martes, 28 de abril de 2015

Dos Hombres de Derechas y la Segunda República (IV)

Antecedentes del Bienio de Derechas (III): El Presidente 



Con la Constitución a punto de aprobarse, una de las preocupaciones del nuevo gobierno provisional era buscar a un candidato para la presidencia de la república. La futura carta magna conferiría al jefe del Estado considerables poderes, sobre todo en materia de convocatorias electorales y formación de gobiernos. Para evitar el abuso de estos,  se quiso buscar al candidato de un partido pequeño que no favoreciera a su grupo político mediante maniobras oscuras. Fue este motivo por el que se desechó la candidatura de Lerroux pues la importancia del partido radical se percibía como una amenaza. Sonó el nombre de Azaña, pero este manifestó más interés en seguir en el gobierno.

Alcalá Zamora (1877-1949)

Finalmente se propuso como candidato de consenso a Alcalá Zamora, a quien muchos juzgaban acabado políticamente tras su penosa salida del gobierno el 14 de octubre.
El 9 de diciembre se aprobó la constitución por 368 votos a favor. No hubo ningún voto en contra, si bien derechas, federales extremistas y algunos independientes se ausentaron de la cámara al efectuarse la votación, dejando un total de 98 escaños vacíos.
Un día más tarde, los diputados votaron al Presidente. Se requería un mínimo de 234 votos, mayoría absoluta, para la elección.
El Presidente de la Cámara, Besteiro comunicó el resultado de la votación:
Alcalá Zamora (Derecha Liberal Republicana)            362
Juan Pi y Arsuaga (Republicano Fenderal)                   10
Manuel Cossío (Independiente de izquierdas)               2
Julián Besteiro (Radical Socialista)                                2
Ortega y Gasset (Partido al servicio de la República)    1
Miguel De Unamuno (Independiente/PSOE)                 1 
Abstenciones                                                                35
Ausencias                                                                     53

Quedó proclamado electo Alcalá Zamora Presidente de la República. Por desgracia, su trayectoria como jefe del Estado se apartó mucho de los que sus electores habían previsto. Aunque careció de partido fuerte al que pudiera favorecer para gobernar a través de él desde la presidencia, siempre trató de sobredimensionar su influencia sobre los gobierno. Su monstruoso personalismo lejos de favorecer la estabilidad del poder ejecutivo fue el impulsor de muchas crisis.

Promesa de Alcalá Zamora ante las Cortes Constituyentes como Presidente.

En aquel régimen, los cambios en el gabinete debían ser autorizados por el Presidente mediante una crisis de gobierno. La crisis se podía plantear de forma parcial para cambiar algunas carteras, o total en caso de dimisión en bloque del gobierno, de su líder o que el Presidente considerara que la modificación ministerial era demasiado profunda para resolverla como crisis parcial.
En la actualidad, únicamente la República Italiana mantiene este sistema –una de las muchas causas de su inestabilidad política. El resto de regímenes parlamentarios, permiten al jefe de gobierno modificar la composición del ejecutivo sin necesidad de la intervención del jefe del Estado sea rey o presidente.
Alcalá Zamora pareció cogerle el gusto al procedimiento protocolario de la crisis total que le permitía evacuar largas consultas con los portavoces parlamentarios y particulares de su elección en el Palacio de Oriente como habían hecho los reyes. Casi nunca gestionó una crisis como parcial, ni siquiera cuando se trató de cambios mínimos en el ministerio de turno. Semejante actitud retrasó enormemente la acción de los gobiernos republicanos y produjo muchos vacíos de poder tan gratuitos como inesperados. También le cogió el gusto a amenazar a los gobiernos con el derecho de veto sobre las leyes aprobadas por el Parlamento que le confería la constitución.

Alcalá Zamora, retrato oficial como Presidente.

