Antecedentes del Bienio de Derechas (II): Los gobiernos provisionales
Salvo por los monárquicos, la república llegó con una acogida generalmente
buena. Incluso muchos de los futuros golpistas, como los generales Mola,
Sanjurjo y Queipo de Llano apoyaron el régimen. El Presidente del Gobierno
Provisional prometió en numerosas conferencias una república moderada “donde
cabrían obispos y conservadores”.
La marcha de las primeras elecciones nacionales,
de las que la derecha salió muy perjudicada por la ley electoral al presentarse
dividida, junto a los brotes de radicales anticlericalistas, hizo que mucha
gente se sintiera, quizá sin mucho motivo, “engañada”, germinando así los
recelos y el temor social hacia el nuevo régimen. Pero no adelantemos ahora la cuestión, analicemos la composición del gobierno provisional.
Gobierno Provisional I.
Gobierno Provisional I: Presidencia, Niceto
Alcalá Zamora (Derecha Liberal Republicana); Estado, Alejandro Lerroux
(Radical); Justicia, Fernando de los Ríos (PSOE); Guerra, Manuel Azaña (Acción
Republicana); Marina, Santiago Casares Quiroga (Federación Republicana
Gallega); Hacienda, Indalecio Prieto (PSOE); Gobernación, Miguel Maura (Derecha
Liberal Republicana); Instrucción Pública y Bellas Artes, Marcelino Domingo
(Radical Socialista); Fomento, Álvaro Albornoz (Radical Socialista); Trabajo,
Largo Caballero (PSOE); Economía, Nicolau D’Olwer (Acción Catalana
Republicana); Comunicaciones, Diego Martínez Barrio (Radical).
Indalecio Prieto, líder moderado del PSOE.
La composición del gobierno era bastante
equilibrada, entre derechas e izquierdas. La Presidencia y el ministerio de
gobernación –interior- quedaron en manos de figuras derechistas, Niceto Alcalá
Zamora, ex miembro de partido liberal monárquico que había sido ministro de
Alfonso XIII y Miguel Maura hijo de Antonio Maura líder del partido monárquico
conservador, varias veces ministro y jefe de gobierno de Alfonso XIII. Maura y
Alcalá Zamora acariciaban la idea de una derecha centrista que recogiese votos
de aquí y de allá para formar una mayoría de centro en la república.
El Partido Republicano Radical fue fundado por Alejandro Lerroux. Tan republicano como populista, Lerroux abandonó sus ideologías revolucionarias tras hacerse rico en los años veinte. Desde entonces, pese a no modificar el nombre de su formación, el partido radical se escoró al centro derecha. El otro ministro radical de aquel gobierno, Barrio, aunque centrista se escoraba más hacia el centro izquierda.
El Partido Republicano Radical fue fundado por Alejandro Lerroux. Tan republicano como populista, Lerroux abandonó sus ideologías revolucionarias tras hacerse rico en los años veinte. Desde entonces, pese a no modificar el nombre de su formación, el partido radical se escoró al centro derecha. El otro ministro radical de aquel gobierno, Barrio, aunque centrista se escoraba más hacia el centro izquierda.
Francesc Macià, fundador de ERC.
Por las izquierdas estaban los socialistas
divididos en dos bloques: por un lado el PSOE, representado por su líder más
moderado, Prieto, y el más radical, Largo Caballero; por otro lado el Partido
Radical Socialista en principio más radical que el PSOE y más moderado en otros
aspectos, con raíces dispersas por UGT y círculos intelectuales, destacaba
sobre todo por un furibundo anticlericalismo. También formaba parte del
gabinete Acción Republicana, partido de intelectuales fundado por Manuel Azaña.
Objetivamente siempre estuvo escorado a la izquierda, si bien, a finales de 1931,
a lgunos
veían en su líder un posible coordinador de las derechas moderadas. Realmente,
partido y dirigente fueron fuerzas de centro social que convergieron con la
izquierda por pragmatismo. Antes de la dictadura de Primo de Rivera, Azaña había
defendido la necesidad de concatenar en España una década de gobiernos tecnócratas. En tal teoría basó buena parte de su labor de gobierno.
Manuel Azaña, fundador de Acción Republicana.
Por último, había fuerzas de centro izquierda
regionales, tales como la Federación Republicana Gallega, a la larga absorbida
por Acción Republicana de la que siempre fue ideológicamente afín, o Acció Catalana, partido que de
intelectuales que naufragaría electoralmente frente a la ERC de Macià.
Precisamente Macià –quien al igual que su partido no fue invitado a los acuerdos de San Sebastián, por considerarlo electoralmente marginal- que venció las elecciones del 12 de abril en Cataluña fue el primer reto del nuevo régimen. El 14 de abril había proclamado en Barcelona la “República Catalana dentro de la Confederación Ibérica” recuperando la vieja idea de los republicanos federales decimonónicos, de una Península Confederal. Sin embargo, tras unas improvisadas negociaciones, el líder catalán se avino a esperar a la aprobación de la constitución para constituir una autonomía. Nadie había hablado de una república federal, aunque sí había un compromiso con los territorios.
Niceto Alcalá Zamora, jefe del gobierno provisional.
