Este pasado domingo, mi buena amiga Xènia Dyakonova, poeta y traductora,
me hizo el honor de invitarme a acompañarla a un concierto de Jordi Savall, en
la ciudad de Manresa.
Jordi Savall y su viola de gamba.
Confieso que era la primeraza vez que visitaba la ciudad. Sabía que
sólo podría verla muy por encima, ya que llegar al Centro Cultural donde se
hacía el concierto apremiaba. Teníamos pocas indicaciones: “Ir hasta la plaza
de la mujer de hierro y seguir todo recto hasta pasar los semáforos, entonces
tendríamos que ver la avenida de Pedro III”. Mientras me preguntaba si esos
semáforos tendrían algo que los distinguiese de cualquier otro semáforo, le
dije a Xènia: “No esperaba ver a Margaret Thatcher en este concierto.” Pero en
efecto, hay una plaza en Manresa donde una estatua femenina de metal permanece
sentada en un banco.
Otro miembro del grupo musical de Savall con un laud.
Empezó el concierto. El libreto que teníamos en la mano nos daba
información sobre todas las piezas cantadas, traduciendo las letras al catalán
moderno.
No sé si todos conocéis a este músico excelente, Jordi Savall. En pleno
S. XXI sigue haciendo conciertos de música medieval. Su instrumento, la viola
de gamba se dejó de usar en el barroco. Él lo ha restaurado. Sin embargo, no es
esta la única restitución que ha aportado a los escenarios, pues ha tomado por
meta rescatar del olvido a piezas y compositores olvidados.
Antes de empezar el concierto Xènia me preguntó si no me importaría que
sacase fotos, pese a que lo había prohibido ex profeso. Dado que además de
ateo, cada vez tengo menos fe en la legalidad vigente, no le puse objeciones,
es más, la animé. “Total, siendo rusa, si te dicen algo les respondes en tu
lengua materna y finges que no te has enterado de nada.”
Los músicos saludando. Al fondo un cantante.
La música medieval es muy estimulante. Cuesta adentrarse en ella, pero
tiene un repertorio variado que toca múltiples ritmos y acordes. El concierto
pretendía ser un diálogo entre oriente y occidente, por eso, las piezas de
letras latinas, castellanas o catalanas se alternaba con otras árabes, o música
persa o turca. Se cantó incluso una canción hispano-quechua (estas mezclas
raras que surgieron de la colonización española de América). El conjunto
verdaderamente armónico permitía con facilidad a los oídos ligeramente
trabajados enlazar con las composiciones de la música clásica.
El éxito fue tal que Savall y su grupo saludaron varias veces y nos
dieron hasta tres piezas extras.
Jordi Savall en una de las muchas ovaciones que recibió.
Al acabar Xènia y yo fuimos a tomar algo en un bar y charlamos un rato.
Una señora muy amable nos hizo esta foto.
Xènia Dyakonova y yo.
Aún nos quedaba una hora de vuelta en tren y, por descuido, tuvimos que
correr un poco para llegar a la estación, sino lo perdíamos.
Ai mare, si un manresà et llegeix això de "Pedro III"! Imagino que devia ser fantàstic, per això.
ResponderEliminarDoncs mira Clidice una cosa que em va fer molta gràcia fou que aturarem quatre manresans i els vam preguntar la direcció amb català i tots quatre ens van respondre en castellà. És el que les viles de l'interior ja no són el que eren.
ResponderEliminarEduard,
ResponderEliminarUna de les coses que em fascina és aquesta corbata que presideix el teu logo-avatar.
I veure't a la foto manresana així m'ha fet gràcia.
Sobre en Savall no puc opinar perquè encara que cregui que és un cregut és el meu ídol. I si és un cregut és amb motiu...
Tots els ídols tenen un punt de pedanteria.
ResponderEliminar(Vuelvo a escribir en comentario, que ya he hecho tres veces, y el “señor administrador de la técnica” me ha borrado otras tantas)
ResponderEliminarYo solo conozco a Jordi Savall en su música, que me parece excelente. Quizás necesita de la pedantería, precisamente, para seguir en la brecha sin desfallecer, por encima de modas y modos musicales. Recuerdo con emoción su banda sonora para la película de Pilar Miró El pájaro de la felicidad, incluso sin oírla. Es una buena muestra del valor de la duración que perseguimos. Su música, atemporal y ecuménica, nos lleva a territorios sonoros singulares y evocadores, sin prisas (aunque haya que correr para poder vivir quietos su duración). Gracias por acercarnos este trozo de silencio sonoro (por comparación positiva ante lo que nos llega a aturdir con su ritmo sin música) aquí y ahora.
Quin luxe, Eduard, anar a Manresa de concert amb una amiga de bellíssim nom per escoltar a Jordi Savall!
ResponderEliminarJo, com altra gent, vaig descobrir a Savall gràcies a Tous les matins du monde on, si no recordo malament, tocava música de Marin Marais, un músic del temps de Rameau i Lully però de menys qualitat i nul·la fama. De vegades encara me'l poso.
Esteu molt guapets a la fotografia.