Blake ilustra a Can Cerbero, presente en el Infierno. |
Nota. Estos apuntes forman parte de un trabajo para filología hispánica sobre la Divina Comedia.
Contrariamente a
lo que se piensa la homogeneidad de la literatura medieval es sólo aparente. Ya
no digamos su pobreza. Para empezar no debemos olvidar que buena parte de la
literatura del alto medievo se ha perdido. De la obra conservadas, las bastas
etiquetas calificativas con que se agrupa vejan la complejidad de muchas obras,
a veces escudándose en el anonimato de su autor para no profundizar en una
exposición de las peculiaridades de cada texto.
Este aviso debe
servirnos para entender cuán genérico será el ejercicio de exposición del
panorama literario medieval de este apartado. Aquí no se aspira sino a
consignar unas líneas sucintas de un intrincado complejo para, al menos
aproximadamente, situar a la Divina
Comedia en el momento de su nacimiento. Por último analizaremos brevemente
su encaje en la obra lírica de Dante.
Cuando los
pueblos germánicos invadieron el Imperio Romano de Occidente, encontraron una
civilización en declive, agotada por luchas internas y crisis económicas, en
que la posibilidad de acceso a una educación básica aminoraba. Esto se traducía
evidentemente en un aumento de la población analfabeta. Las escuelas de
copistas, tan frecuentes en la época dorada de la pax romana, habían disminuido enormemente, lo que dificultaba la
posibilidad de que incluso los alfabetizados pudieran optar a una educación
superior tan excelente como las de antaño a falta de una buena biblioteca.
Estas paulatinamente se fueron enclaustrando en los monasterios, salvo algunas
excepciones.
Portada del Beowulf. |
Así pues cuando
los pueblos germánicos, que por su naturaleza nómada preservaban su saber,
cultura y literatura en la oralidad, empezaron a ocupar la Galia los francos,
la Bretaña los sajones, la Península Ibérica los Suevos y Visigodos, Italia los
ostrogodos y los vándalos el Norte de África, encontraron a una población
mayoritariamente más predispuesta a usar la oralidad como instrumento de
transmisión, que el lenguaje escrito. A esto añádase que leer y escribir fue
considerado a lo largo de un largo periodo más o menos basto, algo propio del
clero o de esos siervos laicos llamados escribas, con que muchos reyes y nobles
nunca se alfabetizaron. En su conjunto pues la tradición oral arraigó con
fuerza en el lado occidental de Europa[1],
donde las tradiciones germánicas no tardaron en mezclarse con las cristianas.
De este época son el Beowolf o el Cantar de los Nibelungos cuyos
personajes reflejan una tradición escasamente cristiana, mucho más vinculados a
leyendas paganas.
En los cantares
de gesta y la materia de Bretaña aún apreciamos buena parte de esta tradición
ajena al mundo latino cristiano: hadas, duendes, dragones... Sin embargo, ya se
nos habla de caballeros cristianos y no es el único aspecto en que, aunque sea
de una forma diluida, empieza el cristianismo a introducirse en la temática
literaria, baste con pensar en tópicos como la leyenda del santo grial.
Paralelamente
aparece una literatura religiosa de verdadero contenido doctrinal. Sin embargo,
esta no debe tomarse como un todo homogéneo, sino que hay que distinguirla en
varias secciones. Dentro de los monasterios y en los cultos círculos del alto
clero se cultiva en latín la creación de tratados teológicos de profunda
disquisición filosófica. Sin duda, un poeta culto de finales del S. XIII
principios del S. XIV, como Dante, tuvo que entrar en contacto con buena parte
de esta literatura y con toda seguridad lo haría en latín, gracias a los
Bruneto Latini.
