jueves, 29 de diciembre de 2011

Memorias de Los Buddenbrook

Hacia finales de septiembre, leí Los Buddenbrook de Thomas Mann (1875-1955), prolífico escritor alemán del pasado siglo y ganador del premio Nobel de literatura en 1929. Este dato, representativo de su valía como autor, tiene una gran importancia cuando nombramos a Los Buddenbrook, pues la excelencia literaria de esta novela (y, todo sea dicho, su gran éxito editorial) contribuyó, en gran medida, a situarlo cercano al galardón.





Thommas Mann.


La obra, acabada en 1900, fue editada en una primera tirada en 1901. El editor tuvo frecuentes discusiones con el autor, pues quería convencerlo de que la acortase. De extensión considerable (casi 900 páginas en edición de bolsillo) se temía que esto desincentivase su lectura y por lo tanto su compra. En efecto, la primera tirada tuvo poco calado. Sin embargo, dos años después, en 1903, una segunda edición supuso la consagración literaria de Thomas Mann en el canon literario germánico.

 Mansión señorial alemana asociada a la novela.


Los Buddenbrook o La decadencia de una familia recrea la vida de un linaje familiar de comerciantes de Lübeck –si bien, el nombre de la ciudad nunca se menciona directamente, sí se nombran sus calles principales- entre 1835 y 1877. A lo largo de este período, la pequeña burguesía, notoria dentro de los estados alemanes, aún no unificados, vive su período de esplendor y su caída. Históricamente, la obra arranca en una época propicia para los negocios: el fin de las revoluciones de 1830. Más de una década después, estallan las revoluciones de 1848, aunque llegan a la ciudad septentrional de Alemania de una forma bastante parodiada, como muy bien se narra, suponen un importante crack en los negocios familiares de los Buddenbrook. Finalmente, tras la unificación alemana en 1871, en el Segundo Reich (hecho que tampoco se menciona directamente en la novela) los negocios de la pequeña burguesía que no se han sabido adaptar a los nuevos tiempos terminan por desaparecer.

 Casco antiguo de Lübeck, donde transcurre la novela.

La inevitable decadencia del clan burgués, que, al inicio de la novela, vive rivalizando con los modos lujosos de la alta aristocracia, se materializa con la desaparición del apellido. Durante todo este proceso de hundimiento, los golpes económicos, el arraigo en los negocios de toda la vida y algunos escándalos borran de la sociedad urbana el nombre de una familia que se había labrado un importante renombre tanto en el terreno comercial como en el político.
La cálida literaria de esta obra radica en la descripción de las percepciones humanas sobre los ambientes que frecuentan. Así pues, es muy lógico que un cambio de ambiente propicie se cambien los caracteres de los personajes. De menor contenido filosófico que otras de sus novelas, como La montaña mágica (1924) se hace más amena al lector.

 Richard Wagner, inspirador de Thomas Mann.

No deja de sorprender, sin embargo, que Los Buddenbrook  fuesen un éxito. Esta obra, aunque ciertamente accesible, no está exenta de profundidad y trascendencia de todos los tipos, para quien quiera buscarla. Su estructura, verbigracia, imita la de la tetralogía wagneriana de El Ciclo del Anillo por eso termina con el “Götterdämmerung” (crepúsculo de dioses). Que tales vestigios de riqueza despertasen el interés del lector medio revela cuanto han decaído este y otros perfiles, en el conjunto de la sociedad occidental actual. ¿A fin de cuentas, quién hoy día vería como un gesto de rebeldía que un alumno abriese Las narraciones de Edgar Allan Poe bajo su Biblia, durante la clase de religión?

 William Faulkner.



Os animo a leerla, porque, no en vano, el notorio escritor norteamericano, William Faulkner (ganador del Nobel en 1949), calificó a Los Buddenbrook como “La mejor novela del siglo”.


jueves, 22 de diciembre de 2011

Crítica de cine, con la novela en la mano


¿Es posible hacer una crítica de una película, antes de haberla visto? ¡Qué ideas tengo!
Bueno, queridos seguidores de la bloggosfera, ayer, cerré la última página de La Bendición de la Tierra de Knut Hansum. Tenía esta novela pendiente, entre otros libros de una montaña que aún deben ser leídos. Después de haber leído Hambre y Pan, con poca diferencia de tiempo, pensé en darle un respiro a las letras noruegas. Sin embargo, la visión de un cartel publicitario en los cines Verdi, sobre una película basada en la novela, me animó a empezarla.