Durante su mandato se multiplicaron los consejos de ministros en Palacio presididos por el jefe del Estado. Esta figura en un régimen parlamentario se reserva para casos excepcionales y para presentar al Rey o Presidente el nuevo gobierno. En nuestros días, en España se suele celebrar un consejo de ministros presidido por el Rey al inicio de cada legislatura.
Alcalá Zamora adquirió la costumbre no sólo de convocar estas reuniones según sus apetencias, sino que además de su inusual frecuencia las hizo inútiles. Tenía la costumbre de aburrir a sus ministros con largos soliloquios que podían durar literalmente dos y hasta tres horas ininterrumpidas. No solía admitir réplicas. Acabado el monólogo salía del despacho con lo que el consejo de ministros se daba por concluido.
Hombre de mentalidad caciquil, usó toda su influencia para favorecer el enchufismo de a sus familiares y amigos. Lejos de avergonzarse, saca pecho de semejante actitud en sus Memorias, asegurando que hizo cuanto pudo por su gente y por Priego, su pueblo natal, desde la Presidencia.
No es exagerado aquello que escribió Pla y que tantos otros compartieron: Alcalá Zamora fue uno de los enterradores de la República.
Tras su elección, Azaña le presentó la dimisión formal del gobierno provisional. Atendiendo a la composición parlamentaria, el propio Azaña fue invitado a formar gobierno, el primero constitucional de la república. La composición de este fue de centro izquierda. Respecto al gobierno provisional quedaron fuera los radicales de Lerroux.

Gobierno Azaña I, primer gabinete constitucional de la Segunda República.


Así el 16 de diciembre se constituyó el Gobierno Azaña I con la siguiente composición: Presidencia y Guerra, Manuel Azaña (Acción Republicana); Estado, Luis Zulueta Escolano (Partido Republicano Liberal Demócrata); Justicia, Álvaro Albornoz (Partido Radical Socialista); Marina, José Giral (Acción Republicana); Gobernación, Casares Quiroga (Organización Republicana Gallega Autónoma); Hacienda, Jaume Carner (Esquerra Republicana de Catalanya); Instrucción Pública, Fernando de los Ríos (PSOE); Obras Públicas, Indalecio Prieto (PSOE); Trabajo, Largo Caballero (PSOE); Agricultura, Industria y Comercio, Marcelino Domingo (Partido Radical Socialista).


Bibliografía Consultada


ALEMANIA. Constitución de Weimar. Tecnos. Madrid. 2010.
AZAÑA, Manuel. Diarios Completos: Monarquía, República, Guerra Civil. Crítica. Barcelona. 2004. Intr. Juliá, Santos.
AZAÑA, Manuel. Discursos Políticos. Crítica. Barcelona. 2004. Ed. Juliá, Santos.
BUCLEY, Henry. Vida y muerte de la República Española. Austral. Madrid. 2004.
CAMBÓ, Francesc. Memòries (1876-1936). Alpha. Barcelona. 2008.
CHAPAPRIETA, Joaquín. La Paz Fue Posible. Ariel. Esplugues de Llobregat (Barcelona). 1971.
ESCUDERO, José Antonio. Curso de historia del derecho. Solana e hijos. Madrid. 2012.
DE RIVAS DE CHERIF, Cipriano. Retrato de un desconocido. Grijalbo. Barcelona. 1979.
GIL ROBLES, José María. No fue posible la paz. Ariel. Esplugues de Llobregat. (Barcelona). 1968.
JACKSON, Gabriel. La República española y la guerra civil (1931-1939). Orbis. Barcelona. 1985.
JULIÁ, Santos. Vida y tiempo de Manuel Azaña 1880-1940. Taurus. Madrid. 2008.
JULIÁ, Santos; PÉREZ, Joseph; VALDEÓN, Julio. Historia de España. Austral. Pozuelo de Alarcón (Madrid). 2008.
KELSEN, Hans. Teoría general del Estado. Comares. Granada. 2002.
MARICHAL, Juan. La vocación de Manuel Azaña. Cuadernos para el diálogo. Madrid. 1971.
NAVAS CASTILLO, Antonia; NAVAS CASTILLO, Florentina. El Estado Constitucional. Dykinson. Madrid. 2009.
PLA, Josep. Historia de la Segunda República. vol. I. Destino. Madrid. 1940.
PLA, Josep. Historia de la Segunda República. vol. II. Destino. Madrid. 1940.
PLA, Josep. Historia de la Segunda República. vol. III. Destino. Madrid. 1941.
PLA, Josep. Historia de la Segunda República. vol. IV. Destino. Madrid. 1941.
PLA, Josep. La Segunda República. Una crónica, 1931-1936. Destino. Barcelona. 2009.
PLA. Josep. Obra Completa vol. 33, El Passat Imperfecte. Destino. Barcelona. 1977.
SCHMITT, Carl. Posiciones antes el derecho. Tecnos. Madrid. 2012.
TORRES DEL MORAL, Antonio. Constitucionalismo histórico español. Universitatis. Madrid. 2012
TORRES DEL MORA, Antonio. Estado de derecho y democracia de partidos. Universitatis. Madrid.             2012.