Doré ilustra el encuentro entre Dante y Bruneto Latini, |
En paralelo y
quizás con una producción mucho más extensa aunque menos conservada hay que
consignar la existencia de una larga tradición de literatura religiosa oral. El
sermón, la labor del predicador y oficios similares cotizaban al alza en la
edad media, como muestra el caso de Francesc Eiximenis. Después de todo en esta
época, la religión ocupa un papel central -en ocasiones opresivo- de la vida
pública y privada de las personas.
Sin embargo,
esta afectación no se limitaba únicamente a las costumbres, formas de vida o
cuestiones políticas, sino que por supuesto tenía una gran influencia en las
artes. La religión y la iglesia se va a convertir en el principal motor de
producción artística y literaria. Para algunos expertos, la escuela monástica
se encuentra incluso detrás de muchos cantares de gesta y otras obras de
temática aparentemente profana. Dichas teorías, como expone Martín Riquer,
plantean que los cantares y composiciones similares podrían haber sido obra de
un autor único, o en su defecto de un equipo organizado, en todo caso
monásticos que luego se habrían servido de juglares, bardos y trovadores para
facilitar su difusión. Esta teoría, que aunque interesante no está demostrada,
se justifica en base a pequeños detalles tales como la reiterada alusión a un
monasterio o un patrón aparentemente gratuita para el resto de la historia.
Dicha alusión orientaría hacia la posible autoría.
Resulta
importante insistir en que dicha tesis es meramente especulativa. Posiblemente
ninguna de las tesis sobre el origen de los cantares de gesta sea exacta ni
universal para todos ellos. En todo caso, mencionar esta última era oportuno
para este trabajo.
Los cantares de
gesta son un gran testimonio artístico. La excelencia y elaboración de algunos
no tienen nada que envidiar las antiguas composiciones homéricas. El ciclo
carolingio especialmente cultivado en diversos idiomas y en gran medida el
artúrico han evolucionado y transmitido sus temáticas a lo largo de la historia
de la literatura. Su transición a la crónica prosada, no tardaría en
engarzarlos con un género historiográfico, la crónica histórica, y otro
novelesco, como el libro y la novela de caballerías.
Lo trovadores cantan el amor cortés |
Por su parte en
los circunloquios del campo y las ciudades la vida popular iba cultivando sus
propias formas de arte. Este es el origen de una extraordinaria diversidad de
humildes composiciones líricas caracterizadas por una gran sencillez y tópicos
sencillos, principalmente el amor y las festividades religiosas. En España la
primera manifestación de este género se ha registrado por escrito en las
jarchas, aunque el origen de las cantigas de amigo, los villancicos y otras
cancioncillas populares similares sin duda debe tener una datación mucho más
antigua. Sin embargo, la evolución del latín vulgar, cada vez más fragmentado,
pero aún no consolidada en la diversidad de lenguas románicas, ha impedido la
puesta por escrito sin duda de varios siglos de literatura popular que se han
perdido para siempre de la historia de la humanidad.
Aparte del
clero, las cortes son inicialmente el único impulso artístico existente. En la
región donde se hablaba provenzal, se desarrolló una sutil forma de poesía
amorosa, la trovadoresca también llamada provenzal en algunos manuales. Como es
bien sabido en ella el amor hacia la dama es ensalzada a través de un pacto de
vasallaje. La sencillez de la traslación a menudo impide ver cuánta riqueza
metafórica del fenómeno. El amor ya no se expresa por sí mismo, ni por medio de
una alusión a divinidades clásicas, sino a través de una institución social
como es el pacto de vasallaje.
Ya hemos hablado
de esto supra y de cómo en Italia
este género influirá una expresión del amor por medio de una adoración cercana
al sentimiento religioso. Sin embargo, en este apartado sería mucho más
interesante poner en relieve que, con la lírica provenzal, encontramos la primera
manifestación de poesía culta escrita en lengua vulgar. El debate subsiguiente,
escribir o no en latín, estará presente durante muchos siglos en las élites
intelectuales del medievo. Incluso cuando las lenguas románicas ya estén
consolidadas no será extraño que se ponga en duda su verdadera condición de
"idioma", identificando a las lenguas clásicas como único idioma
posible.
