Italia Medieval. |
Nota. Estos apuntes forman parte de un trabajo para filología hispánica sobre la Divina Comedia.
A menudo la fama literaria no se traduce
en una exacta datación biográfica. No es que la vida de Dante (1265-1321) nos
sea oscura, podemos reconstruirla con considerable precisión, si bien,
carecemos de exactitud acerca de una gran multiplicidad de datos, tales como
sus orígenes familiares o su vida conyugal que sólo conocemos sumariamente. No
vamos a pormenorizar aquí su trayecto vital, pero sí traer a colofón algunos
hechos importantes que contribuyen a la comprensión de nuestro trabajo.
En la Italia del final del duecento y principios del trecento, se sintió con especial
intensidad el fin de la era hierocracia, durante la cual el pontificado sostuvo
la supremacía espiritual y terrenal sobre los príncipes, frente a posturas
cesaristas, defensoras de una autonomía entre el poder terrenal del Emperador y
los príncipes, frente al poder espiritual del papado[1].
Con la marcha de los papas a Aviñón, las tesis hierocráticas decaerán, al
tiempo que Italia se sumía en el caos derivado de la anarquía reinante en el
Estado Pontificio. Muchos destacados personajes de entre quienes tomaron parte
en estos avatares aparecen en la Divina
Comedia, tales como Celestino V, el papa ermitaño, a quien Dante alude como
el que hizo la "gran renuncia", por ser -con la excepción de
Benedicto XVI- el único pontífice en abdicar voluntariamente del trono de San
Pedro, entre las almas que deben cruzar el Estigia camino del infierno; así
mismo hay que citar a todas las figuras de nobles y príncipes toscanos
involucrados en el conflicto entre papado e imperio en un sentido u otro;
también son constantes las alusiones no precisamente en tono loable a Bonifacio
VIII.
Este último está considerado por muchos
historiadores como el último pontífice abiertamente defensor de la hierocracia.
Su encíclica, Unam Sanctam sostuvo
abiertamente la supremacía del poder espiritual del papado frente al poder
terrenal de los príncipes amenazando con la excomunión a cualquiera que
prohibiera o evitara apelar en un pleito o conflicto a la autoridad de la Santa
Sede. Sin embargo, precisamente de tanta contundencia se desprende que los
postulados hierocráticos hacían aguas. Derrotado por el rey Felipe IV de
Francia, a quien Bonifacio VIII había intentado usar antes en contra del
emperador, este papa fue abofeteado por el capitán que lo arrestó en el ducado
de Espoleto, antes de volver a conducirlo a Roma donde moriría poco después.
Tras su muerte, Clemente V instalaba la sede papal en Aviñón donde permanecería
por largo tiempo, degenerando después en el cisma de occidente. Aunque ilustrar
este punto excede el propósito de nuestro trabajo.
Bonifacio VIII |
Para entender el conflicto político de
fondo, es importante tener claro que en vida de Dante Italia se dividía entre
grandes secciones territoriales. Al sur el reino de Sicilia, donde por cierto
Bonifacio VIII maniobró para un cambio dinástico en favor de Carlos de Anjou
para debilitar al emperador -otro personaje muy aludido en la Comedia. En el centro tras la aparente
homogeneidad de los Estados Pontificios donados al Papa por el emperador
Constantino, subyacían conflictos entre las familias nobles poderosas del lugar
que sumían dicho territorio, con perdón del coloquialismo, cada dos por tres en
la anarquía y el caos. Aunque sin duda, si una región de Italia acumulaba caos
esta era el norte. Formalmente, con la salvedad de las Repúblicas Veneciana,
Florentina y Genovesa, sus territorios formaban parte del Sacro Imperio
Germánico. Si bien en la práctica, estos se distribuían en pequeños ducados y
ciudades Estado, sumergidas en un constante conflicto entre sí, así como
alternativamente contra el papado y el emperador.
La disputa sucesoria a la muerte de
Enrique V -recuérdese que el Emperador Germánico era electo, no dinástico-
abrió la lucha entre güelfos y gibelinos[2],
partidarios de los dos candidatos en disputa por el trono imperial. Sin
embargo, esta rivalidad adquirió en seguida una dimensión más profunda en el
contexto de lucha entre hierocracia y cesarismo, pues ambos bandos tomaron
partido por la supremacía terrenal del Papa y del Emperador respectivamente. A
su vez los güelfos se dividieron entre blancos y negros.
