lunes, 4 de mayo de 2015

Dos Hombres de Derechas y la Segunda República (V)

Antecedentes del Bienio de Derechas (IV): Bienio Azañista



El primer gobierno Azaña, 16 de diciembre de 1931 al 12 de junio de 1933, el más longevo con diferencia de la segunda república, es al que debemos la mayoría de iniciativas legislativas por las que es famoso aquel régimen: la primera ley de divorcio en España, la disolución de la Compañía de Jesús por Decreto, el Código Penal, la Ley de Vagos y Maleantes, la Reforma Agraria, y el Estatuto de Autonomía Catalán. No menos importante fue la aprobación de los presupuestos de 1932 diseñados por el ministro Jaume Carner de excelente perfil técnico a quien dos años más tarde robaría la vida el cáncer.
Durante este gobierno, el 10 de agosto de 1932 se produjo la “Sanjurjada”. Sevilla fue el escenario central del golpe que también tuvo algún foco aislado en Madrid. Mal preparada, la intentona del general Sanjurjo, que irónicamente un año antes había puesto la guardia civil al servicio del gobierno provisional antes de que el rey autorizara el traspaso de poderes, fracasó a las pocas horas.

El general Sanjurjo en el centro. Sevilla 10 de agosto de 1932.

Otro incidente grave fue la matanza de Casas Viejas el 11 de enero de 1933. En aquella pequeña localidad gaditana se produjo en violento enfrentamiento entre anarquistas y policías que se saldó con varios muertos. Aunque inicialmente el hecho no pareció tener mucha importancia, tanto las derechas como los sectores más radicales de la izquierda entendieron en seguida el partido que podían sacarle para desgastar al jefe de gobierno.
Pese a ganar el debate parlamentario, Azaña fue el 8 de junio de 1933 al Palacio de Oriente, sede de la Presidencia del Estado, para pedir la confianza del Presidente. Sorprendido por no encontrarla, dimitió en el acto.
La negativa de Alcalá Zamora a dar su apoyo al presidente del gobierno que había obtenido la confianza del Parlamento sólo se explica por su antagonismo personal. En sus Memorias el político cordobés no duda en hablar de Azaña como “mi gran enemigo”. Disgustado porque no se sometiera a él, don Niceto trató por todos los medios de socavar la acción de su independiente y para su gusto demasiado exitoso jefe de gobierno.
En efecto, el Jefe del Estado no quiso desaprovechar aquella oportunidad para desacreditarlo y forzar su dimisión. Pero esta actitud que entraba en contradicción con su papel constitucional de moderador no tardaría en costarle cara.

Edición del Estatut de 1932 con el retrato de su gran valedor en las Cortes, Manuel Azaña.

Cuando inició sus consultas para buscar a un nuevo jefe de gobierno descubrió lo siguiente: el PSOE se debatía en una bicefalia fratricida entre Indalecio Prieto, más moderado, y Largo Caballero, el Lenin Español. Ninguno de ellos podía ser invitado a formar gobierno sin riesgo de dividir el partido. Por si con eso no bastaba, los socialistas estaban peleados con los radical socialistas. Ningún partido aceptaría un gobierno presidido por un representante del otro. Para colmo, lo radicales de centro eran rechazados por la izquierda, de modo que Lerroux rechazó el encargo.
Desesperado, Alcalá Zamora tuvo que tragarse su orgullo y volver a llamar a Azaña a Palacio. Su disgusto no terminó ahí, porque lejos de manifestarse agradecido por la nueva invitación, el líder de Acción Republicana le dijo que sólo aceptaría el encargo si no se concebía el nuevo gabinete como un gobierno interino. A esto, según escribe el propio Azaña en sus Diarios, respondió el Presidente de la República: “Ni interinidades ni eternidades”.

Azaña en su despacho en el ministerio de la guerra.

El 12 de junio de 1933 quedó constituido el Gobierno Azaña II con una composición de partidos muy similar al anterior: Presidencia y Guerra, Manuel Azaña (Acción Republicana); Estado, Fernando de los Ríos (PSOE); Justicia, Álvaro Albornoz (Partido Radical Socialista); Marina, Lluís Companys (ERC); Gobernación, Casares Quiroga (Organización Republicana Gallega Autónoma); Hacienda, Agustí Viñuales Pardo (Acción Republicana); Instrucción Pública, Francisco Barnés Salinas (Acción Republicana); Obras Públicas, Indalecio Prieto (PSOE); Trabajo, Largo Caballero (PSOE); Agricultura, Marcelino Domingo (Partido Radical Socialista); Industria y Comercio, José Franchy y Roca (Partido Democrático Republicano Federal).
Con una vida mucho más breve que el gobierno predecesor, este gabinete dimitió el 8 de septiembre del mismo año. Su labor legislativa fue escueta. Únicamente cabe destacar la fatídica ley electoral. Aunque partía de un objetivo bienintencionado como favorecer las mayorías parlamentarias estables, esta ley aplicó un sistema electoral de mayorías que favoreció las grandes coaliciones, en detrimento de la representación proporcional lo que fue nefasto en febrero de 1936 para el régimen.

El segundo gobierno Azaña.

Las tensiones internas con los sectores más extremistas de la izquierda que querían unas nuevas elecciones para reafirmar su autoridad dañaron al gabinete desde dentro. El 12 de julio, Albornoz dimitió y Casares Quiroga hubo de asumir simultáneamente las carteras de justicia y gobernación.
A pesar de ello, 6 de septiembre Azaña volvió a superar con éxito un voto de confianza en las Cortes que lo mantuvo como jefe de gobierno. La crisis pareció alejarse por el momento. Pero entonces, tal como había hecho pocos meses antes, el Presidente de la República retiró su confianza a presidente del gobierno que dimitió el día ocho.
Lo más sorprendente es que don Niceto tomó esa determinación, de nuevo, después de que el Parlamento hubiese votado "sí" a la continuidad del gobierno Azaña. Con una misma arbitrariedad, el Jefe del Estado despreciaba al poder legislativo y hundía al ejecutivo en el caos.


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