Vita Nuova edición ilustrada. |
Para ser justos
con estas tesis "más conservadoras" de lo que es un idioma, debemos
tener presente que en los siglos en que nos movemos únicamente el latín
disponía de una gramática. Las lenguas románicas se escribían de una forma
intuitiva, a menudo anárquica según el idiolecto del autor, o bien con una
impostación de estructuras gramaticales más o menos latinizadas, pues eran el único
referente. No será hasta el final de la edad media cuando las lenguas romance
empiecen a tener sus propias gramáticas, diseñadas de hecho a partir del latín
por figuras tan extraordinarias como Nebrija o Martín Lutero, así como
compilaciones de léxico, posteriormente evolucionadas a diccionarios pudiendo
así realizarse estructuralmente como idiomas.
En ese sentido,
la defensa de escribir en lengua vulgar se convirtió durante siglos en una
cuestión compleja. Y si bien terminó aceptándose que la escritura vulgar era
apta incluso conveniente para diversos temas tales como la ficción, las
aventuras -pensemos en las obras del Mester de Clerecía, escritas en lengua
vulgar pese a su autoría monástica- o el amor, mucho mayor fue la resistencia
para que el vulgar pudiera llegar a ser una lengua con que tratar temas
teológicos o el simple saber filosófico. La trascendencia de estas cuestiones
debía reservarlas a un idioma más culto y perfecto como el latín. En este
contexto debemos entender De vulgari
elocuentia, no como un mero alegato en defensa de la lengua vulgar como
vehículo literario, sino como instrumento capaz de abordar cuestiones
complejas, teológicas, en la misma medida que el propio latín. En ese sentido,
en este tratado Dante anticipa a la creación de la Divina Comedia.
Otra cuestión
importante que no podemos pasar por alto de la poesía provenzal es la
concepción de autoría. Dante y Petrarca escriben, a menudo así lo reconocen,
con una expectativa de posteridad en mente. Sin embargo, en la edad media no
existía, al menos en sus primeros siglos, una noción como esa de autoría,
porque el trabajo del autor se equiparaba, hasta cierto punto, al de mero
copista o transmisor de un saber heredado. Aunque la copia no fuera literal,
sino inclusive un resumen, una explicación o una interpretación, pensemos por
ejemplo en las glosas bíblicas, se estimaba que no había en estas labores una
verdadera fuerza creativa. Desde la literatura romana, los trovadores
provenzales serán los primeros que dejarán constancia de una identidad humana
del autor literario. A menudo no con su propio nombre, sino a través de una senhal, pero que en todo caso estaba
identificar los poemas de creación propia con un mismo individuo, aunque sólo
fuese la sombra de un nombre.
Blake, Dante frente a Minos. |
Gran parte de la
literatura de la alta edad media consiste ni más ni menos que en reconstruir la
idea del autor. Sin embargo, en la baja edad media, y más especialmente a
partir del S. XII, esta idea ya se haya plenamente consolida en la república
literaria. Paralelamente se desdibuja la frontera hasta entonces tan rígida
entre las formas que distinguían las composiciones populares de las cultas.
Entorno al
primer tercio del S. XIII podemos datar la aparición de la llamada Escuela
Siciliana tan famosa y reputada por muchas razones, pero quizás la más conocida
sea porque a uno de sus autores, Giacomo de Leitin, se le atribuye la
paternidad del soneto como estructura poética.
Precisamente al
soneto dotará Dante de una gran maestría en la Vita Nuova (1292-1293). El poeta se adscribe así a la dolce stil nuovo y su ya comentada
concepción de la dama. El protagonista del poemario, conoce a Beatriz en la
salida de la iglesia. Desde entonces queda totalmente prendado de ella y le
profesa amor en la distancia. El golpe trágico de la muerte de su amada no
apaga el amor, sino que como ocurre con Laura en Petrarca se traduce en una
promesa de amor eterno, que . En este poemario, sin embargo, Dante no se limita
a poner en práctica la forma de escribir de la dolce stil nuovo, sino que, en cierto modo teoriza sobre ella en
los pasajes en prosa intercalados entre los sonetos, al tiempo que hace avanzar
la acción vital y el paso del tiempo que transcurre entre soneto y soneto.