El 28 de junio de 1931 se celebraron elecciones a Cortes Constituyentes. En estas elecciones las mujeres pudieron presentarse, pero no votar, resultando elegidas diputadas Clara Campoamor (radical), Victoria Kent (PSOE) y Margarita Neklen (PSOE). El parlamento no dejó ninguna mayoría clara:
El PSOE obtuvo 115 de los 470 escaños. Como primera fuerza logró la presidencia de las Cortes en la persona de Julián Besteiro. Los radicales de Lerroux quedaron los segundos con 90 escaños y los radical socialistas terceros con 61.
Gráfico de las Cortes Constituyentes de la Segunda República
Ya muy por detrás ERC obtuvo 29 escaños con unas candidaturas… singulares para un partido catalán. Y es que Macià no dudó en reclutar a “fenómenos y talentos” caso significativo fue el famoso aviador militar, Ramón Franco Bahamonde, hermano del futuro dictador, quien siendo gallego fue electo diputado de ERC.
La Acción Republicana de Azaña obtuvo 26 escaños y los liberal republicanos de Alcalá Zamora que esperaba ser el ganador de los comicios, 25, Federación Gallega 15 escaños, el PNV 7.
Coronel Ramón Franco, diputado por ERC.
A aquellas elecciones, la derecha que se presentó dividida e incómoda
ante el nuevo régimen, apenas arañó medio centenar de escaños. Los monárquicos
agrupados en el Partido Agrario alcanzaron 15 escaños, los carlistas de comunión
tradicionalista, 4, Acción Nacional partido de derecha filofascista fundado por
Gil Robles, 5.
Esto que tanto ha alegrado a muchos fue nefasto.
Si lo comparamos con 1978, cuando el equilibrio de fuerzas políticas –y el pánico
a un golpe militar- propició una constitución de consenso, en 1931, la falta de
peso específico de las derechas, que por supuesto, existían en la sociedad, precipitó
una constitución considerablemente escorada a la izquierda. Aunque, eso sí,
indiscutiblemente democrática.
Sin embargo, durante el debate constitucional y
a raíz de la cuestión religiosa se produjeron tensiones en el seno del
gobierno. La Santa Sede y España rompieron relaciones mientras los desórdenes y
quemas de conventos se multiplicaban por varios lugares del país, desbordando a
la policía y la guardia civil.
Miguel Maura
En aquel difícil debate, Alcalá Zamora, católico
practicante, se sintió apartado y ninguneado por sus ministros. Desde la derrota
de su partido en junio, el presidente andaba a la greña y en más de una ocasión
había amenazado varias veces con dimitir con cualquier pretexto. Tan frecuentes
eran tales “rabietas” que cuando el 15 de octubre comunicó anunció que dimitía,
tras decir Azaña, durante el debate del art. 26 de la constitución, “España [como
Estado, no en la conciencia individual] ha dejado de ser católica”, nadie en el
gabinete creyó que iba en serio. Pero esta vez, no hubo marcha atrás.
Además de Alcalá Zamora, Miguel Maura quería dejar el gobierno. No por lealtad hacia el ex presidente. Aunque se le puedan recriminar muchos defectos, Maura tuvo siempre unas firmes convicciones morales y decidió aprovechar la crisis para asumir su responsabilidad política, por los disturbios anticlericales, en los que veía un fracaso de su gestión.
Además de Alcalá Zamora, Miguel Maura quería dejar el gobierno. No por lealtad hacia el ex presidente. Aunque se le puedan recriminar muchos defectos, Maura tuvo siempre unas firmes convicciones morales y decidió aprovechar la crisis para asumir su responsabilidad política, por los disturbios anticlericales, en los que veía un fracaso de su gestión.
Con la dimisión de Alcalá Zamora se encendieron todas
las alarmas. Mucha gente temió que la Segunda República terminase como la
primera, con unos gobiernos inestables y breves, sin alcanzar su primer
cumpleaños. Como Presidente de las Cortes Julián Besteiro ejerció de “jefe de
Estado” moderando entre los ministros para que entre ellos apareciera un nuevo Presidente.
Gobierno Provisional II
Los candidatos firmes a suceder a Alcalá Zamora,
hubieran sido Prieto y Lerroux cuyos partidos eran mayoritarios en las Cortes,
pero ambos se pusieron de perfil. Apareció entonces el nombre de Azaña,
ministro más exitoso del gobierno gracias a su valiente reforma militar, quién aceptó el
cargo, siempre que se le permitiese continuar de ministro de la guerra. Sus
reformas para el ejército no se iban a quedar a medias. Por amplia mayoría, las Cortes dieron su
confianza al nuevo gabinete, casi idéntico al anterior.
Gobierno Provisional II: Presidencia y Guerra,
Manuel Azaña (AR); Estado, Alejandro Lerroux (Radical); Justicia, Fernando de
los Ríos (PSOE); Marina, José Giral (AR); Hacienda, Indalecio Prieto (PSOE);
Gobernación, Santiago Casares Quiroga (Federación Republicana Gallega);
Instrucción Pública y Bellas Artes, Marcelino Domingo (Radical Socialista);
Fomento, Álvaro Albornoz (Radical Socialista); Trabajo, Largo Caballero (PSOE);
Economía, Nicolau D’Olwer (Acción Catalana Republicana); Comunicaciones, Diego
Martínez Barrio (Radical).
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