos de propagarla, a
los pobres de envenenar el agua, para otros el calor es el único responsable de
este mal que te ataca invisible.
Muy temida, la polio mataba a la mayoría de sus víctimas y dejaba graves secuelas físicas a los supervivientes.
Al margen de su actividad como docente, en su vida personal, Cantor va descubriendo el amor de una chica con la que
se quiere casar. Deseosa de ver seguro de la polio a su prometido le ruega que
deje la escuela. La relación entre ambos evoluciona, alcanzando su clímax tras
su primer encuentro sexual.
La tragedia de Cantor es descubrir que está infectado de polio. Las
secuelas de la enfermad acaban con él como deportista, pero es su culpabilidad
por creer que fue el quien contagió a sus niños el que destroza sus relaciones
humanas condenándose a un abandono de todos.
La culpabilidad en el personaje evoluciona pues desde la insatisfacción
personal por no poder servir en las fuerzas armadas del inicio de la novela, hasta
la autoflagelación más masoquista. La genialidad de Roth en el trazado
psicológico del personaje es que consigue que el lector asimile simultáneamente
la injusticia con la que Cantor se culpa a sí mismo, y su imposibilidad de
renunciar a su martirio. La actitud de protagonista se contempla como estúpida,
o al menos inútil, pero igualmente inevitable.
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