 Knut Hansum (1859-1952) , Premio Nobel de las letras en 1920.

 
Pensaba que el largometraje sería de estreno, pero, al final, descubrí que era una versión antigua que se vuelve a reponer el día 23. La cinta de 89 minutos pertenece al género del cine mudo. La ausencia de palabras no debería limitar la expresión de la imagen, en la gran pantalla, si el director ha trabajado con destreza. Además, en este caso, se cuenta con la banda sonora de Leif Halvorsen, dirigida, para la versión digital, por Frank Strobel, quien ha participado, como director, en la reposición de bandas sonoras de películas como Nosferatu o El acorazado Potenkin, junto a otros éxitos del cine sin voz.

 Portada de mi ejemplar de "La Bendición de la tierra", editado por "La Rosa dels Vents" en Argentina, 1965. Es la primera edición catalana de esta obra de Hansum.


Mientras pasaba las cuartillas del libro, su áspero amarillo me hacía pensar en el reto de adaptar esta obra al cine. La Bendición de la Tierra (1917), también traducida con el título de Los Frutos de la Tierra -por una frase que aparece en las páginas finales-, es una de estas novelas de argumento alegórico, impregnado de bucolismo rural. Su propósito busca ensalzar la vida sana, casi ascética, tan admirada por Knut Hansum. La sencilla historia(aunque no por ello menos interesante) nos muestra el recorrido de un lapón solitario que establece una granja en unas tierras apartadas.

 Bandera noruega.

Isak recoge los valores del típico hombre que ambiciona la armonía con los hombres y la tierra, por encima de todo. No cuesta vincular a Isak con el protagonista de Pan, el coronel Thomas Glahn, por ser el arquetipo de “el buen salvaje”. Éste héroe asceta elige ir a establecer una granja en unas tierras deshabitadas. Allí encuentra por compañera a una mujer de labio viperino, Inger, quien ha subido hasta sus soledades, en cierto modo, rechazada por el mundo. El amor sincero y puro entre ambos pronto da sus frutos: Eliseo y Silvert.

 Cartel de "La Bendición de la Tierra" estrenada en 1921.

Empiezan a aparecer de fondo, gracias al estilo casual de Hansum, los demás personajes: Oliana, pariente pobre de Inger, mendiga pequeños trabajos de una granja a otra, y, allí donde se los dan, no deja de meter cizaña; Geisleer, un rico burgués y ex funcionario, que, si se abusa de la simplificación, puede ser descrito como “deus ex machina”, además, es él quien sugiere bautizar a la granja de Isak como Sellanraa, después de adquirirla legalmente, para su propietario; y Brede, otro colono de las montañas, que ha vivido mucho tiempo en el pueblo de Bergen, personifica el contrapunto a Isak.
Hansum expone, llegados a este punto, un drama de gran magnitud que, en aquella época, se percibía con relativa naturalidad en ciertas partes del mundo rural nórdico: el infanticidio.

 Cartel en noruego.

Cuando Inger tiene a su tercer hijo, una niña, al ver que no van a ir bien para alimentarse, porque arrastran dos años de mala cosecha, asfixia a la criatura, nada más nacer. Oliana, con sus tetras, acaba, sin quererlo en verdad, conduciendo a Inger al presidio en “la ciudad”, forma enmascarada de nombrar a Oslo.
Interviene aquí Geisleer quien presta ayuda a judicial a Inger y suavizar su pena. Más adelante, tramitará su indulto ante el rey. También empieza negocios con Isak. A su regreso, Inger está muy cambiada. Ahora sabe leer y escribir, además sus gustos y preocupaciones han cambiado desde que está en la ciudad.

La localidad de Bregen en la actualidad.

