lunes, 11 de enero de 2016

Autorretrato

Sólo la luz
como un fantasma al final del espejo.
Caricia de la negrura,
desliz inoportuno de la vida
explicada en función del enigma.

Tantas horas confiadas
al abrazo del olvido
                                   que se devuelven
con la sangre del alma
en un piso de sombras grises
penumbras rodas y obsesiones sinuosas.

Trabajo, dignidad del que piensa
y conciencia del esclavo. Lujo es la alegría.
en la jauría del vacío.
Quien besa el aire
esculpe en saliva una trampa

para encerrarse a sí mismo
con la morfina de la ilusión
                                               en este manicomio
calle X nº 32.
Dilemas morales o crucigramas de revista
tanto da. Al final:
                                   Sólo la luz.

27 de agosto de 2015

Eduard Ariza