Es importante señalar que la sencillez
con que algunos libros describen la adscripción güelfa al bando papal, y la
gibelina al imperial no se corresponde con la realidad histórica mucho más
compleja. Así Dante, quien como su padre fue un güelfo blanco, no mantuvo
precisamente buenas relaciones con el papado, especialmente después de que como
miembro del Consejo de Ciento de la República Florentina, tuviera que buscar
desesperadamente alguna alianza para evitar la toma militar de la ciudad por
Bonifacio VIII.
Roma en la Edad Media |
En este complejo entramado de alianzas
políticas, fácilmente mutables en traiciones, Dante no sólo encontrará materia
vital para poner a muchos de sus enemigos políticos en el infierno, sino
también la desgracia personal que le costará el exilio de su amada república
natal, en venganza del bando gibelino. Dante buscará protección en diversas
ciudades, sirviendo de consejero, diplomático y preceptor hasta morir
finalmente en Rávena, habiendo renunciado ya hacía tiempo a pisar de nuevo su
tierra natal. En su testamento, Dante prohíbe expresamente que sus restos
mortales sean algún día devueltos a Florencia, ciudad que lo había desterrado y
lo había condenado a morir en la hoguera por pérfidas acusaciones de corrupción
y abuso poder durante su etapa de servicio público.
El exilio coincide con la etapa de mayor
productividad artística vital. En su transcurso escribe la Comedia, en la que el tono de melancolía hacia Florencia y las
alusiones a su destierro son constantes. Sin embargo, de su obra magna y el
resto de su poesía nos ocuparemos más adelante.
En este punto es interesante esbozar el
pensamiento político de nuestro poeta. Además de hombre de letras, Dante estuvo
comprometido con la labor política de su tiempo y como se ha mencionado llegó a
ocupar altos cargos de gobierno en Florencia. Además se preocupó de poner por
escrito su pensamiento político y filosófico en diversos tratados, casi siempre
posicionándose respecto a los conflictos de su tiempo.
El primero de ellos, Convivio, escrito entre 1304 y 1307,
constituye la primera obra dantesca de exilio. Su propósito global, un tanto
difícil de sintetizar, se resume con más facilidad por los libros que lo
componen. En el libro primero ensalza la perdurabilidad del imperio romano en
el germánico, su heredero natural. El segundo y el tercer libro loan el saber
filosófico humano y su excelencia. Los últimos dos libros abordan la idea de
que la nobleza no deriva del nacimiento sino de los méritos vitales para la
misma. Los libros de II a IV inician sus discursos a través del comentario
alegórico de una canción escrita en lengua romance, rasgo que vincula esta obra
con De vulgari eloquentia, si bien lo
que más nos interesa en este comentario es la presencia de Beatriz en este
tratado cuyo amor espiritual hacia ella compaginado con el recuerdo de la
protagonista de la Vita Nuova ocupan
un papel relevante en el libro II. Se empieza a bosquejar así la alegoría de
esta dama como el más excelso saber humano.
Blake ilustra a Dante y Virgilio rodeados por demonios. |
Sin duda De Monarchia (1307-1308) es su tratado político más importante. En él se expone el pensamiento político que se verá confirmado por el juicio divino y personajes tan altos como San Pedro en la Divina Comendia. Según sus términos, radicalmente opuestos a la visión de la hierocracia, el poder del Emperador no emana del Papa, sino que deriva autónomamente del mismo Dios. En otras palabras, tanto el Imperio como la Cátedra de Pedro, emanan de Dios. Ahora bien, sus funciones son distintas, a uno le corresponde el poder terrenal y a otro el poder espiritual.
Los expertos suelen calificar el
pensamiento de Dante como "anacrónico" o "anticuado". Su
ideal político del Sacro Imperio Germánico en el que ve la herencia directa del
antiguo Imperio Romano ya no era tampoco realizable en aquella época. De hecho,
en la época en que Dante escribe esta obra, la monarquía imperial lleva tiempo
ahondando en una lenta pero imparable descomposición. Su estructura
administrativa de por sí poco consolidada dado el carácter electivo del
emperador y las rivalidades entre los nobles más importantes de entre quienes
integraban el Imperio poco a poco irá cediendo, dando pie a una estructura
primero confederal y después puramente simbólica en que ni el Imperio se
corresponderá con un poder político -ya no digamos estatal- real ni el
emperador será sino una figura nominal con escasos poderes más allá de ciertas
labores de arbitraje[3].
