A medida que avanzaba en mi
lectura de Padres e hijos (1862) de Turgénev (1818-1882), no podía evitar
cuestionarme si el título del libro era o no el adecuado.
Creo que mi amor por la
literatura rusa, como buena parte de los amores, germina desde una pequeña noción
de incomprensión, por mi parte. Siempre que leo a algún gran autor de este país
termino yendo a buscar la opinión de los críticos expertos, para corroborar que
la mía disiente de ella. El caso más alarmante fuese, tal vez, el del general Kútuzov,
en cuya caracterización de Guerra y Paz nunca he podido ver al héroe venerable
que según los críticos describe Tolstoi, sino más bien veo una valoración crítica
del personaje por parte del célebre autor.
En el caso de Padres e hijos, me
ha costado conectar el título con el argumento de la obra. No he visto que los
vínculos paterno-filiales fuesen aquí el principal sustento de la trama, pues,
si bien son fundamentales, la escenificación entre el “progreso” de la
juventud, confrontado, en cierto modo, a la “tradición” del hogar paterno, se
desarrolla en un ambiente distendido, casi de debate filosófico, con una sola
bala perdida…
El título mejor parecido para la
novela de Turguénev sería “El nihilista” o Basárov, protagonista de la obra. Yo
veo toda la narración condensada en este personaje de gran modernidad, más
incluso de la que pudo sospechar el propio Turguénev al crearlo. Basárov es un
nihilista que desconfía de todo, “incluso del arte”; desprecia por igual,
aunque por diferentes motivos a ricos y a pobres; y no tiene ninguna fe en las
emociones humanas. Sin embargo, Basárov tan seguro de este ideal vital vacío se
enamora y, a partir de aquí, todas sus convicciones deben verse ocupadas por
este sentimiento poderoso.
Pese que muy posiblemente haya
pocas cosas, en la vida de un hombre, cuya credibilidad provenga de la razón,
también es igualmente dogmático abrazar el nihilismo y la incertidumbre. La
lección final que me ha legado Basárov, sin quererlo él ni su autor, es recordarme
que vale más la pena creer que dudar, y que la razón no interviene en esto.
... els títols, aquests grans deconeguts que fins i tot a vegades pateixen grans canvis en les traduccions traidores!
ResponderEliminarMalgrat tot, tant vàlid és dubtar com creure!
Endavant amb les lectures!
Si et sóc sincer volia escriure alguna cosa a propòsit de Turgénev i com que no sabia molt bé com encaixar-ho i una amiga meva, russa i poeta, compartia amb mi aquest punt de vista que "Pares i fills" perdia una mica de vista el contingut general de l'obra, doncs vais redactar això.
EliminarNo he llegit aquest llibre però sento apreci per Tuguènev del qual conec "Lluvia de Primavera", una novel·la breu que vaig llegir fa cents d'anys.
ResponderEliminarM'ha agradat molt el teu post en el qual et mostres exigent amb el que vols rebre de la lletra escrita i és que amb els llibres aprenem tantes coses...!
Amb afecte, Eduard.
Bé... de fet és una simple reflexió per dir alguna cosa. No m'atreveixo a ser exigent amb un dels grans de la literatura.
EliminarYo le mantendría el título "padres e hijos", pues si se lo quitamos no dejamos de destruir algo fundamental. la guerra generacional que ha caracterizado tan bien a la modernidad. casi toda esta, apunta a hacia esa guerra. desde freud, qué se yo, en su muerte del padre, hasta la "revolución" hippie. desde las vanguardias de a principios del siglo hasta los movimientos sociales de hoy. la pretensión de abolir una tradición, cuando no se hace más que reconvetir la misma hasta el infinito. el samsara o la lucha de clases.
ResponderEliminarA ver, la verdad es que sólo era una reflexión. Lo que pretendía decir es que dentro de la novela de Turgenev, la lucha intergeneracional queda en un segundo plano. Basarov condensa en su lucha de valores interna la mayor parte del argumento de la obra, así como de su contenido ideológico.
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