lunes, 27 de abril de 2015

Así empezó una amistad

Para G…

Aunque pierda matices
ese día conserva un fondo
como de postal.

Empezó antes, en una clase
tan aburrida que nos obligó a hablar…
Dos palabras por aquí,

una conversación digital
y quedamos el sábado… Así de la acción
se deslizó el recuerdo.

Este recuerdo
como las palabras de una canción
no pesa, no duele.

El color ceniza del río,
las casas perdidas, los raíles del tren,
la grisura brillante

en tus ojos encendida
se han ganado el respeto del olvido.
Si acaso, él acaricia

su perdurabilidad
como el agua mece las piedras
hasta desgranar arena.

Lo escrito aquí
es ese polvo atómico del instante,
origen de una amistad.

26 (7) de abril de 2014 (3)
Eduard Ariza



jueves, 23 de abril de 2015

Dos hombres de derechas y la Segunda República (III)

Antecedentes del Bienio de Derechas (II): Los gobiernos provisionales


Salvo por los monárquicos, la república llegó con una acogida generalmente buena. Incluso muchos de los futuros golpistas, como los generales Mola, Sanjurjo y Queipo de Llano apoyaron el régimen. El Presidente del Gobierno Provisional prometió en numerosas conferencias una república moderada “donde cabrían obispos y conservadores”.
La marcha de las primeras elecciones nacionales, de las que la derecha salió muy perjudicada por la ley electoral al presentarse dividida, junto a los brotes de radicales anticlericalistas, hizo que mucha gente se sintiera, quizá sin mucho motivo, “engañada”, germinando así los recelos y el temor social hacia el nuevo régimen. Pero no adelantemos ahora la cuestión, analicemos la composición del gobierno provisional.

Gobierno Provisional I.

Gobierno Provisional I: Presidencia, Niceto Alcalá Zamora (Derecha Liberal Republicana); Estado, Alejandro Lerroux (Radical); Justicia, Fernando de los Ríos (PSOE); Guerra, Manuel Azaña (Acción Republicana); Marina, Santiago Casares Quiroga (Federación Republicana Gallega); Hacienda, Indalecio Prieto (PSOE); Gobernación, Miguel Maura (Derecha Liberal Republicana); Instrucción Pública y Bellas Artes, Marcelino Domingo (Radical Socialista); Fomento, Álvaro Albornoz (Radical Socialista); Trabajo, Largo Caballero (PSOE); Economía, Nicolau D’Olwer (Acción Catalana Republicana); Comunicaciones, Diego Martínez Barrio (Radical).

Indalecio Prieto, 1936.jpg
Indalecio Prieto, líder moderado del PSOE.

La composición del gobierno era bastante equilibrada, entre derechas e izquierdas. La Presidencia y el ministerio de gobernación –interior- quedaron en manos de figuras derechistas, Niceto Alcalá Zamora, ex miembro de partido liberal monárquico que había sido ministro de Alfonso XIII y Miguel Maura hijo de Antonio Maura líder del partido monárquico conservador, varias veces ministro y jefe de gobierno de Alfonso XIII. Maura y Alcalá Zamora acariciaban la idea de una derecha centrista que recogiese votos de aquí y de allá para formar una mayoría de centro en la república.
El Partido Republicano Radical fue fundado por Alejandro Lerroux. Tan republicano como populista, Lerroux abandonó sus ideologías revolucionarias tras hacerse rico en los años veinte. Desde entonces, pese a no modificar el nombre de su formación, el partido radical se escoró al centro derecha. El otro ministro radical de aquel gobierno, Barrio, aunque centrista se escoraba más hacia el centro izquierda.

