lunes, 30 de enero de 2017

Dante & Divina Comedia (IV) Temática de la Divina Comedia

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Nota. Estos apuntes forman parte de un trabajo para filología hispánica sobre la Divina Comedia.

¿De qué trata la Divina Comedia? No sería incorrecto dar respuesta a esta pregunta diciendo que se trata de una autobiografía ficticia a cuyo protagonista le está permitido conocer los tres lugares, infierno, purgatorio y cielo en que la tradición cristiana considera se habita en la vida después de la muerte. No obstante, esta respuesta nos resultaría profundamente insatisfactoria e incompleta.
Como en cualquier alegoría, la proyección de los personajes y los lugares excede el ámbito de la narración estricto. Sin duda alguna la Divina Comedia es un viaje, o para ser más exactos, una peregrinación. Ahora bien, sería erróneo ver en Dante y Beatriz personas de carne y hueso identificándolos con el hombre y la mujer que llevaron esos nombres. Incluso el propio Virgilio, con toda la relevancia lírico histórica que pudiera tener al escribirse la Comedia, trasciende al hombre nacido en Mantua.
El Dante peregrino no representa al autor, ni siquiera a una versión ficcionada del mismo. El peregrino representa la humanidad entera, cercada por la loba hambrienta, el guepardo y el león, que amenazan con apartarlos de las honestas metas que todos los hombres quieren alcanzar torciendo sus pasos hacia la avaricia, la lujuria, la soberbia y otros tantos pecados. La peregrinación narrada en sus versos empieza en la Selva Oscura de la Vida y termina con la contemplación de Dios, como la vida de cualquier hombre que logra tener éxito en su propósito de enmienda.
Alegóricamente el viaje nos indica los pasos a seguir para alcanzar a Dios. Estos se traducen en pensar en la banalidad del pecado, el escaso rédito que aporta obtener algo sirviéndose de este como instrumento. El hombre debe tener presente que cualquier mala acción tendrá un precio y que cualquier buena acción tendrá un pago en la vida en el más allá. Debemos recordar que en esta época el infierno y el juicio final ocupan un lugar casi omnipresente en la doctrina católica.

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Gustave Doré ilustra a Dante cercado por el guepardo en la Selva Oscura de la vida.

Las "P" borradas de la frente de Dante en su ascenso por el purgatorio reflejan el examen de conciencia propio del catolicismo y la redención que llega por Dios. Una vez el miedo al pecado aparta al ser humano de la condenación eterna no puede quedarse ahí. Debe examinar su conciencia y tratar de irse liberando de sus faltas. Entonces se hará digno de entrar en el reino de los cielos.
Tras alcanzar la pureza del alma, sólo le queda el goce de aprender cómo comprender a Dios para perfeccionarse dentro de lo puro. Esto es lo que ocurre en los ascensos por los círculos celestiales al peregrino de la Comedia.
Así pues si la alegoría del peregrino es el camino del hombre hacia la virtud, cabe preguntarse qué encarnan sus guías: Virgilio y Beatriz.
Como se ha comentado, Dante no es un místico. No tuvo ninguna revelación, que sepamos, a lo largo de su vida. Sin embargo, en la edad media esa cuestión revestía una importancia relativa. En esa época, fruto del pensamiento escolástico, el camino hacia Dios no radicaba en el suspiro de lo místico, en la revelación de un instante, sino en un vía cognitiva. Pensemos por ejemplo en Ramon Llull a quién Dios se le apareció sucesivas ocasiones para instarle a cambiar su vida. No es que la experiencia no tuviera importancia, pero su obra se consagra a explicar Dios a los hombres a través de la razón, la filosofía y la alquimia -que no deja de ser la química de la época- sin regocijarse demasiado en la revelación. A fin de cuentas, no debemos olvidar que en esta época San Anselmo de Canterbury ha demostrado la existencia de Dios, ni más ni menos que por medio de la lógica.
Así pues no debemos ver en Virgilio ni Beatriz a espíritus que se aparecen a los vivos para guiarlos, sino que como peregrino tienen un significado más profundo y trascendente. Ellos son lo guías del hombre para alcanzar a Dios.
El autor de la Eneida encarna a así el saber de las culturas clásicas y más importante aún su sentido de la ética. De ese modo, Virgilio puede introducir a Dante a la repulsión del pecado. Incluso puede, aunque ya asistido por otro poeta cristiano, mostrarle el camino de la perfección del alma. Sin embargo no puede guiarlo por el cielo, eso le compete a Beatriz.