Como hemos
visto, la figura de Beatriz también aparece en la obra filosófica del autor.
Sin embargo, su dualidad entre lo lírico y lo filosófico se unifica en la Divina Comedia. La obra en que Dante
cumplirá la promesa de dedicar a su dama la máxima expresión de la creación
literaria.
Otras creaciones
líricas del poeta toscano revelan que no se ciñó sólo a la dolce stil nuovo. El estilo galante de la poesía cortesana de su
tiempo plasmado en los versos para Fioretta y Violetta, ejemplifica una poesía
algo más cercana a lo provenzal. Su tono muy alegre en estas composiciones nos
muestra a un Dante alejado de la figura meditabunda a la que todos lo
asociamos. Otra composición de su juventud que no podemos omitir es el soneto Guido io Vorrei.
Encuentro de Dante y Beatriz por Holiday |
Sin embargo, nos
interesa especialmente la poesía jocosa y la que carga de invectivas contra
adversarios políticos y rivales literarios -caso de Forese Donati. Muchos
expertos, tales como Mira Petrocchi o Martínez de Merlo[2]
ubican en la expresividad dialógica de estos poemas maduros rasgos que después
le ayudarán, por supuesto en un tono más solemne, en la composición del Infierno. En su etapa
inmediatamente posterior al exilio de Florencia, Dante abandonará para siempre
el tono jocoso. Los poemas que tenemos de este periodo ahondan en un tono
melancólico legítimamente trágico.
Eduard Ariza Ugalde
Bibliografía Consultada
ALIGHIERI, DANTE, Divina Comedia. Ed. de Petrocchi, Giorgio; Martínez de Merlo. 9ª Ed. Madrid: Catedra, 2005.
ALIGHIERI, DANTE, Divina Comèdia. Ed. Mira, Joan F. Barcelona: Proa, 2000.
ALIGHIERI, DANTE, Vida Nueva. Ed. de Pinto Raffaele. Madrid: CATEDRA, 2003.
ANDERSON, William, Dante the maker. Boston: Routledge&KEgan Paul Ltd, 1980.
AUERBAHC, Erich, Dante Poeta del mundo terrenal. Madrid: Acantilado, 2008.
AAVV, Antología Esencial de la Poesía Italiana. Colinas, Antonio (Coord.), Madrid: Austral, 1998.
AAVV, Derecho Eclesiástico del Estado. Valencia: Tirant Lo Blanch, 2012.
AAVV, AKAL Historia de la Literatura Volumen Segundo El Mundo Medieval 600-1400. Madrid: Ediciones AKAL, 1989
AAVV, The Cambridge History of Italian Literature. Cambridge: Cambridge University Press, 1996.
BORGES, Jorge Luis, Nueve Ensayos Dantescos. 4ª ed. Madrid: Alianza Editorial, 2009.
FRECCHERO, John, Dante: the poetics of conversion. USA: Harvard's Editions: 1986
NEMBRINI, Franco, Dante Poeta del Deseo. Madrid: Ediciones Encuentros, 2011.
[1]
Nos centramos aquí en la
Europa católica. Los territorios del Imperio Bizantino y los reinos
circundantes de cultura homónima tuvieron una evolución cultural muy diferente
-y no sólo en la edad media.
[2]
Véase la introducción de
ALIGHIERI, DANTE, Divina Comedia. Ed.
de Petrocchi, Giorgio; Martínez de Merlo. 9ª Ed. Madrid: Catedra, 2005. Págs.
33-34.
No hay comentarios:
Publicar un comentario