Francesc Macià, fundador de ERC.

Por las izquierdas estaban los socialistas divididos en dos bloques: por un lado el PSOE, representado por su líder más moderado, Prieto, y el más radical, Largo Caballero; por otro lado el Partido Radical Socialista en principio más radical que el PSOE y más moderado en otros aspectos, con raíces dispersas por UGT y círculos intelectuales, destacaba sobre todo por un furibundo anticlericalismo. También formaba parte del gabinete Acción Republicana, partido de intelectuales fundado por Manuel Azaña. Objetivamente siempre estuvo escorado a la izquierda, si bien, a finales de 1931, algunos veían en su líder un posible coordinador de las derechas moderadas. Realmente, partido y dirigente fueron fuerzas de centro social que convergieron con la izquierda por pragmatismo. Antes de la dictadura de Primo de Rivera, Azaña había defendido la necesidad de concatenar en España una década de gobiernos tecnócratas. En tal teoría basó buena parte de su labor de gobierno.

Manuel Azaña, fundador de Acción Republicana.

Por último, había fuerzas de centro izquierda regionales, tales como la Federación Republicana Gallega, a la larga absorbida por Acción Republicana de la que siempre fue ideológicamente afín, o Acció Catalana, partido que de intelectuales que naufragaría electoralmente frente a la ERC de Macià.
Precisamente Macià –quien al igual que su partido no fue invitado a los acuerdos de San Sebastián, por considerarlo electoralmente marginal- que venció las elecciones del 12 de abril en Cataluña fue el primer reto del nuevo régimen. El 14 de abril había proclamado en Barcelona la “República Catalana dentro de la Confederación Ibérica” recuperando la vieja idea de los republicanos federales decimonónicos, de una Península Confederal. Sin embargo, tras unas improvisadas negociaciones, el líder catalán se avino a esperar a la aprobación de la constitución para constituir una autonomía. Nadie había hablado de una república federal, aunque sí había un compromiso con los territorios.

Niceto Alcalá Zamora, jefe del gobierno provisional.

El 28 de junio de 1931 se celebraron elecciones a Cortes Constituyentes. En estas elecciones las mujeres pudieron presentarse, pero no votar, resultando elegidas diputadas Clara Campoamor (radical), Victoria Kent (PSOE) y Margarita Neklen (PSOE). El parlamento no dejó ninguna mayoría clara:
El PSOE obtuvo 115 de los 470 escaños. Como primera fuerza logró la presidencia de las Cortes en la persona de Julián Besteiro. Los radicales de Lerroux quedaron los segundos con 90 escaños y los radical socialistas terceros con 61.


Gráfico de las Cortes Constituyentes de la Segunda República

Ya muy por detrás ERC obtuvo 29 escaños con unas candidaturas… singulares para un partido catalán. Y es que Macià no dudó en reclutar a “fenómenos y talentos” caso significativo fue el famoso aviador militar, Ramón Franco Bahamonde, hermano del futuro dictador, quien siendo gallego fue electo diputado de ERC.
La Acción Republicana de Azaña obtuvo 26 escaños y los liberal republicanos de Alcalá Zamora que esperaba ser el ganador de los comicios, 25, Federación Gallega 15 escaños, el PNV 7.

RAMON FRANCO AÑO 1926.JPG
Coronel Ramón Franco, diputado por ERC.


A aquellas elecciones, la derecha que se presentó dividida e incómoda ante el nuevo régimen, apenas arañó medio centenar de escaños. Los monárquicos agrupados en el Partido Agrario alcanzaron 15 escaños, los carlistas de comunión tradicionalista, 4, Acción Nacional partido de derecha filofascista fundado por Gil Robles, 5.
Esto que tanto ha alegrado a muchos fue nefasto. Si lo comparamos con 1978, cuando el equilibrio de fuerzas políticas –y el pánico a un golpe militar- propició una constitución de consenso, en 1931, la falta de peso específico de las derechas, que por supuesto, existían en la sociedad, precipitó una constitución considerablemente escorada a la izquierda. Aunque, eso sí, indiscutiblemente democrática.
Sin embargo, durante el debate constitucional y a raíz de la cuestión religiosa se produjeron tensiones en el seno del gobierno. La Santa Sede y España rompieron relaciones mientras los desórdenes y quemas de conventos se multiplicaban por varios lugares del país, desbordando a la policía y la guardia civil.

