martes, 3 de julio de 2012

Desproporciones


Nunca me cansaré de repetir que el futbol no es el problema. Desde luego tampoco lo es la selección española. Sí, las reacciones desproporcionadas del chovinismo antesdeayer dejaron ver alguna bandera preconstitucional entre la marea rojigualda que enarbolaba la bandera monárquica. También dieron muestra de un modelo de celebración estridente a la par que rudo. Pero desengañémonos, porque tales manifestaciones de patriotismo de hojalata, las vivimos igual a nivel catalán cada vez que gana el Barça.
Lo malo no es que la gente se apasione. En los tiempos que corren, vale la pena que la sociedad encuentre motivos de alegría. El problema es que los deportes sean la única fuente de pasión a disposición; y lo que es peor, la única razón de orgullo.
Respecto a la sobredimensión mediática, se evidencia, una vez más, que los españoles tenemos una desagradable tendencia a engrandecer nuestro presente inmediato, sin darle tampoco demasiada importancia a la larga. En realidad, no tardamos demasiado en precipitar al olvido cualquier acontecimiento, incluidas estas celebraciones multitudinarias. Sin embargo, estas merecen la cobertura mediática que reciben. Es como la vieja cuestión que se desata cada vez que el Papa viene a España, pero que se piense bien, y que se cuente bien, también: El lunes había 2 millones de personas, muchas de ellas de fuera de Madrid, esperando en la capital para recibir a la selección. El domingo se calcula que casi 10 millones de personas vimos el partido y cuatro lo celebraron en la calle. A esto hay que sumar los once mil españoles que lo presenciaron en directo, en el estadio de Kiev.
Ahora bien, llama mucho la atención como nuestros medios de comunicación menosprecian ciertos datos. Muy pocos seguidores saben que en la Eurocopa de 2008, de los 300.000€ embolsados por cada miembro de la selección, ni un solo céntimo fue ingresado en La Hacienda española. Los patrióticos jugadores aprovecharon la coyuntura legar de la Eurocopa para declarar sus impuestos en Austria cuya fiscalidad les beneficiaba más que la de España.
Se desconoce cómo o a quién pagarán en esta ocasión. Sí es conocido que la selección italiana donará sus primas a la región de L’Aquila, reciamente afectada por un catastrófico terremoto; bueno, en España se conoce un poco menos. Tampoco damos demasiada publicidad a los 900 millones de euros que los equipos de futbol adeudan con Hacienda, de los que más de la mitad pertenece tan sólo al Barça y al Real Madrid.
En su conjunto, más allá de las críticas obvias, la situación da pie a más de una reflexión bastante profunda. La que sigue me vino a la cabeza al recordar las palabras de un profesor mío de instituto que en su día me aconsejó: “No admires nunca a nadie, excepto a ti mismo. Es la mejor forma de ahorrarse decepciones.”
Parece ser que tras mucho degradar la idea de esfuerzo a lo largo plazo a favor de vivir la constante inmediatez, la sociedad se ha ahuecado. Sólo las formas más triviales de diversión les son conocidas. Del mismo modo que la abstención permanente de ciertas formas de desenfreno deja un hueco vacío en la vida de quien viva así. Consagrarse sólo a éstos medios como única vía de diversión, conduce fácilmente a un profundo sentimiento de insignificancia en la vida de quien conduzca su vida de este modo.
Pese a esta nueva y nihilista filosofía de vida, no parece que la sociedad se haya liberado de esa necesidad de trascendencia inmanente a todo ser humano. Desgraciadamente, a falta de haber cultivado otros intereses, debe conceder toda su trascendencia a aquellas cosas que cree comprender, por muy imperfectas que sean.
A fin de cuentas, si los medios no protegiesen la exagerada mitificación de nuestro fútbol, ocultando algunos de sus defectos, ¿qué quedaría digno de admirar en la vida de muchos?

