lunes, 8 de septiembre de 2014

El Fantasma Urbano



Sinuosos arrecifes de color enfermo
y textura insumergible
se alza frente al mar.
Sus torbellinos de caos en el horizonte

manchan poniente y alma.
Pudren el cielo y la mar
hasta desalarla con sus químicos
y ahogarlo con sus humos.

Una bandada de ruidos
surca sus espacios como un buitre.
Con sus garras invisibles
despedaza –sin prisa- la cordura.

Y las humeantes farolas juegan
a ser cirios de un ataúd inmenso.
La grandeza de la ciudad
nos hace morir de insignificancia

solo velados por esa luz eléctrica.
En el laberinto de sus calles
todos somos minotauros.
La nuestra es un hambre monstruosa de libertad.

31 de Julio de 2014

Eduard Ariza

2 comentarios:

  1. Excelente esta revisión de "La aurora" lorquiana, Eduard. La imagen final del minotauro en su laberinto de comodidades que busca su libertad, muy bien conducido por el fluir del texto hasta su desembocadura.

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    1. Te confieso que no pensaba en Lorca, sino más bien en Gil de Biedma. Aunque ahora que lo dices es cierto que tiene un aire. Muchas gracias!!

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