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Blake nos muestra a Dante hablando con el padre de su amigo Guido de Cavalcanti.

Cuando encuentre a Virgilio en la Selva Oscura de la Vida, el autor de la Eneida pondrá en conocimiento del peregrino que le ha sido enviado para salvar por mandato de Beatriz, la Virgen María y Santa Lucía de Siracusa. Con la última la relación del poeta se basa en el hecho biográfico de que Dante le atribuye la curación de una enfermedad de la vista. La presencia de la Virgen a la hora de mostrar el rostro femenino de la Iglesia cristiana resalta por su obviedad. Sin embargo, ninguna de tan distinguidas damas tiene reservado en la obra el papel alegórico que se confiere a Beatriz quien encarnará la sabiduría teológica en oposición no sólo al pecado sino a otras formas de saber.
En ese sentido, las interpretaciones dadas a las palabras de Beatriz, cuando tras su encuentro en final del Canto del Purgatorio, con Dante le recrimina su flaqueza moral, que le han llevado a distanciarse de ella "por no serle grata" ahora que ya no es bella como mujer sino como algo cercano a la divinidad, no contienen únicamente una alusión a los pecados del peregrino, sino la excesiva confianza puesta por este -alegoría del hombre mortal- en el saber filosófico en detrimento del teológico.
Así pues el binomio de Virgilio y Beatriz pretende decirle al lector que para alcanzar la virtud divina debe dejarse llevar tanto por el saber clásico como por el teológico si realmente desea alcanzar a Dios. Esta idea queda estrechamente asociada a la conexión entre ambas culturas que se postulaba en la mentalidad medieval. Hay que recordar que gran parte de la labor de pensadores cristianos como Santo Tomás de Aquino o San Agustín consistió en adaptar a la fe cristiana la filosofía grecorromana. Tampoco debemos olvidar en este punto la concepción que Dante comparte con muchos hombres de su época de que primero por la vía del Imperio Carolingio sucedido posteriormente por el Sacro Imperio Germánico, el Imperio Romano pervive en el universo cristiano.
Una vez ubicados a los personajes principales aún nos queda, sin embargo, terminar de precisar la temática de la obra. Ahora ya sabemos que la Divina Comedia narra el acercamiento del hombre a Dios, pero nos queda entender qué obtiene de ese entendimiento.
La salvación del alma se banaliza a menudo como un "premio" a una buena conducta, pero se debe entender que, especialmente en la edad media, esta buena conducta respondía no sólo a una serie de preceptos para el comportamiento individual sino que implicaban entender la cosmología mundial de una determinada manera. Así pues un hombre que quisiera salvarse tendría que asumir el saber ontológico del cristianismo.

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Dante y Beatriz en el cielo por Gustave Doré.

Este es el propósito de definitivo, el argumento pleno, de la Divina Comedia, un recorrido trufado de alegorías para ilustrar al ser humano cómo descubrir a Dios por medio del saber de los hombres que en la edad media se tuvieron por los más sabios y aquellos a quienes había que igualar, los grecorromanos, y el saber de Dios, la teología, el más alto de los saberes hasta el S. XVIII. Por supuesto Dante no pretendía escribir un tratado filosófico moral en el sentido estricto. No cabe duda que también ahí habría mostrado su maestría, pero su deseo era que no únicamente el saber que contuviese la obra tuviese un inestimable valor, sino el modo en que lo explica a través de la lírica.

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 Dante cercado por el guepardo, el león y la loba en la Selva Oscura de la vida, ahora visto por Blake.


Al lectores de todas las épocas, la Divina Comedia les impone un respeto reverencial. En la lectura, del colosal poema sólo se intuye la brutalidad de la fuerza creativa que lo ha forjado. No basta con meramente releerlo. Para apreciar la profundidad de su fondo y su forma es preciso recurrir al análisis y el estudio.

Eduard Ariza Ugalde


Bibliografía Consultada


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