Miguel Maura

En aquel difícil debate, Alcalá Zamora, católico practicante, se sintió apartado y ninguneado por sus ministros. Desde la derrota de su partido en junio, el presidente andaba a la greña y en más de una ocasión había amenazado varias veces con dimitir con cualquier pretexto. Tan frecuentes eran tales “rabietas” que cuando el 15 de octubre comunicó anunció que dimitía, tras decir Azaña, durante el debate del art. 26 de la constitución, “España [como Estado, no en la conciencia individual] ha dejado de ser católica”, nadie en el gabinete creyó que iba en serio. Pero esta vez, no hubo marcha atrás.
Además de Alcalá Zamora, Miguel Maura quería dejar el gobierno. No por lealtad hacia el ex presidente. Aunque se le puedan recriminar muchos defectos, Maura tuvo siempre unas firmes convicciones morales y decidió aprovechar la crisis para asumir su responsabilidad política, por los disturbios anticlericales, en los que veía un fracaso de su gestión.
Con la dimisión de Alcalá Zamora se encendieron todas las alarmas. Mucha gente temió que la Segunda República terminase como la primera, con unos gobiernos inestables y breves, sin alcanzar su primer cumpleaños. Como Presidente de las Cortes Julián Besteiro ejerció de “jefe de Estado” moderando entre los ministros para que entre ellos apareciera un nuevo Presidente.

Gobierno Provisional II

Los candidatos firmes a suceder a Alcalá Zamora, hubieran sido Prieto y Lerroux cuyos partidos eran mayoritarios en las Cortes, pero ambos se pusieron de perfil. Apareció entonces el nombre de Azaña, ministro más exitoso del gobierno gracias a su valiente reforma militar, quién aceptó el cargo, siempre que se le permitiese continuar de ministro de la guerra. Sus reformas para el ejército no se iban a quedar a medias. Por amplia mayoría, las Cortes dieron su confianza al nuevo gabinete, casi idéntico al anterior.

Gobierno Provisional II: Presidencia y Guerra, Manuel Azaña (AR); Estado, Alejandro Lerroux (Radical); Justicia, Fernando de los Ríos (PSOE); Marina, José Giral (AR); Hacienda, Indalecio Prieto (PSOE); Gobernación, Santiago Casares Quiroga (Federación Republicana Gallega); Instrucción Pública y Bellas Artes, Marcelino Domingo (Radical Socialista); Fomento, Álvaro Albornoz (Radical Socialista); Trabajo, Largo Caballero (PSOE); Economía, Nicolau D’Olwer (Acción Catalana Republicana); Comunicaciones, Diego Martínez Barrio (Radical).



Bibliografía Consultada

ALEMANIA. Constitución de Weimar. Tecnos. Madrid. 2010.
AZAÑA, Manuel. Diarios Completos: Monarquía, República, Guerra Civil. Crítica. Barcelona. 2004. Intr. Juliá, Santos.
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BUCLEY, Henry. Vida y muerte de la República Española. Austral. Madrid. 2004.
CAMBÓ, Francesc. Memòries (1876-1936). Alpha. Barcelona. 2008.
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DE RIVAS DE CHERIF, Cipriano. Retrato de un desconocido. Grijalbo. Barcelona. 1979.
GIL ROBLES, José María. No fue posible la paz. Ariel. Esplugues de Llobregat. (Barcelona). 1968.
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MARICHAL, Juan. La vocación de Manuel Azaña. Cuadernos para el diálogo. Madrid. 1971.
NAVAS CASTILLO, Antonia; NAVAS CASTILLO, Florentina. El Estado Constitucional. Dykinson. Madrid. 2009.
PLA, Josep. Historia de la Segunda República. vol. I. Destino. Madrid. 1940.
PLA, Josep. Historia de la Segunda República. vol. II. Destino. Madrid. 1940.
PLA, Josep. Historia de la Segunda República. vol. III. Destino. Madrid. 1941.
PLA, Josep. Historia de la Segunda República. vol. IV. Destino. Madrid. 1941.
PLA, Josep. La Segunda República. Una crónica, 1931-1936. Destino. Barcelona. 2009.
PLA. Josep. Obra Completa vol. 33, El Passat Imperfecte. Destino. Barcelona. 1977.
SCHMITT, Carl. Posiciones antes el derecho. Tecnos. Madrid. 2012.
TORRES DEL MORAL, Antonio. Constitucionalismo histórico español. Universitatis. Madrid. 2012
TORRES DEL MORA, Antonio. Estado de derecho y democracia de partidos. Universitatis. Madrid.             2012.

