“El ofrecido amor es un don que ya no espera.” Jorge Luis
Borges Ulrica
Propinad una ducha
de agua fría como un corazón
de piedra
que sólo lata hielo
a este adefesio de humanidad
que pierde
su vida por cada instante que
aún respira.
La deshumanizada bestia,
niño
preso en el cuerpo de hombre
susurra con sus lágrimas
los gemidos que suplican piedad.
Sus labios blanquecinos ya se
atrapan
carmín contra esmalte
uno contra el otro sin capturar
los sonidos que forman las
palabras.
Y su cuerpo se olvida
de los latidos de su corazón
Se anquilosan sus brazos
entorno a un torso cada vez más
flaco
mientras encoge las piernas si
puede
más que su mirada.
Muerde sus labios.
Aprieta
sus puños.
Sangra
brotando diminutos hilos rojos
que parecen alambres.
Es el mono y su locura
asfixiante.
Llega entonces la ninfa
con una cruz roja.
Viste
de blanco.
Frente a los gemidos suplicantes
que llaman a la muerte,
se desnuda hasta la piel rosada.
Calienta el agua del baño
y se sumerge dentro.
Y el calor ya suaviza
la carne y humedece los cabellos
en la inmersión del agua.
Bendita la impotencia
que hace de sus senos una cuna
y de sus ojos un móvil de
estrellas
para él y su alama enferma.
El hombre ya no es hombre.
La mujer es un ángel.
Podría dejarlo solo.
Tan débil está que se ahogaría
en seco.
Y podrían despedirla
por sus actos perversos.
Con todo se enraíza
permanece
tierna
y cuida del pecador inocente.
Eduard Ariza
No hay comentarios:
Publicar un comentario