lunes, 23 de enero de 2012

Tres reyes, tres hermanos, tres Borbones: Luís XVIII (II)


Tras la época de El Terror del régimen de Robespierre, el período ruinoso de El Directorio y la etapa belicista de Napoleón dividida entre Consulado e Imperio, muchos franceses y muchos intelectuales se hicieron partidarios de Luís XVIII. El célebre escritor y político Chateaubriand recoge este sentir popular en su manifiesto De Bonaparte a los Borbones. Dicho librito, vio la luz clandestinamente en 1814; de él dijo el rey que había sido más útil que un ejército.
¿Cómo podemos explicar el rápido retorno de Bonaparte en julio del año siguiente? El período conocido como “Los Cien Días”, contrariamente a lo que se piensa, no tuvo un gran apoyo popular. Las guerras y, más exactamente, las costosas derrotas de sus últimos años secaron la popularidad de Napoleón. Durante su camino a Elba, isla que le había sido concedida en calidad de principado, el ex emperador, a punto, estuvo de ser linchado, en varias ocasiones, por la turba furiosa. Sólo el ejército se mantenía un acérrimo en el bonapartismo. Sin en lugar de enviarle tropas, Luís XVIII hubiese dejado vagar a su adversario por los pueblos de Francia es muy probable que se le hubiese asesinado.

 Luís XVIII (1755-1824) rey de Francia, Navarra y Copríncipe de Andorra, en las Tullerías, por Jean-Baptiste Paulin Guérin.

 
Por desgracia, los soldados enviados para capturarle se sublevaron contra el rey para unirse a Napoleón. En el contexto de una inminente guerra civil, algunos, entre ellos Chateaubriand, aconsejaron al viejo y tullido monarca permanecer en París, para resistir en Las Tullerías hasta la muerte. El asesinato del monarca hubiese hundido aún más la popularidad del ex emperador. París, además, era decididamente monárquica, lo que, sumado a la falta de medios económicos y artillería por parte de los militares sublevados, aumentaba las posibilidades de una resistencia eficaz. Por si ocurría lo peor, el exilio temporal del duque de Artois, hermano y heredero del rey, con su familia garantizaría la continuidad de la monarquía legítima.
Sin embargo, Luís XVIII decidió huir a Gante. El vacío de poder que se generó posibilitó a Napoleón recuperar velozmente el poder.
 Entre tanto en Viena, el canciller von Metternich, había empezado su Congreso, del que en resultaría poco después La Santa Alianza de monarquías del Viejo Régimen, contra cualquier movimiento liberal. Allí, los monarcas europeos o sus representantes se sintieron decepcionados con Luís XVIII. Después de los innumerables esfuerzos para restaurar el trono de los Borbones en Francia, estos apenas habían hecho nada para defenderlo

 Congreso de Viena 1815.
 
Después de su derrota decisiva en Waterloo, Napoleón volvió a Parías para abdicar a favor de su hijo, quien pasó a ser nominalmente, emperador de los frances del 22 de junio al 7 de julio de 1815, con el título de Napoleón II. Desde Viena se consideró seriamente la posibilidad de reconocer al joven emperador, nieto de Francisco I, así como a su consejo de la regencia, pero, tras largas deliberaciones, se decidió dar una segunda oportunidad a Luís XVIII.

 Napoleón II (1811-1832)
 
El rey volvió a París el 16 de septiembre. A partir de aquí podemos hablar claramente de su reinado y de la Restauración. Luís XVIII, como sus otros dos hermanos fue víctima de su educación basada en la separación de la sociedad por estamentos. Verdaderamente se creía elegido por dios y por lo tanto dueño absoluto de su país, en tanto que así lo permitiese la providencia. No era en absoluto un hombre ignorante ni estúpido, antes bien, se le reconoce una cierta habilidad diplomática. No obstante, su carácter pasivo, alegorizado en su extrema gordura, se tornó en inactivo durante su reinado. Es cierto que actitud benevolente deriva de aquí, pero también su incapacidad para fijar un rumbo claro hacia la monarquía constitucional, como le demandaban la mayoría de los monárquicos.

 Escudo Real de Luís XVIII, que se estampó en la Bandera Blanca -monárquica- durante su reinado.

 
¿Creyó realmente Luís XVIII en la posibilidad de compartir sus poderes con un parlamento como los reyes ingleses? El rey, ciertamente, aprobó La Carta, un sucedáneo de constitución que estableció el régimen institucional de la Restauración. Según este documento, el rey aceptaba la iniciativa legislativa del Parlamento y la Cámara de los Pares, con derecho hereditario; imitación palpable de la Cámara de los Comunes y la Cámara de los Lores, en el modelo británico. También se veía obligado a nombrar a un primer ministro, que actuase de jefe del gabinete, aunque no tenía necesidad de consultar a las Cámaras en este trámite. El monarca conservaba amplias facultades legislativas y ejecutivas que extendían su poder en gran medida.

 Luís XVIII en las Tullerías por François Pascal Símon Gérard

Recuérdense, de nuevo, sus prejuicios de la clase y su conciencia de ser rey por la voluntad de Dios y no por la del pueblo. Luís XVIII nunca tuvo en pensamiento más abierto que su hermano menor, el futuro déspota, Carlos X. Su aceptación de las prerrogativas institucionales y concesiones a las mismas derivan indefectiblemente de esa personalidad hastiada incapaz de hacer otra cosa que dejarse llevar.