10 comentarios:

  1. Et veig inspirat en aquest article. Malgrat tot, no admiris ni el que fas, perquè també et pot portar a decepcions i encara més fortes!

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    1. Mira, així com jo sempre tindré una tendència natural a admirar certes persones, me n'orgulleixo de saber que no tinc cap tendència a l'egolatria. El meu treball puc estimar-lo més o menys, però dubto que mai arribi a admirar-lo.

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  2. A través dels teus escrits, vas madurant, Eduard.
    És una llàstima que fenòmens com el fútbol encallin el pensament dels pobles i tot quedi en baralles absurdes que no porten mai a cap progrés social.
    Vivim un moment en el qual tot és molt polític i hauríem d'aprendre a dicriminar entre el que és divertit i el que és seriós. Mentre alguns no deixin de ser una massa cridanera i esvalotada davant 22 homes d'or, no farem cap pas.
    Salutacions!

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    1. Gràcies per això de dir-me que maduro ;) Sempre fa il·lusió que t'ho diguin quan tens la meva edat.
      Realment és una llàstima, perquè tot se sobredimensiona. Així poco a poc anem cap a la decadència.

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  3. Els medis, que alimenten la bèstia, s'ho haurien de fer mirar. Perquè la cosa ja passa de mida. Han acabat fent-me avorrir veure esport.

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    1. No crec que s'ho facin mirar. Ells només miren per l'audiència, com l'aconsegueixin o el mal que facin a llarg plas per aconseguir-la els importa molt poc.

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  4. "Pan y circo"... Pero cuando el pan escasea (o lo acaparan unos pocos) el circo también es alimento, parece ser. La veradera revolución pasaría por una cultura del fútbol (o de cualquier otra versión del circo mediático) en la que los protagonistas también tuviesen voz fuera del campo: hablar con un balón es difícil, pero transformado ese arte en un mito contemporáneo (Iniesta, Messi, Xavi...)podría subtitularse con declaraciones inteligentes y actos solidarios sin patrocinador.Hablar de lo que ganan y ceder parte del "sueldo", públicamente, a causas solidarias, altruistas y, repito, sin patrocinador que cobre y les haga cobrar por su bonhomia (que sería una paradoja que pervertiría el acto y, a la vez, lo alentaría)
    ¿Te imaginas un espectáculo en el que ocho millones de personas se agolpaesn ante un televisor para ver cómo un poeta recita un poema? Yo tampoco: no vende camisetas ni genera ingresos (ni a las librerías ya)

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    1. Claro Ábradas. Un poema no puede levantar tanta pasión, pero te diré una cosa tampoco me gustaría que la sociedad viviese focalizada en la poesía de tal modo que se inhibiese de su realidad. Lo que criticaba del futbol es que funciona como un anestésico para la gente, la adormece y le hace olvidar sus problemas. Además le proporciona una falsa sensación de euforia que luego desaparece.
      A propósito, es impresión mía ¿o estás un poco de bajón?

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    2. ¿Bajón? ¡Qué va!: soy todo verticalidad ascendente (quizás, eso sí, hacia la nada)
      No hablo de "pasión mediática" de la poesía: hablo de un cambio de parámetros en los que la cultura fuera centro de atención y no marginalidad. La cultura en su más amplia dimensión: el fútbol también puede ser cultura. Cuando tenemos que hablar de "anestesia" es cusndo revelamos el problema: hay que extirpar algo, hay que adormecer al enfermo para sanarlo. Hay que vivir el fútbol, la poesía, el amor, el paisaje y el dolor... Cuando el pagar por todo ello centra la atención es porque el disfrute de esos derechos se ha hecho demasiado complicado, hay demasiados intermediarios entre el yo, el nosotros y la realidad. Cierto: la euforia por las gestas de "La Roja" (por lo menos no es azul) es falsa, una fachada falsa para ocultar unas obras, un orgasmo sin amor...

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