domingo, 24 de abril de 2011

Una constitución poco ilustrada

Existe una frase hecha entre los que participan de las formas políticamente correctas que dice que los ciudadanos nunca se equivocan al votar. Estoy convencido de que en efecto es cierto, sobre todo en Alemania en 1932 y 1933, votaron con igual corrección los partidarios de De Gaulle que consiguieron hundir a la Cuarta República francesa en 1958, también en Francia en 2002 cuando el Frente Nacional pasó a la segunda vuelta y en general todos los movimientos de ultraderecha que asedian de nuevo el mundo occidental. Admitido que los votantes se equivocan, admitamos que los votantes húngaros han cometido un error garrafal al conferir mayoría de dos tercios en las elecciones del pasado año al líder de su derecha, Viktor Orbán, quien actualmente es primer ministro del país y presidente de turno de la Unión Europea

Este señor no pertenece a los grupos de ultraderecha que izan las banderas de las esvástica, de hecho su formación política se encuentra dentro del Partido Popular Europeo, grupo al que pertenecen Berlusconi, Sarkozy, Angela Merkel o Mariano Rajoy. Vaya que no podemos calificarlo en absoluto de individuo de ideología extremista por su etiqueta. Sin embargo ha aprobado una constitución con sus dos tercios de la cámara que le confiere amplios poderes como primer ministro otorgándole incluso iniciativas legislativas y judiciales y reduciendo al presidente de la república a poco menos que una máquina de firmar decretos. La nueva constitución reivindica además que la familia deriva explícitamente de “la unión entre un hombre y una mujer” reconoce “las raíces católicas de Hungría” y “la necesidad de defender al embrión desde el momento de su concepción”. No está nada mal en su conjunto.
Algunos pueden acusarme de frívolo por no entender la desesperación que ha sumido al pueblo húngaro en los últimos años. Desesperación sin duda causante de la caída en los valores más retrógrados que los refugian en un pasado arcaico por miedo a que seguir andando hacia el futuro los haga caer al suelo. Aunque entiendo las motivaciones del pueblo magiar, no puedo aceptar que por muy grande que sea la desesperación de un pueblo este adopte ciertas opciones políticas, porque entonces podemos llegar a ver como inevitables muchos de los regimenes más aberrantes de nuestra historia.
Añado como coletilla que también me resulta divertido que entre todas las instituciones europeas: Comisión, Parlamente, Eurogrupo, Tribunal de Luxemburgo etcétera nadie pueda parar los pies a opciones tan radicales y agresivas. Esto demuestra sin duda la utilidad de nuestras instituciones. De la misma forma, uno tiene que reír por no llorar, cuando escucha que los religiosos se sienten atacados por “una violenta oleada de laicismo”. Que yo sepa, en Europa aún ningún partido liberal ha propuesto incautar los bienes eclesiásticos, impedir los rituales litúrgicos del cristianismo, ni negar la independencia de El Vaticano como estado fundado por voluntad de Mussolini. Si que se oye, paradójicamente, desde el púlpito que los nuevos modelos de familia no son válidos, que perjudican a los niños, que la homosexualidad es una enfermedad y que el laicismo es un elemento destructor, a pesar de que, desde el S. XVII, viene siendo el promotor de todos los avances sociales del Viejo Continente.

2 comentarios:

  1. Polònia, Hongria... països molt complexos i que encara ens han d'aportar més sorpreses. I tal com estem a Finlàndia (i a Catalunya amb Plataforma per Catalunya, no ho oblidem) em sembla que el futur a curt plaç no ens porta res de bo.

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  2. Jo el problema el veig en que la gent se sent desesperada, a partir d'aquí podem anar afegint factors, però tot es redueix al mateix.
    Tampoc crec que el futur sigui tan nociu. Després d'aquesta onada de crisi la gent s'avorrirà d'aquests grups tan radicals.

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