La lectura de Memorias de
Ultratumba goza del privilegio de poner la historia, la gran historia, al
servicio de las pasiones humanas. Ni la vieja nobleza, ni el fragor inspirado y
sanguinario de la Revolución de 1789, ni la navegación hasta los jóvenes
Estados Unidos, ni la pompa del nacimiento del Imperio de Napoleón I, ni el
estruendo entre elegía y fanfarria que se sucede entre la Restauración y los
Cien Días, ni siquiera la llegada de la monarquía de Julio en 1830 empequeñecen
al narrador, porque ese el hombre quien ocupa el centro de la historia.
Entre
la descripción emotiva del costumbrismo y la historiografía emocional, la
narración de Memorias de Ultratumba construye, en palabras de su autor,
“un templo a la muerte erigido a la luz de mis recuerdos”. Su vida y sus
experiencias, tanto personales como públicas, no son pocas. Su infancia vio los
últimos años del Antiguo Régimen, desde la óptica de la nobleza. En su
juventud, atestiguó la revolución y embarcó de viaje de exploración a America
del Norte, donde tuvo un encuentro con el presidente y general Washington, en
su opinión, noble contrapunto de Napoleón. A su regreso a Francia tuvo ocasión
de trabajar para Bonaparte de quien se distanció poco después de la ejecución
del el duque en Enghien, acto que le pareció bárbaro.
Vizconde de Chateaubriand 1768-1848
Redactó el manifiesto de Bonaparte
a los Borbones, en 1813, no sin riesgo para su vida. Participó de la
Restauración como ministro, fue el artícife político de los Cien Mil Hijos de
San Luis en 1823, pero sus críticas a los métodos absolutistas lo apartaron a
labores diplomáticas, primero a la corte de Jorge IV en Londres, después a la
del rey de Prusia y finalmente a Roma, donde fue embajador frente al papa León
XII y su sucesor, Pío VIII, la narración de cuyo cónclave ocupa un importante
papel en las memorias.
Además de su vida profesional,
también nos cuenta sus experiencias amorosas, si bien, sigue un estilo
intuitivo, para estas últimas, pues en todos los casos son infidelidades a su
mujer, quien es una figura fría a lo largo de todo el texto. Chateaubriand
vierte en las más de 2000 páginas que conforman sus memorias el trazado de
todos sus sentimientos. Tanto es así que, a pesar de hacer uso de una imagen
fisiológicamente equivocada, no me acompleja afirmar que Memorias de
Ultratumba es un corazón que late las emociones de un difunto desde una
letra inmortal.
¿Qué sentimientos muestran? Sin
duda el patriotismo es un elemento clave en el sentir de Chateaubriand. Fue un
gran patriota, aunque de una Francia que nada tiene que ver con la actual y que
posiblemente nunca existió.
Tumba de Chateaubriand en Siant-Maló. El ayuntamiento se la concedió como un presente.
Amante de la democracia, se opuso
duramente a cualquier coacción sobre la misma, viniese de quien viniese. Eso le
costó la enemistad con Luis XVIII y con Carlos X. ¿Por qué se mantuvo leal a
ellos, pese al mal trato que recibió? Él mismo bromea a menudo sobre este
sentimiento, leal pero no adulador. Pese a los tratos de favor que le hubiese
dispensado Luis Felipe I, se negó a prestarle juramente y se apartó de la vida
política. Se le abrió un proceso cuando, en un diario, escribió una carta
abierta a la duquesa de Berry, madre de Enrique (V), que terminaba diciendo:
“Señora, vuestro hijo es mi rey”.
El enigma de su amor a la familia
Borbón o la iglesia no puede explicarse a través de su procedencia nobiliaria
(a la que, por lo demás, dio siempre poca importancia) ni a su formación (como
segundo hijo, su padre intentó darle formación para abate u obispo). Tampoco a
su repugnancia natural a la violencia, siempre hermana de la revolución,
causada por su personalidad pacífica.Es su afecto el amor a un mundo que
presentía se extinguía y que amaba con sus defectos y sus virtudes. En sus
descripciones de la nobleza y los reyes, rara vez esconde sus defectos. Apenas
hay tendencia al idealismo en Memorias de Ultratumba.
Sé que estos cuatro volúmenes
pueden parecer muy pesados y largos, pero si alguien quiere descubrir un poco
la gran obra de este célebre literato, puede encontrar una antología de la
misma bastante buena en la editorial Alianza, formato de bolsillo. Serán menos
páginas, pero seguro que se percibe este espíritu cándido que nos recuerda la
grandeza del hombre, con una sinceridad emocional, ligeramente irracional para
que sea verdaderamente auténtica.