lunes, 16 de enero de 2012

Tres reyes, tres hermanos, tres Borbones: Luís XVIII (I)


 Luís Estanislao duque de Provenza (1755-1824), retratode Le Tour.
El segundo personaje de nuestra tríada es Luís XVIII. Fue el sexto hijo de Luís El Delfín y su segunda esposa María teresa de Sajonia. Nació en 1755. La muerte de su hermano mayor, Luís de Francia y duque de Borgoña, en 1761, se sumó a la de su otro hermano Javier (1754). Así, Luís Augusto, duque de Berry, futuro Luís XVI quedó como segundo en la línea sucesoria, después de su padre quien, a la sazón, era el Delfín de Francia; y él, Luís Estanislao, conde de Provenza en aquel entonces, el tercero.

Luís El Delfín (1729-1765), por Anne Baptiste Nivelon

Sin embargo, la muerte de su padre en 1765, lo colocó de segundo en la sucesión al trono, sólo por detrás de su hermano.

 Victor Amadeo III de Cerdeña  el Bienamado (1726-1796), por Guesppe Duprà, 1750.

En 1771 contrajo matrimonio con María Josefina Luisa de Saboya, hija de los reyes de Cerdeña, Víctor Amadeo III y María Antonia Fernanda de Borbón, hija de Felipe V y por lo tanto prima tercera de su futuro yerno. Carlos de Artois, futuro Carlos X, reforzó esta alianza al casarse él con María Teresa de Saboya, hermana de María Josefina. De modo que tanto los dos hermanos, Luís Estanislao y Carlos, como las dos hermanas, María Josefina Luisa y María Teresa, pasaron a ser recíprocamente cuñados además de hermanos.

 María Antonia Fernanda de Borbón (1729-1785) por Jacopo Anügoni en 1750.

El matrimonio con María Josefina Luisa trajo al conde de Provenza muchos sinsabores y casi ninguna alegría. De entrada obligó a la monarquía borbónica a ligarse fuertemente a los Saboya de Cerdeña, quienes fueron tan pésimos reinando como malos aliados. A nivel personal, el matrimonio fue completamente insatisfactorio. La pareja apenas hizo vida marital, si bien, los dos abortos de María Josefina Luisa demuestran que alguna sí que la hubo. Luís Estanislao tenía sus favoritas y la duquesa de Provenza… también; y es que, con fundamento, muchas señales apuntan a que tuvo amoríos con varias de su camareras.

 María Josefina Luisa de Saboya (1783-1810)

En 1774 murió el rey Luís XV y la corona pasó a su nieto, Luís XVI. Durante siete años, Luís Estanislao quedó como heredero directo al trono, pues la Ley Sálica impedía que la única hija de su hermano heredase el trono. Sin embargo, el nacimiento de Luís Javier en 1781 –quien murió prematuramente en 1789, poco antes de la Revolución- y Luís Carlos, duque de Normandía, lo alejaron del trono.

 Luís XV (1710-1774) en Versalles.
 
Sin que exista una causa clara, el duque de Provenza detestaba a su cuñada, la reina María Antonieta. Durante los frívolos años de vida en Versalles, hizo cuanto pudo por desacreditarla por medio de conspiraciones en las camarillas reales. La idea no iba tanto por asesinarla, eso se acabó con Luís XIII, sino más bien comentar que la reina bailaba mal, no comía apropiadamente, gastaba mucho dinero (cosa cierta), no sabía vestirse etcétera, etcétera. Las disputas con su cuñado fueron el principal pretexto de la reina para retirarse a “Le Petit Trianon”, pequeño palacete dentro de Versalles, que le permitió alejarse de la corte.

 María Josefa de Sajonia (1731-1767), madre de Luís XVII, Luís XVIII y Carlos X,  por Nattier en 1751.
 
El papel del duque de Provenza en 1789 y los años que siguieron fue nulo. Como la mayor parte de la familia real huyó al exilio, en su caso a Westfalia. Allí permaneció sin decir palabra de la Constitución de 1791 o la fuga de su hermano frustrada en Varennes. No fue hasta la ejecución de Luís XVI en 1793, cuando tomó la voz para erigirse en regente de su sobrino, Luí Carlos, nominalmente Luís XVII. A la muerte de éste en la prisión de El Temple, dos años más tarde, pasó a ser reconocido como Luís XVIII de Francia por las monarquías europeas.

 Luís XVII (1785-1795) A. Kucharsky en 1792.

Sus primeras medidas, en su papel de monarca nominal, fueron reafirmar su negativa a aceptar cualquier principio de la Revolución. Esto dificultó cualquier restauración, pese a la inestabilidad natural de la república. Con las victorias francesas en las Guerras de Coalición, él y su familia hubieron de embarcar rumbo a Inglaterra, residiendo algún tiempo, con anterioridad en Rusia. Desde allí, en 1804, vivió el asesinato del joven duque de Enghien, último descendiente de la rama Borbón-Condé. Lo único que el rey titular pudo hacer, ante el asesinato de su sobrino segundo, secuestrado por Napoleón, fue devolver al rey de Prusia la Orden del Águila Negra, pues el aún Primer Cónsul de Francia también había recibido esta condecoración.

 El Duque de Enghien (1772-1804)
 
El duque de Enghien fue asesinado el 21 de marzo, mismo día en que Napoleón proclamó, no por azar, su Código Civil, para reafirmar su autoridad legal. La mancha de este asesinato pesó mucho sobre el general corso, pues el pobre joven duque se había atrevido a acercarse a la frontera francesa con el fin de ver a su amada, no para participar en ninguna conspiración. Dos meses más tarde, Napoleón se ascendió a emperador de los franceses y rey de los italianos. El nacimiento del hijo de Napoleón en 1811, con la hija de Francisco I, emperador de Austria, alejó aún más la esperanza de que los Borbones recuperasen el trono.
En 1810, el rey titular perdió a su esposa, que fue enterrada en la Abadía de Westminster. A lo largo de su prolongado exilio juntos, la pareja no había hecho otra cosa que discutir.

 Alegoría de los Borbones (1814) por Louis-Philippe Crépin. Luís XVII sostiene a la Francia abatida.
 
Los reveses de Napoleón en 1812, al salir escopeteado de la campaña de Rusia, abrieron de nuevo la puerta. Hacia 1913, cuando Francia había perdido la mayor parte de sus conquistas continentales, Alejandro I de Rusia y Wellington se hicieron valedores de la Restauración borbónica, que vio finalmente la luz en 6 de abril de 1814. Ese día el denominado Senado conservador, cámara legislativa del imperio, que había forzado a su emperador a abdicar, proclamó a Luís XVIII rey de Francia. El rey entró triunfal en París, poco después de haber sido ocupada la capital por Alejandro I y sus tropas. Anciano y lisiado por su obesidad, recibió los vítores populares camino de su palacio de Las Tullerías, actualmente, el Museo del Louvre.

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