 Talleyrand, primer jefe de gobierno de Luís XVIII, ex minsitro de exteriores con Napoleón I.
 
Nombró a su primer jefe de gabinete, durante su segundo exilio, en Gante. La elección fue a recaer en el ex ministro de Bonaparte, Talleyrand. Este conspirador nato se mantuvo en el cargo hasta que el rey retornó a Francia. Había sido designado representante de Francia en la Conferencia de Viena y el rey, conociendo la facilidad de su ministro de exteriores para cambiar de chaqueta, le ofreció tan importante puesto, a fin de asegurarse que se le mantenía leal.

 Duque de Richelieu, primer ministro de 1815-1818 y de 1820-1821.
 
El 26 de septiembre de 1815, tras forzar la dimisión de Talleyrand, se encargó al duque de Richelieu formar gobierno. Hombre hábil, el duque sostendría su gabinete hasta 1818. De sus logros se reconoce su habilidad diplomática para acortar la ocupación de los ejércitos de la Confederación Europea. Pues tras la segunda caída de Napoleón, los monarcas del Viejo Continente decidieron mantener ocupada Francia, como medida de precaución. También convenció a los franceses y de forma particular al ejército, para que se recuperase la enseña blanca de los Borbones como bandera, en vez de la tricolor revolucionaria. Sin embargo, también fue responsable directo del denominado “Terror Blanco”, el gran número de juicios y ejecuciones llevados a cabo en esta etapa de la Restauración.

 Marquis Dessolles, primer ministro entre 1818 y 1819.

De 1818 a 1819, se ocupó del gobierno monsieur Marquis Dessolles, quien fue reemplazado por el conde Decazes. Este joven noble del partido constitucionalista pretendía impulsar un verdadero proyecto de Constitución, para sustituir La Carta e instaurar en el país un régimen democrático. En seguida se ganó la antipatía de la facción ultramonárquica, acaudillada por Carlos de Artois, hermano y heredero del rey.

 Monsieur Decazes, primer ministro de 1819 a 1820.

En 1820, el duque de Berry, hijo menor de Carlos de Artois fue asesinado por un extremista republicano; Louvel. La inmediata ejecución de este no mermó la furia de los ultramonárquicos, que lanzaron insidias contra el Decazes, en las que lo acusaban de velar poco por la seguridad de los miembros de la familia real o de estar directamente detrás del asesinato.


El duque de Berry (1778-1820) hijo menor del duque de Artois.
 
Luís XVIII no prestó ningún tipo de apoyo a su primer ministro, aunque tampoco le reclamó la dimisión. Decazes se la reasentó finalmente y el duque de Richelieu volvió a hacerse cargo del gobierno. Richelieu fue consciente durante su última etapa de gobierno que debía arrinconar a la facción ultramonárquica para salvar la monarquía. Nadie en la Francia de principios del S. XIX estaba dispuesta a aceptar una dictadura con corona, por muy legítima que fuese. El duque de Orleans, futuro Luís Felipe I, cada vez sonaba más como candidato a monarca electo.
Los intentos de Richelieu por prevenir a Luís XVIII fueron en vano. En 1821, las conjuras palaciegas encabezadas por el duque de Artois lo remplazaron por De Villèle, del partido ultramonárquico. 

 Firma de Luís XVIII.

De Villèle no terminaría su ministerio hasta 1828, ya bajo Carlos X. De su gestión con Luís XVIII como monarca debemos destacar su apuesta firma por restaurar a Fernando VII como monarca absoluto de España, donde la revolución liberal de Riego, en 1820, lo había sometido al poder constitucional. En 1823, se armó al ejército de Los Cien Mil Hijos de San Luís, comandado por el duque de Agulema que en pocos meses devolvió a España su régimen absoluto, inaugurando al Década Ominosa.

 Los Cien Mil Hijos de San Luís por Lecomte, 1828.
 
Un año después, en 1924, Luís XVIII expiraba en su palacio de las Tullerías. El primer monarca de la Restauración fue sucedido por su hermano el duque de Artois que se convirtió en Carlos X. Esta fue la única sucesión que se dio en Francia, hasta 1973, sin que hubiese por medio un golpe de estado, una revolución, o un derrocamiento.

De Villèle, primer ministro francés de 1821 a 1828.

A parte de su dormitorio, conservado en El Louvre como parte del museo, Luís XVIII deja poco legado a los franceses. Pudo haber asentado la monarquía constitucional aprovechando el momento álgido de popularidad de los Borbones al inicio de la Restauración. Sus pecados de soberbia le mantuvieron obcecado en que los cambios ideológicos heredados del Siglo de las Luces eran errores y su crimen de pereza le convirtió en un títere la mayor parte de su reinado. Dar preferencia a los miembros de la familia real, la nobleza y las camarillas de palacio, antes que a las instituciones electas, constituyó su peor error; el que condujo a asentar las bases para hacer caer en la monarquía, en vez de afianzarla, como pretendió.





2 comentarios:

  1. De tots aquests personatges, qui em té fascinada és Tayllerand :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Doncs jo a Tayllerand mai no l'he vist ni fred ni calent.

      Eliminar