lunes, 24 de enero de 2011

Homenaje a Churchill (II)

En la Primera guerra Mundial, desempeño el cargo de Lord Mayor del Almirantazgo. Limpió el honor de Inglaterra y de su soberano, Jorge V, destruyendo, en la batalla de las Malvinas, a la flota alemana del Pacífico que había derrotado a los ingleses en la batalla naval de Coronel.
Su gestión se vio ensombrecida tras el desastre de Gallipoli. Churchill creyó que se podría derrotar al imperio Otomano con un desembarco en los Dardanelos que permitiese ocupar rápidamente Istambul. El fracaso de la operación sumado a la nociva influencia de sus enemigos lo alejó de los altos cargos políticos durante mucho tiempo.
Ciertamente deprimido, se apoyó en su mujer y su familia para seguir adelante. Se estableció en una finca en Cherkers y descubrió una afición que sanó su depresión y le acompañó toda su vida: la pintura.
Todos los críticos de arte están de acuerdo en que los oleos de Churchill se hubiesen hecho un lugar en el mundo artístico, si su aturo hubiese puesto empeño en ello. Pero Sir Winston pintó siempre por afición, buscando relajarse. Pintó paisajes  también algún autorretrato. Todos los conocimientos en la metería fueron autodidactas, por ello, no pertenece a ninguna escuela, si bien nadie duda de que su pincelada sigue claramente las líneas del arte impresionista. Muy probablemente, Churchill fue el único conservador inglés de principios del S.XX finales del S:XIX que prefirió los cuadros impresionistas, post impresionistas e incluso los fauvistas o los cubistas al frío y convencional neoclasicismo.
Así vivió la década de los veinte y de los treinta: pitando, escribiendo y ejerciendo sus funciones de diputado.

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