lunes, 20 de abril de 2015

Dos hombres de derechas y la Segunda República (II)

Antecedentes del Bienio de Derechas (I): El Advenimiento de la República


La proclamación de la Segunda República aconteció el 14 de abril de 1931 como consecuencia última de una larga concatenación de hechos. Desde el golpe de Estado del general Primo de Rivera, en 1923, se consolidó un núcleo de élites opuestas al nuevo régimen y a la monarquía. Entre ellas cabe destacar a un puñado de intelectuales, como Manuel Azaña, y políticos convencidos de la democracia, caso de uno de nuestros protagonistas, Chapaprieta. Sin embargo, el grueso de la oposición inicial no fue tan honesta. La formaron antiguos políticos, desahuciados por los militares de las comodidades del poder.
La lógica falta de percepción democrática del régimen turnista conservador-liberal, cuyos partidos pactaban la composición de las Cortes al margen de los votos, propició que el grueso de la población no echase de menos a aquellos representantes supuestamente electos. La gente acogió la llegada al poder de los militares primero con indiferencia y más tarde hasta con entusiasmo. Gracias a sus éxitos bélicos en el Protectorado de Marruecos sobre las rifenyos locales, el dictador inflamó los ánimos. Además los progresos económicos que obtuvo para el país, gracias a la coyuntura económica internacional favorable, le procuraron buena fama durante varios años.

El gobierno provisional republicano entre rejas.

El general fue lo bastante hábil como para meterse a los socialistas en el bolsillo, dispensando a su sindicato UGT un trato de favor "oficial no oficial" en varios ámbitos. Objetivamente maltratado por el régimen electoral turnista, el PSOE no iba a salir a la calle para defenderlo. En vista de la acogida que le ofrecía el nuevo régimen, tomó hacia él una tranquilizadora pasividad. Abandonó un poco sus estructuras de partido y se centró en sus estructuras sindicales, donde emergería con fuerza la figura del Lenin Español, Largo Caballero. A la postre este proceso resultó mortal para la república.
No obstante, esta situación no duraría. Con el tiempo, llegó el declive económico producto de políticas económicas –dirigidas por José calvo Sotelo, ministro de hacienda de 1925 a 1930- tan absurdas como negarse a devaluar la peseta, por una cuestión de “orgullo nacional”. Ante las protestas obreras, se incrementó la represión y con ella terminaron las buenas relaciones entre aquellos aparentes antagonistas.

Advenimiento de la república el 14 de abril de 1931, Madrid.

Desde el comienzo, la Junta Militar no tuvo tanto acierto para entenderse con los movimientos regionales. De hecho, una de las primeras medidas del dictador, la supresión de la Mancomunitat Catalana, órgano predecesor de la autonomía, establecido en 1913. El gesto indignó a la burguesía catalana quien se sintió estafada después de haber sufragado las costas del golpe de estado de Primo de Rivera.
El general tampoco tardó en enemistarse con parte del propio ejército, concretamente su política de reformas militares disgustó a los artilleros y a las divisiones de caballería.

Alfonso XIII y el general Primo de Rivera.