 
El elemento urbano que siempre se menciona en alusiones sin que transcurra en él ninguna escena importante  se confronta con el del mundo rural. La vida en la ciudad no se limita a corromper la pureza del campo, sino que degrada a los habitantes del mismo, si residen en ella. Eliseo, que también irá a la ciudad, no podrá después convivir los campos de su padre, porque pierde la destreza física para labrarlos. Vivirá como un desorientado, hasta partir hacia América.
Inger vive su oposición personal desde dos frentes. Al volver a casa tiene dos hijas más: Leopoldita y Rebeca. Su marido se decidirá al fin a traerle una criada, Jesina. En tota esto deja a cuatro mujeres en la granja de Sellanraa. La tetrarquía femenina queda siempre distanciada, en especial las dos pequeñas. Respecto a Inger y Jesina, siempre actúan como acompañantes de la acción, nunca como su sujeto.

 Fotograma de la película: Isak tendido sobre la hierba.
 
El sexo femenino en la obra de Hansum siempre queda pervertido de una cierta misoginia. Que esto derive del fuero interno del nobel escandinavo no obvia el papel secundario de la mujer en la tradición escandinava, a la que Hansum retrata.
Los paralelismos se suceden en la narración. Así, por ejemplo, Isak y su hijo Silvert están conectados. Por su parte Brede, que termina por vender su finca para montar en café, en el pueblo de Bregen, comparte su holgazanería urbanita con Eliseo. Barbo, la hija mayor de Brede, también comete infanticidio, doble en su caso, lo que la conecta a Inger. El espíritu de la Medea escandinava que el autor dispone sobre estas dos mujeres las arrastra, por diferentes motivos, al peor de los crímenes, sin embargo, nos las condena ni las destierra del mundo. Antes bien, ambas mujeres vuelven a ser bien acogidas por sus hombres, al volver a casa, después de haber sorteado sus trámites con la justicia. A fin de cuentas el autor sólo hace un retrato, nada más.

 Típico paisaje rural noruego pantanoso, como el que habita Isak.

 
Pero volviendo a los paralelismos ¿A qué obedecen?
La conexión humana entre todos nosotros que se repite y se repite, hasta enlazarnos a todos es el vínculo ascético que Hansum transmite a su lector. En La Bendición de la Tierra todo queda enlazado por el elemento natural. En consecuencia, el distanciamiento del hombre de la naturaleza, lo excluye, poco a poco, del conjunto y lo va aislando.

 Fotograma: Isak va a recoger al muelle de Bergen a su mujer Inger que viene del presidio con Leopoldita, nacida en él.

Este a mi parecer constituye el mayor obstáculo, para llevar a la gran pantalla a una obra de este tipo. La naturaleza y su comunión mística con los seres humanos, personajes principales de la novela, son muy difíciles de llevar a la gran pantalla.
Espero ver pronto la película, que se estrena este 23 de diciembre, si bien, no me hago ilusiones. Hacía mucho que una novela no me atrapaba de esta manera, por lo que me temo, resultará muy difícil que la película esté a la altura.

martes, 13 de diciembre de 2011

El Parlamento


 
Para Jan Matheu


Las manos se espacian llenas de niebla.
Vomiteras,
pasillos laterales,
subís hasta arriba de la cavea
con los cuerpos ausentes
y sus manos tétricas encaramados
a vuestros escalones.

La gran sala rojiza
trasmite la nobleza del castaño
el brillo del aya bajo la aurora
la firmeza de roble
si se vacía.

Incluso pierde el semianillo áureo
la nobleza del teatro
si se llena
de cuerpos espectrales
sin más deseo
que dibujarse en grafía de la historia
sin haber hecho méritos.

La tribuna como un faro fundido
ya no describe sendas
ni separa el mar del acantilado.

Capitanes torpes con la mesana
el timón, el trinquete y la mayor…
con lenguas de medusas
abren de veneno
                             las pieles jóvenes
del marino confiado.

¿Por qué sólo si se vacía la cámara
aspira a ser solemne?
¿Por qué lo que debiesen de ser himnos
suenan a latigazos?

La corrupción del templo
por quienes no conocen sus rituales
nos vende a todos humo
y finge que vende vapor de plata.

Eduard Ariza





 Nota. Feliz día de apertura de las nuevas Cortes, hoy martes y  trece.