Podemos ver como el ideal político de
Dante constante en su obra magna a lo largo múltiples pasajes se viene
fraguando desde mucho antes de que tomara la pluma para empezar a componer la Comedia. Para el poeta florentino el
orden del mundo, es decir, el orden acorde con Dios, sólo es posible cuando la
Iglesia y el Imperio asumen cada uno su papel en el mundo. Así en el infierno
más profundo de los infiernos, destinado a los traidores, Lucifer, el traidor a
Dios, mastica en sus bocas a Judas, también traidor a Dios en la persona de
Cristo cuya encarnación en la tierra es la Iglesia; así como a los asesinos de
Cesar, Casi y Bruto que alegorizan en este punto cualquier traición al orden
estatal que personifica el Imperio. Ya se ha aludido antes al parlamento entre
Dante y el apóstol San Pedro. El vicario de Cristo no es el único que a lo
largo de la obra critica la actitud de sus sucesores por actuar más como
príncipes que como representantes del Señor. Por su parte también es altamente
significativa la presencia del emperador Trajano en el cielo. Ciertamente no se
trata de una invención del propio Dante. Ya tiempo atrás corría la leyenda apoyada
por el papa Gregorio I el Magno de que Trajano había sido resucitado por Cristo
para convertirlo al cristianismo y dejarle entrar en el reino de los cielos.
Sin embargo, el hecho de que Dante la utilice en la Comedia se basa una vez más en la dignificación celestial de su
ideal imperial para la forma política y el orden social, pues la figura de
Trajano estaba asociada al buen gobierno como emperador ejemplar y glorioso.
Dante. |
Una obra menor, como Quaestio de aqua et terra (1320) no puede dejar de ser citada en este trabajo. En ella apreciamos una considerable síntesis del paradigma aristotélico como base del discurso científico medieval para demostrar que por su naturaleza la esfera del agua no puede ser más alta en ningún punto de la tierra emergida en el orbe. Aunque no podemos detenernos a pormenorizar su contenido, tras los razonamientos científicos de este tratado subyacen cuestiones tales como el sistema ptolemaico que luego se proyectará en la concepción geográfica del globo terráqueo en un diseño cósmico geocéntrico que aparece en la Divina Comedia.
Eduard Ariza Ugalde
Bibliografía Consultada
ALIGHIERI, DANTE, Divina Comedia. Ed. de Petrocchi, Giorgio; Martínez de Merlo. 9ª Ed. Madrid: Catedra, 2005.
ALIGHIERI, DANTE, Divina Comèdia. Ed. Mira, Joan F. Barcelona: Proa, 2000.
ALIGHIERI, DANTE, Vida Nueva. Ed. de Pinto Raffaele. Madrid: CATEDRA, 2003.
ANDERSON, William, Dante the maker. Boston: Routledge&KEgan Paul Ltd, 1980.
AUERBAHC, Erich, Dante Poeta del mundo terrenal. Madrid: Acantilado, 2008.
AAVV, Antología Esencial de la Poesía Italiana. Colinas, Antonio (Coord.), Madrid: Austral, 1998.
AAVV, Derecho Eclesiástico del Estado. Valencia: Tirant Lo Blanch, 2012.
AAVV, AKAL Historia de la Literatura Volumen Segundo El Mundo Medieval 600-1400. Madrid: Ediciones AKAL, 1989
AAVV, The Cambridge History of Italian Literature. Cambridge: Cambridge University Press, 1996.
BORGES, Jorge Luis, Nueve Ensayos Dantescos. 4ª ed. Madrid: Alianza Editorial, 2009.
FRECCHERO, John, Dante: the poetics of conversion. USA: Harvard's Editions: 1986
NEMBRINI, Franco, Dante Poeta del Deseo. Madrid: Ediciones Encuentros, 2011.
[1]
AAVV, Derecho Eclesiástico del Estado. Valencia:
Tirant Lo Blanch, 2012. Págs. 26-28
[2]
La etimología de las
palabras "güelfo" y "gibelino" remite respectivamente a los
Welfen bávaros, y al castillo de Waiblingen, señoreado por los Hohenstaufen,
rivales de la Casa de Baviera.
[3]
A modo de anécdota podemos
recordar el desprecio con que Goethe anotó en su diario que un chisme de su
portero le habría parecido más interesante que la noticia de que Napoleón había
disuelto definitivamente el Imperio, implantando en su lugar la Confederación
Germánica que lo tenía a él como protector.
No hay comentarios:
Publicar un comentario