En cuanto a Alfonso XIII, el monarca siempre fue indiferente a la vida política. Amante de la juerga, introductor, productor y actor ocasional del cine pornográfico en España, con obras como El Confesor o La Novicia, se había visto obligado a involucrarse en los asuntos de Estado por la inestabilidad del régimen turnista que cuando él accedió al trono (1902) hacía aguas por todos lados encadenando gobiernos de corta duración. En consecuencia, agradeció que el golpe de Primo de Rivera le descargara de esa responsabilidad, pero nunca sitió demasiado apego por él.
De hecho, el 28 de enero 1930, en medio de una de las crisis económicas más duras de la historia mundial, ya sin apoyo de la burguesía, los sindicatos de izquierdas, el propio ejército, con su proyecto de constitución dictatorial rechazado por sus propios partidarios, su intentona de fraguar un partido político Unión Nacional sin éxito, el rey dejó caer a su jefe de gobierno más duradero sin reparo alguno. El dictador partió hacia el exilio en Francia.

General Berenguer.

Su actuación a partir de aquel momento demuestra cuán desconectado estaba Alfonso XIII de la realidad. En su ensoñación alimentada por sus camarillas de aduladores, decidió nombrar presidente del gobierno al general Berenguer, con el encargo de volver al sistema turnista. Con aquella soltura pedía el monarca retroceder siete años en la historia como si nada hubiese pasado… o como si aquel sistema hubiese funcionado cuando se extinguió.
En agosto de aquel año las fuerzas políticas antagónicas a la monarquía firmaron el Pacto de San Sebastián, por la que se acordó la composición del gobierno provisional que llevaría España de la monarquía a la república. El doce de diciembre, dos militares republicanos, los capitanes Fermín Galán y Ángel García Hernández, protagonizaron un alzamiento militar, contra la Corona, en Jaca. El golpe se reprimió sin problemas y sus cabecillas fueron fusilados, además -salvo quienes pudieron esconderse- los miembros del gobierno provisional republicano fueron encarcelados. Sin embargo, aquello sirvió para poner la “república” en la boca y en la mente de la calle. La alternativa de Estado cobraba rostro.


Almirante Aznar.

Desesperado al ver que los viejos políticos, tanto conservadores como liberales, se ponían de perfil para apoyar a su gobierno tras aquel derramamiento de sangre, el general Berenguer dimitió. El 11 de febrero de 1931 el rey nombró nuevo presidente al almirante Aznar quien debía tantear el terreno electoral con unas elecciones municipales, el 12 de abril.
El resultado fue desastroso. Si bien a primera vista las fuerzas monárquicas obtuvieron más votos que las coaliciones republicanas, eso fue gracias a las estructuras caciquiles del mundo rural. En casi todas las ciudades, donde el voto era libre, triunfó la república.
El 14, ya sabidos los resultados, el rey convocó a su gobierno y fuerzas afines. Casi todos le aconsejaron abdicar, salvo algunas voces fanáticas, como la De la Cierva que le aconsejaron resistir por la fuerza. Aunque se dio por segura la llegada de la República, nadie esperaba un advenimiento inmediato.

General Sanjurjo.

Entonces se produjo un suceso que lo precipitó todo, un suceso inesperado, casi inexplicable, y muy tapado en la historia tanto por derechistas como por izquierdas, porque rompe un poco esa línea tan clara de “los buenos y los malos” “los rojos y los azules”: el director de la guardia civil, el general Sanjurjo –el mismo que en 1932 y en 1936 trazó planes para acabar con la república-, anunció que se ponía a disposición del gobierno provisional republicano todavía encarcelado y que no reprimiría las manifestaciones republicanas en las calles.
Definitivamente acabado, Alfonso XIII abandonó un trono que ya no existía y partió para el exilio. Josep Pla escribió: “El Rey no ha firmado, al parecer, en ningún sitio, su abdicación para él y para sus hijos. El Rey ha marchado, simplemente”. En efecto, la abdicación de Alfonso XIII a favor de su hijo Juan no se produciría hasta años después en el exilio.
Sin más dilaciones, el gobierno provisional salió de la cárcel y el país quedó bajo su mando.


Bibliografía Consultada

ALEMANIA. Constitución de Weimar. Tecnos. Madrid. 2010.
AZAÑA, Manuel. Diarios Completos: Monarquía, República, Guerra Civil. Crítica. Barcelona. 2004. Intr. Juliá, Santos.
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BUCLEY, Henry. Vida y muerte de la República Española. Austral. Madrid. 2004.
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PLA, Josep. Historia de la Segunda República. vol. II. Destino. Madrid. 1940.
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